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Mario Vázquez: "Un mosaico de las culturas prehispánicas

EL PAIS: ¿Hasta qué punto es significativa esta exposición de Madrid en la aproximación al arte prehispánico de México?Mario Vázquez: Se trata de una colección de auténticas obras maestras. Es tanto, por poner un ejemplo, como si ustedes nos hubieran prestado las obras de Velázquez o de Goya del Museo del Prado.

EL PAIS: ¿Qué períodos comprende?

M. V.: En ella se recogen, prácticamente, todas las culturas prehispánicas desde 1400 a. C. hasta el 1521 d. C.

EL PAIS: ¿Se ven comprendidas todas y cada una de esas culturas en distintas llaves históricas para mejor comprensión del visitante?

M. V.: La sola mención detallada de todas ellas suministraría material más que suficiente a ésta entrevista. Usted, que ha recorrido conmigo la exposición, habrá observado la variedad de estilos, épocas y denominaciones que en ella se albergan, imposibles de retener en la memoria si no es por minucioso ejercicio nemotécnico.

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EL PAIS: He observado, sin embargo, que se establecen unos precisos límites históricos en cuyo marco respectivo se inscriben, con todo pormenor, las sucesivas culturas y subdivisiones de culturas. ¿Cuántos y cuáles son los capítulos fundamentales?

M. V.: La división general se explica en estos seis epígrafes: Cultura preclásica; Cultura clásica; Cultura posclásica; Cultura de Oaxaca, Cultura del golfo de México y Culturas del occidente mexicano. Las subdivisiones se van incrementando a medida que avanza la historia: de las seis referencias, po ejemplo, que se inscriben en el período preclásico pasamos a las 4 integradas en el apartado del golfo de México.

EL PAIS: Me he tomado la molestia de contar las manifestaciones subdivididas en cada uno de los seis epígrafes generales, que vienen a arrojar la suma de ¡108!, de acuerdo con las obras que se exhiben en esta milagrosa exposición ¿Puede considerarse una de las más importantes de cuantas se han celebrado en el mundo?

M. V.: Ciertamente. Si la cantidad le parece a usted abrumadora, creo que se ve holgadamente excedida por la cualidad y representatividad de las obras expuestas.

EL PAIS: ¿Cuál es el testimonio más remoto que nos es dado aquí admirar?

M. V.: Una pequeña figura de terracota procedente de la época preclásica, expresión de un arte de aldeas agrícolas, un arte ingenuo, mágico, pero en posesión de un asombroso dominio de la técnica de la cerámica y del conocimiento de la expresión.

EL PAIS: ¿Significa un cambio trascendental el advenimiento de la época clásica?

M. V.: En ella surge una civilización en sentido estricto: la vigencia de un estado teocrático, de un medio social altamente desarrollado en el que se produce el conocimiento de la matemática, la astronomía, la escritura. Se da también una estructura sociopolítica extraordinariamente sólida que seguirá conservándose como patrón hasta la llegada misma de los españoles.

EL PAIS: ¿Permanecía intacta, en cuanto a usos y significados, la arquitectura secular a la llegada de los españoles?

M. V.: No. En esa época eran ya lugares olvidados, abandonados, muchos de los antiguos conjuntos arquitectónicos (valga por todos el de Teotihuacán, el lugar de los dioses) al haberse construido otras edificaciones en otros lugares y con otras formas de vida.

EL PAIS: ¿Qué significado se ha querido dar a esta exposición?

M. V.: Hemos pretendido conferirle un señalado carácter de mosaico cultural en el que se ofrece al visitante la variedad y sucesión de culturas no siempre divulgadas. Es muy frecuente identificar lo mexicano con lo maya o con lo azteca, cuando la historia de México se caracteriza por el entramado de muy diversas culturas en las que se da, eso sí, una base común, económica, tecnológica, incluso una misma base religiosa, una auténtica cosmovisión, que en su expresión artística se traduce en una variedad, mosaico o abanico de peculiaridades regionales.

EL PAIS: Reducir, en efecto, lo mexicano a lo maya o a lo azteca equivale a ignorar de plano la asombrosa manifestación de culturas muy anteriores, como la olmeca de cuyo arte se nos ofrece, en los jardines del museo, una gigantesca cabeza de piedra capaz de suscitar la atención del más distraído de los paseantes. ¿Es suficientemente ilustrativo el mosaico cultural de esta exposición?

M. V.: El holgado centenar de obras expuestas habla por sí mismo.

EL PAIS: Cultura tolteca, zapoteca, huasteca, nayarit, colima, mezcala, sinaloa, tarasca, maya, azteca..., nombres y símbolos, que, en su propia lectura, parecen imposibilitar una visión de conjunto. ¿Podría usted colegir de entre tanta variedad y dar a conocer al visitante una nota común o pista de aptoximación?

M. V.: Habla usted de una visión de conjunto y justamente por ahí puede desprenderse una posible nota común de las culturas prehispánicas: una visión o, más bien una cosmovisión. Las manifestaciones precolombinas pueden encuadrarse en una gran visión cosmológica. Nuestros predecesores vivían en la rotundidad del cosmos; nosotros vivimos en la superficie. Nosotros tenemos cuatro puntos cardinales; ellos tenían seis, a saber, el norte, el sur, el este, el oeste..., lo de arriba y lo de abajo.

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