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"Que el aumento del petróleo se destine a financiar la deuda externa del Tercer Mundo"

El presidente venezolano, Carlos Andrés Pérez, propuso ayer que el producto del aumento de los precios del petróleo durante 1978, entre el cinco y el 8 %, sea destinado íntegramente a sufragar la deuda externa de los países en desarrollo no productores de petróleo, como una contribución de la OPEP al mejoramiento de la economía del Tercer Mundo.

La propuesta fue hecha por el presidente Pérez durante el acto de inauguración de la quincuagésima reunión ordinaria de la OPEP, en un discurso de hora y media de duración, que finalizó a las cinco y media de la tarde de ayer, hora española.La iniciativa de Carlos Andrés Pérez ha producido enorme sorpresa, porque coloca a los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo, sobre todo a aquellos que como Arabia Saudita e Irán habían mostrado su intención de congelar los precios durante los próximos doce meses, en una difícil coyuntura; la de aparecer como insolidarios, si no aceptan la propuesta, ante el resto de los países en vías de desarrollo.

Habrá que esperar unas horas para valorar el impacto que la hábil maniobra del presidente Pérez produce en el seno de la conferencia, y más aún en los países industrializados. De lo que no cabe duda es que el jefe de Estado venezolano, autor de espectaculares iniciativas, ha variado con sus palabras el planteamiento inicial de la conferencia de la OPEP.

El discurso de Carlos Andrés Pérez ha sido terminante, duro y nada conciliador, probablemente ha hecho una de las más sinceras exposiciones sobre el actual panorama de la situación económica mundial de los últimos tiempos. Le ha recordado al mundo industrializado sus errores y ha negado de manera categórica que el Tercer Mundo y, más concretamente, los países exportadores de petróleo, sean los causantes de la crisis mundial

Carlos Andrés Pérez reconoció que la mayoría de los países de la OPEP han recibido presiones de los superindustrializados para congelar los precios de los crudos durante 1978, con el argumento de que dicha elevación sería catastrófica para la economía mundial. «Pero nuestra decisión -dijo- no puede ser vacilante; no vamos a dejar que se nos divida ni que se nos separe del Tercer Mundo. No se nos puede pedir que sigamos subsidiando a los países industrializados. No aceptamos que estos países continúen acusando al petróleo de ser el causante de la inflación mundial.»

Los argumentos de Pérez fueron, concluyentes. Se pide a los productores de petróleo que congelen los precios, pero, mientras tanto, los países industrializados siguen ahogando al Tercer Mundo con los constantes aumentos ten los precios de sus exportaciones. Las monedas en las que se cobran las exportaciones de materias primas, como el petróleo, además, pierden valor constantemente. «Entre 1976 y 1977 - señaló el presidente venezolano-, la OPEP ha perdido más de 2.500 millones de dólares por la desvalorización de esta moneda. »

Esta circunstancia produce, además, una situación insostenible para los países tercermundistas no productores de petróleo, cuya deuda externa ha aumentado de 40.000 millones en 1973, a 180.000 millones en 1977. «Y, además - añadió el presidente -, con la desventaja de que el 40 % de esa deuda está controlada por la banca privada internacional, lo que la encarece aún más.»

El gesto de Suecia, que hace poco anunció que consideraba canceladas las deudas contraídas por dicho país con las naciones del Tercer Mundo es, a juicio de Carlos Andrés Pérez, un ejemplo que deberían seguir las naciones. «Suecia -añadió- no ha hecho un gesto misericordioso, ni un regalo, sino un inteligente negocio», que contribuirá a equilibrar los intercambios entre los países industrializados y los de en vías de desarrollo. Todo el discurso inaugural del mandatario venezolano fue un canto a la unidad del Tercer Mundo y a la necesidad de un nuevo orden económico internacional. Recordó que el fracaso de la conferencia Norte- Sur y el de la que propiciaba el establecimiento de un fondo común de reservas, han sido producto de la intransigencia de los países industrializados de la falta de unidad del Tercer Mundo, que debe denunciar y evitar el despilfarro del mundo desarrollo

«No somos -dijo- como nos presentan las continuas falsificaciones de la realidad, unos villanos que queremos ahogar al mundo. Buscamos la equidad y la justicia.» Para Pérez, la única manera de utilizar sabiamente el petróleo en ese proyecto es aumentar los precios, reducir la deuda externa de los países no productores, frenar el despilfarro energético de los países desarrollados y vigilar el consumo interno de las naciones productoras. «A este paso, en el año 2000 se habrán agotado nuestras reservas», insistió.

El discurso del presidente venezolano precisará de un análisis más reposado. Pero sus palabras, escuchadas directamente a través de una pantalla de televisión por los doscientos periodistas que cubrimos esta información son concluyentes: es el mundo industrializado el que tiene que acercarse al Tercer Mundo y no éste el que siga pagando los platos rotos de una situación viciada desde la segunda guerra mundial.

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