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Los laboristas británicos quieren modificar las estructuras de la CEE

Juan Cruz

En Gran Bretaña ha comenzado una campaña para impedir que en su próxima asamblea el Partido Laborista apruebe una resolución en la que se pide el desmantelamiento efectivo del Mercado Común Europeo.A pesar de que los laboristas y los sindicalistas han dejado ya de pedir la revisión del ingreso de Gran Bretaña en la CEE, las reformas políticas y económicas que exigen cambiarían por completo la estructura de la comunidad actual, de modo que ya no importaría que este país estuviera dentro o fuera de la organización.

Lo que les interesa a los laboristas es una confederación, en la que ellos puedan trabajar juntos con los socialistas de Europa. Es significativo que, salvando las críticas que por ello han recibido en su propio país, haya n invitado a los tres eurocomunistas, Carrillo, Marcháis y Berlinguer, a su asamblea general de finales de mes. Será la primera vez que haya comunistas en una conferencia del laborismo. La apertura de este grupo-político es un reflejo de las intenciones de la izquierda británica de buscar alianzas con las que contrastar aquí el creciente poderío de las fuerzas llamadas moderadas del Reino Unido.

Un antiguo ministro laborista, Lord Thomson, actual presidente del Movimiento Europeo, una organización que defiende la idea de una Europa unida, ha dicho que el Partido Laborista adopta una actitud reticente hacia la CEE por prejuicios y por ignorancia.

En su asamblea de finales de septiembre, los laboristas tendrán que votar varias mociones en las que se pide un cambio radical de la institución, sobre todo en lo que se refiere a las regulaciones del Parlamento que tendría que elegirse en Europa el próximo año. Los laboristas no quieren que ese Parlamento mande sobre lo que decida la Cámara de los Comunes de Londres.

Los laboristas tendrán que pronunciarse también sobre una idea lanzada por el ejecutivo del partido. Según esta teoría, la Comunidad perdería poder legislativo, que quedaría en manos de los parlamentos de los países miembros, de modo que los Gobiernos individuales puedan poner en práctica su propia política, sin interferencias supranacionales. La izquierda laborista, fuertemente representada en el ejecutivo, considera que el Gobierno británico «no puede llevar a cabo criterios socialistas, porque las regulaciones del Mercado Común lo impiden».

Lord Thomson, que fue uno de los primeros representantes británicos ante la CEE, considera que es erróneo culpar a esta entidad de todos los fracasos económicos del Gobierno, en su lucha por mantener congelados los precios de los alimentos.

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