Aldo Moro responsabiliza a la Democracia Cristiana de su situación
Aldo Moro se ha revuelto, feroz y amargamente, contra sus compañeros de la Democracia Cristiana, a los que reprocha la grave situación, con riesgo de su propia vida, en que se encuentra. Este es el sentido de la nueva misiva enviada por el político italiano secuestrado, de la que las Brigadas Rojas hicieron llegar anoche copias al periódico Sécolo XIX, de Génova, y a la redacción en Milán del diario romano La Repubblica.La carta está dirigida al secretario general del Partido Demócrata Cristiano (DC), Benigno Zaccagnini, pero se extiende a todo el estado mayor de la DC y a «todos cuantos quieran leer la carta», o a cuantos «quieran asumir la responsabilidad». Es decir, a todos los políticos democristianos, cuya responsabilidad, dice expresamente el estadista secuestrado, «estoy llamado yo a pagar con consecuencias que no es difícil imaginar».
Horas antes de conocerse la nueva misiva de Moro, el Parlamento italiano se reunía para escuchar del presidente del Consejo de Ministros, Giulio Andreotti, una explicación sobre los contactos celebrados hasta la fecha con el grupo de secuestradores.
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Aldo Moro lamenta que no se negocie su secuestro
(Viene de la primera página)
Aldo Moro reprocha a sus correligionarios la decisión, por otra parte compartida por los demás partidos representados en el Parlamento, de no negociar con las Brigadas Rojas. «Soy -dice el señor Moro- un prisionero político al que vuestra brusca decisión de cerrar cualquier intento relativo a otras personas, igualmente detenidas, pone en situación insostenible.»
El secuestrado recuerda incluso que algunos otros Estados, puestos en situación similar, han optado por negociar con los terroristas. Y añade: «Si otros no tienen valor para hacerlo, que lo haga la DC, la cual, en su sensibilidad, tiene la ventaja de adivinar cómo desenvolverse en las situaciones más difíciles.»
La misiva de Aldo Moro concluye diciendo que «si no se hace así, que si no se negocia con los secuestradores, la responsabilidad será de sus compañeros de partido». «Lo habréis querido vosotros», precisa, «y lo digo sin animosidad». Niega, en fin, que haya escrito esta nueva carta forzado por los brigadistas, que lo tienen como rehén desde el pasado 16 de marzo.
El cuarto comunicado de las Brigadas Rojas, que acompaña a la carta de Aldo Moro, dice que el «tribunal popular» que está juzgando al presidente de la DC «no tendrá dudas ni vacilaciones» en aplicar la justicia; asegura que en los momentos actuales los terroristas han pasado de la fase de la paz armada a la de la guerra, y puntualiza que los intentos de negociar el canje de Aldo Moro no procede de ellos, sino que son una maniobra propagandística del Estado (al que las Brigadas Rojas denominan el Estado imperial de las Multinacionales).
No existen todavía reacciones oficiales a la misiva de Aldo Moro. Se duda de que el artífice de la política de centro-izquierda, el estadista más audaz en el pensamiento y más fino en la maniobra con que cuenta la Democracia Cristiana de Italia haya podido escribir una carta en semejantes términos. No obstante, como quiera que sea, se trata de un golpe tan fuerte y tan incisivo por provenir de quien viene, que lo menos que se puede decir es que ha herido gravemente al partido de la mayoría gubernamental, al partido que durante treinta años ininterrumpidos ha gobernado Italia. Y que, por lo mismo, es también una herida grave para el Estado italiano. Es decir, que las Brigadas Rojas podrían haber conseguido su propósito.
Hay unos párrafos en la carta de Aldo Moro, los últimos, que retratan a un hombre destruido y acosado. El rehén de las Brigadas Rojas dice no tener a nadie que lo consuele y que se siente un poco abandonado de todos. Concluye con estas palabras: «Que Dios os ilumine y lo haga pronto, como es necesario.»
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