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Ecología

Acelerado proceso de degradación de los ríos salmoneros

Durante los últimos cuarenta años los ríos salmoneros de Asturias jugaron un importante papel en la vida político-social de nuestro país. Allí escenificaron sus jornadas pesqueras triunfales no sólo el general Franco, sino también sus ministros Fraga, López Rodó, López Bravo, etcétera, que en un sólo día llegaban a extraer muchas decenas de salmones de aquellos cotos especiales. Sin embargo la oligarquía franquista que tanto disfrutó con estas aguas, nunca se preocupó de su conservación. La Asociación Asturiana de Amigos de la Naturaleza ha elaborado un informe, del que hemos extraído este reportaje, sobre el acelerado proceso de degradación de los ríos salmoneros del norte de España.

El pasado 18 de julio se clausuraba la temporada oficial de pesca del salmón en los ríos de Asturias, Galicia y Santander. El número total de capturas fue de 3.223 salmones, de los cuales 2.103 fueron pescados en Asturias. Estas cifras, alarmantemente bajas, denuncian por sí solas una situación de deterioro de estos ríos que aumenta progresivamente año tras año.De los 4.700 salmones pescados como promedio anual en todos los ríos asturianos durante el quinquenio 1965-1969, se ha pasado a los 1.140 del último trienio, 1975-1977. La reducción, por tanto, de la capacidad productiva salmonera de Asturias en los últimos diez años es de más de un 75%.

Río por río, los resultados de los análisis son igualmente catastróficos:

-El Cares-Deva y el Sella pasaron de un nivel de capturas oscilante entre los 2.000 y 2.500 salmones/año (1969) a sólo quinientos (1977) o incluso menos, tal como sucedió en 1976.

-El Narcea pasa de un nivel de unas 1.500 capturas anuales a sólo quinientas.

-El Canero-Esva es el único río asturiano que mantiene su productividad normal a lo largo de la última década. Sin embargo, debido a sus reducidas posibilidades productivas, próximas a los doscientos salmones por año, su regularidad no influye de forma decisiva en el resultado global.

-Por último, el Navia es una de las víctimas más caracterizadas de los manejos incontrolados de determinadas industrias. La aparición de la papelera de CEASA en la desembocadura de este río, representó el definitivo golpe a un camino ya iniciado por las presas de producción eléctrica levantadas en su curso bajo y medio. A partir de 1971, la contaminación producida por la papelera comenzó a causar estragos, con lo que el Navia es un río definitivamente perdido para el salmón en Asturias.

Las causas del desastre ecológico

Las causas de esta penosa situación ya generalizada no dejan de ser evidentes, a pesar de su complejidad, y desde luego no exclusiva mente achacables a los «fenómenos telúricos incontrolables», tal como pretendía hacer creer , en recientes declaraciones el máximo responsable de Icona en Asturias, señor Vigón.Veamos sólo algunas de las más nocivas, que en gran medida serían corregibles de proponérselo seriamente los responsables:

La enfermedad UDN, fue no sólo en Asturias, sino también en todo el mundo, una de las principales causas de la disminución de los salmones. Lo chocante es que en nuestro caso concreto, dado que como reconoce el propio Vigón, poco se conoce de la etiología de esta enfermedad, no se tomaran medidas excepcionales ante tal excepcional enemigo. Medidas que durante años pasados, y en lo más virulento de su ataque podrían haber ayudado a contrarrestar sus efectos. Así se podrían haber tomado iniciativas, desde la puesta en marcha de períodos de veda más amplios que aseguraran el mayor número posible de reproductores al final de la temporada pesquera, hasta inversiones adecuadas en programas de investigación' para poner en claro, y en la medida de lo posible, sus caracteres y circunstancias, pasando por campañas de repoblación superiores a las normales, o el control de los focos más nocivos de contaminación de nuestros ríos. Sin embargo, nada de esto se hizo. Las consecuencias están ala vista. En este momento parece que la enfermedad remite de una forma tan natural y misteriosa como apareció, y sin que nadie pueda pensar que los responsables del Icona movieron un solo dedo para paliar sus efectos.

Pero, aparte de este factor, existen otros, sin duda tan nocivos para la supervivencia de esta especie. Nos referimos al control de la limpieza y sanidad de los ríos. En estos casos la actuación adecuada de la Administración hubiera dado unos resultados favorables en el campo de la conservación. Así en el caso de la empresa Hidroeléctrica del Cantábrico, propietaria de la presa de Calabazos, qué maneja el agua a su antojo y conveniencia, poniendo en peligro no sólo la riqueza salmonera del Narcea, sino también las vidas humanas de los que por una u otra razón transitan por sus márgenes. También se debería llevar a cabo una auténtica fiscalización de las técnicas de pesca, hoy degradadas hasta el extremo de que gran cantidad de salmones «pescados» no son enganchados por la boca.

En estos y otros temas es en los que cabría esperar la actuación de funcionarios competentes al servicio incondicional de lo que les fue encomendado: la conservación de la naturaleza en general y de nuestros ríos salmoneros en particular.

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