Abril: "El Gobierno no forzará la reactivación de la economía"
La intervención del vicepresidente del Gobierno y ministro de Economía, Fernando Abril, estuvo precedida por la lectura de la comunicación del Gobierno al Congreso, sobre la situación económica -que ofrecimos en nuestra edición del martes-, a cargo del secretario de la Cámara, José Luis Ruiz Navarro. El señor Abril hizo un análisis de los pactos de la Moncloa, del cumplimiento que les ha dado el Gobierno, de las perspectivas que ofrece nuestra economía, «casi todo lleva trazas de ir mejor», afirmó, y concluyó asegurando que el Gobierno no forzará la reactivación económica, porque ello sería, en el fondo, reaccionario, según afirmó el vicepresidente.
Antes de entrar en el análisis del cumplimiento de los pactos de la Moncloa, el vicepresidente económico del Gobierno, Fernando Abril Martorell, hizo un breve resumen de las circunstancias específicas de la situación española en las fechas en que se elaboraron dichos pactos. El vicepresidente económico recordó, a este respecto, la crisis internacional originada en los últimos años por el incre mento de los precios de la energía, la cual coincidió en España con el proceso de cambio y en un momento en que todavía perduran los hábitos sociales e inercias estructurales derivados de un sistema político en crisis.«Yo creo -dijo el señor Abril Martorell- que estos aspectos de la situación no se pueden obviar, ni minusvalorar tampoco. Pienso que evocarlos no puede ser confundido con una exculpación ni con una excusa. Me parece que deben estar presentes en toda reflexión responsable sobre nuestra situación económica.» Tras afirmar que la culminación del proceso democrático con las elecciones de junio del pasado año ha sido lo que ha permitido iniciar seriamente el proceso de ajuste de la economía española, el señor Abril Martorell salió al paso de las voces que insisten en establecer una correlación entre democracia y mala situación económica, afirmando que «hay que decir muy claramente que dicha situación viene arrastrada desde atrás, de muy atrás, y que precisamente la democracia que comienza el 15 de junio es la que permite, con su amplia base popular, iniciar la corrección de los desequilibrios básicos y la realización de las necesarias reformas estructurales».
El señor Abril Martorell analizó a continuación las causas, tanto de carácter estructural como coyuntural, del proceso inflacionista de los dos últimos años del déficit de la balanza corriente, que en 1976 alcanzó los 4.300 millones de pesetas. Por otra parte, precisó el vicepresidente, estos dos desequilibrios coexistían con un nivel de actividad que mostraba síntomas manifiestos de agotamiento.
Factores de la crisis
«En efecto, a partir de los meses de marzo y abril se había producido una caída de la cartera de pedidos de las industrias del consumo, un descenso del índice de inversión aparente en bienes de equipo, y un giro manifiesto en la tendencia del índice de producción industrial, aunque la evolución de estas variables no reflejara sus efectos sobre los niveles de paro hasta el tercer trimestre de 1977. La magnitud de estos desequilibrios básicos permite apreciar las características más acusadas de la coyuntura por la que atravesaba la economía española, coyuntura agravada por factores estructurales. Y es que, aun cuando el desarrollo iniciado en la década de los sesenta arrancó de un intento de revitalización del sistema de la economía de mercado, es preciso resaltar que este mecanismo de asignación, más bien propio de una sociedad democrática, quedó pronto desvirtuado corno consecuencia, en buena medida, de los cada vez más importantes costes que, a su eficiente funcionamiento, imponía un marco institucional progresivamente inadecuado a las sucesivas cotas económicas que la sociedad española iba alcanzando.»
Como ejemplos ilustrativos de los factores estructurales que dificultaban la puesta en práctica de una política presupuestaria, monetaria y de rentas, apropiada a las circunstancias económicas existentes, el señor Abril Martorell enumeró las acusadas deficiencias de la estructura tributaría, las progresivas disfuncionalidades de la Seguridad, el gradual deterioro de las relaciones laborales o la rigidez funcional de los cauces e instituciones financieras. En síntesis, concluyó en este punto el vicepresidente económico del Gobierno, «la crisis económica impedía la remoción de los obstáculos estructurales y, al propio tiempo, la superación de éstos parecía imprescindible para practicar una política eficaz a corto plazo».
Posteriormente, el señor Abril Martorell analizó los compromisos adquiridos por el Gobierno a corto plazo en los pactos de la Moncloa sobre política presupuestaria y de la Seguridad Social, monetaria, de precios, de rentas y de empleo. A juicio del vicepresidente económico, el Gobierno estima que desde la firma del pacto de la Moncloa ha aplicado rigurosamente la política económica convenida, «política económica cuyo rigor y cuyos cos tes fueron claramente explicitados analizados y valorados en las reuniones de la Moncloa por todas la fuerzas políticas con representación parlamentaria».
