Oscar Urrutia: "Los tres grandes muralistas, por primera vez juntos en España"
EL PAIS: ¿Es ésta, en su conjunto, la exposición más relevante que de los tres grandes muralistas se haya celebrado, hasta hoy, fuera de México?Oscar Urrutia: Fuera y, también, dentro de México, si se tiene en cuenta que las obras aquí congregadas proceden de colecciones oficiales, confiadas a distintos museos de los que nunca habían salido para constituir un conjunto como el que en Madrid va a exhibirse.
EL PAIS: ¿Una verdadera muestra antológica del quehacer de caballete de Rivera, Orozco y Siqueiros?
O. U.: Antológica y sobre todo, retrospectiva, muy capaz de ejemplificar la evolución, la trayectoria, de cada uno de ellos.
EL PAIS: ¿Le es posible al contemplador, a través de estas obras de caballete, aproximarse a las pinturas murales, prototípicas de estos tres colosos?
O. U.: Muchos de los cuadros que aquí van a exponerse no pueden ocultar la expecífica dedicación muralista, el oficio, de sus respectivos autores. Para acentuar aún más la aproximación de que usted habla la exposición se verá acompañada de siete ejemplares de la obra titulada La pintura de la revolución mexicana, en la que se reproducen y explican los grandes murales de Rivera, Orozco y Siqueiros.
EL PAIS: Contemplado desde una perspectiva actual, ¿qué significado entraña el muralismo de los tres maestros?
O. U.: Los tres recibieron en su día la encomienda de ilustrar los ediftcios oficiales, y los tres se imponen la tarea de reflejar en sus paredes unas cuantas páginas del acontecer de su pueblo.
EL PAIS: ¿Cuál es, a juicio de usted, la aportación singular de cada uno de ellos?
O. U.: No creo que haya exceso en llamar a Diego Rivera el primer historiador de México, en el sentido más hondo y emotivo del término: sus murales constituyen un documento vivo en el que se define el rostro mexicano. Las pinturas de Orozco relatan, con toda crudeza y con toda honestidad, unos cuantos capítulos del dramático acontecer de nuestro pueblo, con su faz positiva y su lado negativo, sus lacras y virtudes. Siqueiros es, sin duda alguna, el más universalista de los tres. Sin dejar de ser entrañablemente mexicanos, sus personajes y argumentos se ven animados por las ideas internacionales del socialismo.
EL PAIS: ¿De dónde cree usted que le viene al artista mexicano esa fuerza expresiva que le hace inconfundible, ese vigor que en la primera Bienal de Venecia de la posguerra causó sensación universal y llevó incluso a que Emile Langui diera en bautizar el fenómeno como la visión de un nuevo mundo?
O. U.: El mexicano, rico creador de formas, emplea el material duro de la violenta naturaleza de su tierra para hacerlo socialmente activo, y lo somete con sus manos al más significativo de los procesos de la materia: el arte. Ninguna característica social contienen los materiales que debe transformar el artista; socialmente son indiferentes antes de llegar a sus manos; su estructura material no tiene correlación con los procesos ideológicos.
EL PAIS: ¿Convierte el artista en realidad social la materia indiferenciada?
O. U.: Es él, con su talento, quien hace socialmente vigentes los materiales, quien reinventa la percepción de esa sociedad de la que es parte, y la manifiesta con el sentido dramático de la creación. Corresponde al artista plástico la poderosa tarea de transmutar la materia indiferente a su condición de socialmente activa: crear la obra de arte.
EL PAIS: ¿Cómo se traduce ese proceso vital en el quehacer de los artistas mexicanos?
O. U.: México es un país prolífico en creadores plásticos de gran talla. De aquí que su imagen desborde la realidad económica de un pueblo pobre. Los artistas mexicanos son, como usted dice, vigorosos, pero lo son en las expresiones de una sociedad dolida con su historia, necesitada de ensoñación y ternura, desfogada en manifestaciones de brutalidad incontenible, de solidaridad con el dolor, e incluso de voluptuosa complacencia ante el futuro incierto.
EL PAIS: ¿Y es de aquí, en su opinión, de donde nace ese agudo sentimiento de protesta tan fácil de adivinar, de palpar, en muchas de las obras de los tres grandes muralistas aquí presentes?
O. U.: Los artistas mexicanos, en su visión de la vida, nos hablan no sólo de la belleza, sino de la verdad, representan el sentimiento, imaginan, sugieren, descartan lo no esencial para destacar lo característico, se unen en una gran individualidad para manifestar protestando.
EL PAIS: ¿Son parte de esa gran individualidad Diego Rivera, José Clemente Orozco y Siqueiros?
O. U.: La parte más decisiva. Es, justamente, en este sentido (de esencialidad, de veracidad, de viva atención a lo característico) en el que cabe llamar a Rivera el primer historiador de México, ver en Orozco la síntesis vital de las virtudes y vicios de nuestro pueblo, y asignar a Siqueiros la incesante proclama de justicia y solidaridad universal.
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