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Descubierto un importante fraude de leche en polvo en Santander

No menos de cien toneladas de leche en polvo han desaparecido misteriosamente del puerto de Santander, veintiuna de esas toneladas robadas en el depósito franco. El hecho tiene unas implicaciones económicas muy graves, porque fuentes cercanas a la investigación que atiende el caso no descartan que el robo ascienda a miles de toneladas y alcance cifras de beneficios cercanas a los 7.000 millones.

Hasta el momento han sido llamadas a declarar doce personas y el juez ha dictado al menos siete autos de procesamiento contra otras tantas, que han salido de prisión bajo una fianza de medio millón de pesetas cada una. Entre esos procesados se encuentran Angel Velasco Buitrago, encargado general de la consignataria de Buques Yllera, SA; el transportista Santiago Arenas y Godofredo Alves, este último detenido se encuentra ingresado en el pabellón penitenciario del hospital Valdecilla tras haberse tomado catorce optalidones y dos valiums con supuesta intención de suicidarse, aunque otras versiones hablan de la posibilidad de que alguien quisiera hacer callar a este testigo, primero de los detenidos e hilo por el que se ha llegado a tan escandaloso ovillo.Avala esta segunda hipótesis el. hecho de que Godofredo Alves es un «duro» habituado a trances difíciles y antiguo inquilino del penal de Ocaña.

Se sabe que días pasados el consorcio del depósito franco del puerto de Santander celebró sesión extraordinaria para estudiar e informar a sus consejeros de la situación. Según nuestras noticias, el consorcio asegura que de sus depósitos sólo han desaparecido veintiuna toneladas de leche en polvo, y desconoce el hecho de otras sustracciones. Estamos en situación de asegurar, sin embargo, que de otros depósitos del puerto han sido robadas con destino a varios puntos de la geografía nacional diversas partidas importantes: diez toneladas por una parte; veintiséis por otra; cuarenta toneladas para un destino, y otras dos para otro, fábricas de galletas, alguna central lechera, tal vez algún fabricante de queso de color amarillento, etcétera, pudieran estar entre los compradores de esas partidas, aunque este dato no ha podido ser confirmado. A medida que avanza la investigación se descubren otras e importantes desapariciones de leche en polvo.

La magnitud del escándalo, con ser grande en su vertiente de robo, se complica aún más cuando se sabe que esas toneladas llegaron al puerto de Santander para emplearlas en el consumo animal (piensos de terneros) y fueron, por tanto, coloreadas desnaturalizadas y tratadas para ese destino. Cada kilo tenía un precio especial (primado) de veinte pesetas y, al parecer, los sustractores lo han vendido a 150 pesetas, precio que aún sería barato para el consumo humano. Como se sabe, de cada kilo vienen a salir unos diez litros de le_ che.

Miles de millones

En todo este importante y sucio negocio se están buscando como es lógico, cabezas más altas que las que han caído hasta ahora. Se destaca el hecho, por ejemplo, de que el medio millón de fianza para, salir de la cárcel lo han pagado los detenidos inmediatamente, siendo algunos de economía muy modesta. Y que cuando a un posible implicado se le quiso tirar de la lengua contestó que «si aquí va alguien a la cárcel, a lo mejor vamos todos a la cárcel».

Por lo pronto ha trascendido que el juez encargado de la investigación no va a pararse en los nombres ya conocidos, sino que busca profesionales y gente influyente en el área del puerto de Santander, gente capacitada para actuar a la luz del día sin resultar sospechosa o, aun resultándolo, con capacidad y dinero suficientes para hacer callar a los testigos. No se hacen desaparecer centenares de toneladas de leche en polvo en furgonetas ni en camiones cargados por la noche. Tales cantidades han salido de los almacenes francos (o no han entrado a ellos, que todo es posible) de día y con el conocimiento de algunas docenas de personas. Se da la curiosa circunstancia de que, al parecer, uno de los detenidos, para explicar la desaparición de cuarenta toneladas que pasaban bajo su responsabilidad, dijo que se trataba de barreduras.

Importaciones innecesarias

Pero la vertiente más grave de todo este «Redondela de la leche en polvo», como ha sido calificado por la Hoja del Lunes de Santander, es que salga a la calle en el momento en que el Gobierno decide no autorizar un aumento del precio de la ¡eche (sólo una subida de veinticinco céntimos), «porque en España hay excedentes de tal producto». Tal justificaci6n salta por los aires al saberse ahora, de fuentes que nos merecen absoluta fiabilidad, que el año pasado se importaron en España 108.000 toneladas de leche en polvo, de las que para piensos sólo se necesitarían, según esas mismas fuentes, unas 40.000 toneladas. ¿A dónde han ido a parar las otras 68.000 toneladas? Si, como se teme, han ido a parar al consumo humano, tal parece indicar el destino que se da a las toneladas robadas en Santander. Eso quiere decir que el mercado nacional, saturado ya, según el Gobierno, por la producción nacional, ha recibido 680 millones de litros importados, cuentas que son el resultado de multiplicar las 68.000 toneladas no utilizables para piensos por la cifra de diez litros por cada kilo de leche en polvo. Por otra parte, las organizaciones ganaderas, que han mostrado su indignación ante esas cifras, se preguntan por qué no se ha utilizado producción nacional para convertirla en leche de consumo animal.

Esas 68.000 toneladas de polvo transformadas en leche para vender a fábricas de galletas, chocolate, quesos, etcétera (para el consumo directo han sido inutilizadas -al menos eso es lo legal- por un tratamiento colorante a que son sometidas previamente) pueden haber dado un beneficio de 6.800 millones de pesetas, si se confirma, como parece seguro, que los ladrones han vendido su mercancía a 150 pesetas kilo de polvo.

Esas cantidades de leche en polvo han entrado, prácticamente en su totalidad, por el puerto de Santander, que es la región mayor productora de leche del país, y procedían de Nueva Zelanda y algunos países del Mercado Común.

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