En abril, plan energético
Se refirió el señor Abril a las reformas contenidas en los acuerdos de la Moncloa y sintetizó su intervención en estos puntos: respecto del plan energético «es razonable esperar que el Gobierno pueda cumplimentar este compromiso antes de que finalice el presente mes de abril». En cuanto a urbanismo, suelo y vivienda enunció el contenido del proyecto de ley remitido a las Cortes por el último Consejo de Ministros.
Sobre la reforma fiscal aseguró que los compromisos concretos ya están cumplidos y «una segunda parte de compromisos sin plazo, que el Gobierno ha conocido ya en primera lectura y que serán remitidos próximamente al Parlamento».
«Cuando un sistema fiscal -añadió el vicepresidente- tenía acumulados tal cantidad de defectos como el nuestro, no es de extrañar que sea contestado de forma unánime por todos los sectores de la vida española. Ni tampoco cabe extrañarse de que haya llegado el tiempo de su reforma. La reforma fiscal -prosiguió- se produce, ciertamente, en momentos económicamente difíciles, pero precisamente por su dificultad es, en estos momentos, cuando el cambio se hace inaplazable.»
Se preguntó a continuación por nuestra situación económica «al día de hoy» y afirmó: «En este aspecto hemos de convenir que no todo va peor, sino que casi todo lleva trazas de ir mejor. »
Analizó las cifras de la inflación y los resultados obtenidos, y distinguió entre el sector de la alimentación -influido, por ejemplo, por cau.sas meteorológicas- y el conjunto. Este conjunto ofrecía en febrero, comparado con seis meses antes, un ritmo del 14 %, «mientras que sí separamos del índice general el componente alimenticio, la tasa sería del 18,8 %. Estas cifras -siguió el señor Abril- no quieren decir, ni mucho menos, que la batalla de la inflación esté ganada. Tanto más cuanto que permanecen aún en la economía tensiones inflacionistas que, aunque controlables, se irán manifestando en los meses venideros».
Sobre el comercio exterior precisó que «arrastramos, en buena medida, una larga tradición de autarquía y subdesarrollo que nos ha acostumbrado a no mirar hacia fuera y, cuando lo hacíamos, el mundo exterior nos parecía extraño, gobernado por otras costumbres, otras leyes, otros principios».
«Cada ciudadano -siguió- debe tornar conciencia de que su bienestar depende no sólo de lo que su experiencia inmediata le sugiere, sino también, y de manera cada vez más intensa e irreversible, de decisiones que son tomadas por otros muchos millones de ciudadanos en otras zonas del mundo. »
La inflación puede acabar con la democracia
Después de dar datos sobre nuestra situación económica respecto a las magnitudes internacionales, se preguntó el señor Abril por las posibilidades de expansión, y tras afirmar que «una política inflacionista puede acabar con la democracia», aseguró que «una política expansiva, en circunstancias políticas como la de nuestro país, sólo puede estar construida sobre un subfondo de tipo reaccionario. Entiendo -siguió- que una política realmente progresista, en estas circunstancias, supone la necesidad de abordar una política económica de saneamiento y exigencia colectiva».
Entró después en el análisis del paro y concluyó que «requerirá soluciones distintas y específicas para. cada caso».
La última parte de la intervención del señor Abril estuvo dedicada a un análisis de las perspectivas para comenzar afirmando que «es de esperar una lenta pero persistente recuperación de la actividad como consecuencia del asentamiento del nuevo panorama coyuntural y de los primeros efectos positivos de los cambios estructurales en nuestra economía».
Factores de mejora
La recuperación económica se producirá, en opinión del vicepresidente, impulsada por los siguientes factores: la inercia que lleva al Estado a gastar más y en consecuencia a apoyar más la coyuntura en la segunda mitad del año.
El segundo factor, el previsible «aunque moderado aumento de la demanda de consumo en términos reales, crecimiento derivado -dijo- del perfil decreciente de la evolución de los precios, tal vez algo más acusado que el inicialmente previsto».
El tercero, un cambio de clima económico que producirá « no ya la consolidación del proceso político, en lo que conlleva de reducción de incertidumbres y riesgos, sino también el acercamiento de los indicadores de opinión hacia los perfiles que sugieren los indicadores reales de actividad».
«El proceso de recuperación descrito -añadió el señor Abrilprobablemente se produzca de forma gradual y lenta, inducido por las propias fuerzas del mercado y no estirnulado artificiosam ente por una política reactivadora que podría situarnos de nuevo ante una reactivación de la inflación y una modificación del equilibrio exterior sin resolver.»
«El Gobierno, pues -dijo para concluir-, no va a emprender una política reactivadora, sino que está poniendo los medios -precisamente en el marco de los pactos de la Moncloa- para que sean las propias fuerzas del mercado las que inicien y consoliden la recuperación de la actividad productiva.»
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