Corregir a Tarradellas

Creo tener algo que decir acerca de la extensa entrevista publicada en el número de 5 de febrero del diario de su digna dirección, con el honorable señor presidente de la Generalitat de Catalunya.Las declaraciones del señor Tarradellas revelan, una vez más, el grado de sensatez, de experiencia política y de sentido práctico que le caracterizan y que se le reconoce. Sin embargo, y también una vez más, contienen una afirmación que envuelve una injusticia contra la que me siento en la necesidad de reaccionar públicamente.

Dice el señor Tarradellas que «muchos de los pueblos que hoy reclaman una autonomía han sido los sostenedores del franquismo y se han aprovechado de la situación del régimen para poder desarrollarse y no estar perseguidos».

Como catalán que conoce a fondo y en profundidad todos los rincones de España, puedo asegurar que los soportes del franquismo no han tenido localizaciones geográficas sino de otra naturaleza y que las zonas más deprimidas y menos desarrolladas de España a lo largo de los cuarenta años de franquismo han seguido siendo Galicia, León, Extremadura y la mayor parte de Andalucía y de las dos Castillas; cuyo aprovechamiento de la situación ha consistido en tener que emigrar sus gentes a Europa y a nuestras ciudades industrializadas para poder subsistir mínimamente. Los sostenedores del franquismo no han sido ciertos pueblos de España en perjuicio de otros sino, sencillamente, ciertos intereses que no conocen patria y que, por lo mismo, se han desplegado preferentemente donde la prosperidad y los altos niveles de vida ya existían.

Como que lo cortés no quita lo valiente y como que creo deberle al señor Tarradellas una visita de cortesía -que aún no le he hecho porque la fila de peticionarios parece ser interminable y yo no tengo necesidad de apresurarme- algún día tendré sumo placer en exponerle mis experiencias y en recomendarle unas vacaciones por esta España occidental que ningún daño nos ha hecho, quie ha sido la destinataria de los mayores abandonos, que ha constituido la base demográfica de nuestra industrialización y que no sólo no merece acusaciones, reproches y la atribución de privilegios y de dominaciones que no ha ostentado jamás sino que es acreedora de nuestra solidaridad, de nuestra asistencia y de nuestro amor.