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Tribuna:DIARIO DE UN SNOB
Tribuna
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Guisado de gato

Voy al reestreno de Francisco Nieva y en el segundo acto se comen un gato, como madrileños que son del cinturón de miseria, aunque unos madrileños pasados por Genet, Jean Cocteau y Bataille. Y pienso que eso es lo que ha dividido a las dos Españas durante siglos, y que mejor que mediante las abstracciones izquierda/derecha -tan concretas, por otra parte- podemos entender a las dos Españas por el guisado de gato.Ha habido secularmente familias donde se ha guisado gato y familias donde se ha guisado faisán. Francis Franco tiene o tenía un chiringuito costero donde servía pinchos, supongo, de los ciervos vulnerados que cazaba en El Pardo, o donde fuese, con escopeta furtiva, lo cual que por eso mismo le tienen ahora empapelado, mientras los semanarios hacen el revival de papá con guisado de enfermo del Seguro. Ay.

Yo, que vengo de una familia del barrio de doña Benita, que guisaba gato en la postguerra tengo hoy dos gatos bien comidos. gato y gata con piel de lustre y bigote relamido. O sea que no me ha ido tan mal. Franco, Franco, Franco, a ti te lo debemos. Escribir en Madrid (Larra dice en Madrid, no en España. ¿verdad querido Buero?) ya no es llorar, o es llorar por otras cosas. Pero eso mismo nos obliga a dejar claro, ahora que el Parlamento lo pone tan oscuro que en España hay y ha habido siempre dos España: la del guisado de gato y la del guisado de ternera. Y no hay que darle vueltas. Si uno lee a los tratadistas de tercera página llega a dudar de que la izquierda y la derecha sean realidades fácticas en España, porque todo lo embrollan y oscurecen (sin la gracia oscurecedora de d'Ors) a base de demagogia de derechas, rollo donosista y mucho Vázquez de Mella, que es una especie de leche condensada. Yo no sé si la izquierda y la derecha son realidades fácticas, pero el gato sí que es una cosa fáctica, no hay nada más fáctico que el gato, y los españoles mesetarios y manchegos somos repugnancia del honorable Tarradellas, entre otras cosas porque hemos comido mucho guisado de gato, así como los españoles rurales y furtivos de Miguel Delibes comen guisado de rata.

Esos empresarios que ahora se visten de novio los domingos por la mañana, para ir al mitin blanco antes o después de misa de doce, ¿cuántos gatos se tienen comidos en su empresarial vida? ¿Han llegado ya, bajo el férreo socialismo de Suárez, a comer y guisar gato para después del mitin?

Gato y caballo ha comido el pueblo de España en la larga postguerra, y eso nos ha hecho un pueblo felino y equino, correoso de alma, un pueblo que vive en los tejados, junto a la antena de televisión, eso sí, un pueblo sensato y serio, que ya decía Mihura que el caballo sí que es un hombre serio. No hay más que sentarse en un bar de Vallecas o en un bar de Serrano para ver que las mujeres del lumpem han comido mucho gato y tienen la mirada gata y la pierna corta, mientras que las mujeres de la burguesía son ya ellas mismas el faisán heráldico que se han comido por Nochebuena.

Anda ahora por ahí otra vez, con motivo de la cuaresma, el slogan kitsch del día del ayuno voluntario, y cuando era pecado comer carne sin bula, yo le pregunté a un consiliario de Acción Católica si también era pecado comer carne de gato, y puso un gesto de asquito, claro, porque el gato parece que no está previsto por el Vaticano.

En el Club Siglo XXI, en el Parlamento, en todos los saraos y retretes de la clase política podemos ver en seguida que la izquierda ha comido gato y la derecha cordero de Avila, y Carrillo tiene una cosa gatuna de gato con gafas y López-Rodó tiene una cosa de cordero de Dios. Con Franco, por lo menos, estaba claro que la izquierda era la horda y había sido arrojada a la confusión del séptimo círculo del Dante, o sea las celdas de castigo de Carabanchel. Pero ahora con los neodemócratas de derechas resulta que la lucha de clases no es para tanto y que la disputación metafísica derecha /izquierda es como lo del sexo de los ángeles. Pero se trata del sexo de los pobres, y más aún del estómago de los pobres, y entre tanto travestí ideológico yo no veo más que una fórmula para saber si un español post-flebitis es de derechas o de izquierdas: «Vamos a ver, ¿usted ha comido gato de estraperlo?» Si se lo piensa dos veces es de Alianza.

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