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Presentación de las memorias del general republicano Hidalgo de Cisneros

Intervinieron Tuñón de Lara, Alberti y Pedro Altares

El pasado lunes se presentó, en un hotel madrileño, la primera edición en España de las memorias de Ignacio Hidalgo de Cisneros (Vitoria, 1894-Bucarest, 1966), jefe de la aviación republicana durante la guerra, militante comunista y miembro del Comité Central del PCE. Con el mismo título de Cambio de rumbo se publicó en Bucarest, en 1964, y en París, en 1960.El director literario de Editorial Laya, que ha publicado el libro en dos volómenes y edición de bolsillo, Alfonso Comín, presentó el acto, previsto en principio en el Instituto Nacional del Libro, que contó con las intervenciones de Pedro Altares, director de Cuadernos para el Diálogo, el historiador Manuel Tuñón de Lara y el poeta Rafael Alberti.

Pedro Altares situó el personaje de Hidalgo de Cisneros, en su experiencia personal de una generación que «los cañones rompieron sus juguetes», según expresión de López Pacheco. «Mi postura de lector ante este personaje importante de la más creciente historia de España es destacar su limpieza de miras y su cualidad de hombre sin rencor, que se mantuvo fiel a la República hasta su muerte. y escribe sin mala conciencia. Nunca se siente protagonista, se limita a trabajar con la República y por la causa del pueblo español como aportación á un futuro de libertad y de justicia.»Tuñón de Lara calificó Cambio de rumbo como un libro ejemplar. « Es la obra de un aristócrata, de un militar educado en una familia de origen carlista que va experimentando a través de su vida, que es toda una aventura, el choque con la sociedad que le rodea.» Destacó del libro, no las revelaciones sensacionales, sino el calor humano y el mensaje.

El libro permite, para Tuñón de Lara, tres lecturas: la personal la sociológica y la histórica, que se articula y, en ocasiones, se interfieren, siendo la personal la que más alcance tiene. «Hay testimonios que interesan al historiador, como la sublevación de Cuatro Vientos, y la visión personal de hombres como Azaña, Casares, Prieto, Muñoz Grandes, Sanjurjo, Franco. En el nivel sociológico, el libro refleja la ideología y mentalidad de los jóvenes oficiales de su época, sobre todo, en Marruecos, y de la aristocracia andaluza. Hidalgo fue jefe de la aviación de la República, comunista y caballero, un señor que estuvo enfrente de los señoritos y siempre abrazando a todo el conjunto de su pueblo. Murió pensando en España y sin el menor rencor.»

Rafael Alberti leyó el soneto que dedicó en su tiempo al general Hidalgo de Cisneros, muerto en destierro, que termina: «Mirad cómo sueña y crece/árbol que siempre verdece/al alba que nos espera.» Se extendió en recordar cómo debía su vida y la de María Teresa León a la ayuda de Hidalgo de Cisneros, que les proporcionó un coche y la salida en avión hasta Orán, junto con el general Cordón y Núñez Masa, donde salieron en barco hasta Marsella con Dolores Ibárruri. «lanacio -dijo Alberti- nos salvó de la muerte. Le conocimos en Roma, cuando era agregado militar de la República, y pasamos unos días extraordinarios con él y con Valle-Inclán. Fue también quien salvó a Indalecio Prieto, que fue sacado hasta la frontera en el maletero de un coche.»

Acabó diciendo que el libro llega en un momento oportuno, porque es «una de las vidas ejemplares que la juventud debe conocer». En este sentido, Alforiso Comín repitió unas palabras del prólogo de Tuñón de Lara: «Cuando la democracia española sea definitivamente más fuerte que los rencores cainistas, habrá que traer su cuerpo para que duerma bajo su tierra riojana. Porque el general Hidalgo de Cisneros no fue hombre de odios y de guerra, sino de amor y reconciliación.»

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