La Democracia Cristiana italiana estudia un cambio de Gobierno
La semana de Navidad ha comenzado con un programa de paros laborales en ferrocarriles y transportes proclamados por los sindicatos autónomos, cuyas consecuencias serán graves para el emigrante que de Suiza, Francia y República Federal de Alemania retorna a Italia a pasar la Navidad con sus parientes.Los sindicatos critican esta política de paros parciales y por categorías profesionales que durará hasta el 7 de enero, pero poco pueden hacer para remediarlo. A nivel nacional el sábado pasado decidieron dejar la huelga general para la segunda quincena de enero. El problema que les preocupa es, acaso, más político que económico. No quieren verse reducidos a un grupo de presión o a que los partidos políticos desempeñen la función de mediadores entre los sindicatos y el Gobierno. Hoy y mañana se reúnen con las secretarías de los partidos, con el propósito de solucionar, sobre todo, los problemas. del empleo público y de contraponer al Gobierno que preside Giulio Andreotti, un plan de política económica «global» que enfoque la estructura económica italiana.
Las fiestas de Navidad están, pues, bajo el signo de la crisis y la discusión. Las entrevistas políticas han comenzado a todos los niveles, de secretarios y vicesecretarios, de técnicos y expertos. En vano el primer ministro Andreotti trata de recordar, como el domingo pasado en Molfetta, que lo que importa es la estabilidad.
Para Andreotti, sin embargo, será muy difícil salvarse y, en consecuencia, su partido ha comenzado a sondear y experimentar todas las soluciones posibles. La Democracia Cristiana, desafiada por el republicano Ugo la Malfa, presionada por los socialistas, intimidada por los comunistas, ha decidido salir al descubierto. El vicesecretario, Giovanni Galloni, autor material del «pacto a seis» gracias al que se mantiene el Gobierno de Andreotti, ha propuesto encuentros con los partidos y los sindicatos. El secretario general, Benigno Zaccagnini, se entrevista hoy con el líder socialista Bettino Craxi, que ha atenuado sus exigencias de un Gobierno de emergencia con los comunistas y no quiere «un choque frontal con la Democracia Cristiana.
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