_
_
_
_

Nuevo atentado de Brigadas Rojas contra un dirigente de la DC italiana

Juan Arias

Las Brigadas Rojas rompieron ayer el silencio acerca de la suerte de Aldo Moro, con un nuevo atentado en Roma. A las 8.15 de la mañana, Girolamo Mechelli, miembro del Consejo Nacional de la Democracia Cristiana, ex presidente de la provincia de Roma y de la región del Lazio, fue acribillado cuando se dirigía a su automóvil, a unos metros de su casa, en la parte norte de Roma.

Mientras la policía se volcaba sobre la zona norte de Roma, en el barrio Nomentano, para dar caza a los atacantes de Girolamo Mechelli, una llamada de teléfono a un diario advertía que en el kilómetro veintiuno de la carretera Pontina había sido liberado Aldo Moro.En pocos minutos se lanzó sobre el lugar indicado un enorme contingente de la policía y los equipos de radio y televisión, pero todo resultó falso. Otra llamada de teléfono, para indicar que no era el kilómetro veintiuno, sino el 31. Nueva búsqueda de la policía hasta el kilómetro 51, pero todo demostraba que se estaba repitiendo la burla del lago de la Duchessa, donde hace unos días la policía buscó en vano el cadáver de Moro, después de un comunicado falso de las BR.

Mientras se espera de un momento a otro el desenlace final del caso Moro, se ha creado lo que la prensa llamó ayer «el caso Waldheim». El mensaje del secretario de la ONU a las Brigadas Rojas, leído en italiano ante la televisión, en el cual se pide, sin hablar de condiciones, la liberación de Aldo Moro, ha sido duramente criticado por las fuerzas políticas, sobre todo por los comunistas, republicanos y liberales. Lo consideran como un «inadmisible y peligroso reconocimiento político de las BR», como tituló ayer Paese Sera, el vespertino comunista de Roma. La frase de Kurt Waldheim que más ha indignado a los políticos italianos es la que dice que la continuada detención de Aldo Moro puede dañar «vuestros objetivos, cualesquiera que ellos sean». El mensaje de Waldheim, escribió ayer Il Corriere della Sera, demuestra un juicio de las BR «que suscita muchos interrogantes Waldheim sabe muy bien cuáles son los objetivos de las BR y no puede ignorar que son incompatibles con las reglas esenciales de cualquier comunidad civil».

Que el mensaje de Waldheim ha gustado más en los ambientes de las Brigadas Rojas que en lo del Papa lo demuestra el hecho de que los dos abogados de los brigadistas en el juicio de Turín elogiaran ayer esta iniciativa de las Naciones Unidas y hablaran abiertamente de un «reconocimiento» político de las Brigadas Rojas. De todos modos, no están seguros si ésta bastará a los brigadistas porque ahora ya se han comprometido mucho con toda la organización diciendo que Moro será «ejecutado» si no se realiza el canje de presos.

La inesperada intervención de Waldheim ha vuelto a poner en movimiento lo que aquí la prensa llama «el partido de la negociación», que reúne a socialistas católicos y extrema izquierda. El mismo Papa ha roto su silencio de estos días con un largo discurso pronunciado ayer ante 10.000 peregrinos de todo el mundo. Pablo VI ha dicho, ante los aplausos que no le dejaban hablar, que «la vida del hombre es sagrada y que ninguna mano humana la debe ofender». El Papa añadió: «¿Es posible que la vida inocente de un eminente hombre de Estado pueda ponerse en juego en la manera inicua con que se está haciendo?» Después de haber condenado todas las violencias, sin olvidarse del aborto y de la droga, afirmó que el mundo no se resigna a la muerte de un hombre «de la estatura moral, política, académica y social del honorable Moro»

Carta de los hijos de Moro

Los hijos de Moro, después de cuarenta días de silencio público, se presentaron ayer a las Brigadas Rojas enviando una carta a su padre, publicada en el diario Il Giorno, de Milán, periódico en el que escribía Moro con frecuencia. En esta carta los hijos del estadista dicen: «Querido papá: Sentimos la necesidad, después de tantos días, de darte una señal de nuestro afecto. En esta tragedia hemos descubierto que nos habías regalado Insospechables riquezas de fuerza moral y de amor. Por eso, dentro de nuestra debilidad, hoy nos sentimos más fuertes y unidos que nunca. Te amamos profundamente.»

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_