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Un saldo remata la broma de la Feria del Toro

No ha habido en toda la feria momento de mayor vibración como en el homenaje popular que se dedicó ayer al doctor Carlos Juaristi, cirujano de la plaza al terminar el paseillo. Cuarenta y ocho años lleva al frente de la enfermería de la plaza de Pamplona y es, naturalmente, una institución. No ha querido esperar a que se cumplan sus bodas de oro, porque piensa que para ejercer con la eficacia debida la cirugía taurina, hay que estar dedicado de lleno a la cirugía general, y de ésta ya se jubiló. De manera que el doctor Juaristi ha puesto punto final, con la última corrida de feria, a su vida profesional.

Pero jamás podrá olvidarla despedida. Las ovaciones que le dedicó el público fueron delirantes. El griterío de las peñas ponía un nudo en la garganta. Le voceaban: « ¡Juarisli es cojonudo: como Juaristi no hay ninguno!». Aparte los toreros, con toda clase de lesiones, incluida aquella cornada que sufrió Rafael Ortega hace tantos años, que aún se recuerda, ¡cuántos mozos habrán pasado por las manos del doctor Juarista! Mozos que llegaban con la carne desgarrada tras un encierro sangriento o con fracturas y conmociones, o simplemente fuera de combate por la sopa de una borrachera cogida con todas las de la ley por la cuesta de Santo Domingo arriba y abajo en las noches sanfermirieras de bullicio y alegría.

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Estos mozos dedicaron ayer su homenaje al doctor Juaristi como sólo ellos saben hacerlo: que la

mocina pamplonesa, cuando se vuelca, lo hace con el alma. Para mí que ese homenaje paró el ambiente de disgusto profundo que había contra la comisión organizadora de las corridas de San Fermín por este fin de feria intolerable: toros de tres ganaderías, entre ellas, dos de tan poco crédito como son las de Lisardo Sánchez y Pérez Angoso, para rematar la broma de la Feria del Toro. ¡Qué no nos hagan reir, vamos!

Y así resultó: uno de los perez angoso que salió en segundo lugar. era un manso de mala ley que tiraba cornadas. Casi ilidiable, Arande pudo meterle el brazo para matar, jugándose la vida, y ya ni se dejó descabellar. Al otro, el sexto, zancudo, feo, sin estilo, gazapón y probón, Manzanares hubo de aliñarlo porque no admitía florituras.

Los de Lisardo, muy serios y bien armados, estaban cojos. A la defensiva el que hacía quinto de la tarde. Aranda lo porfió en todos los terrenos y de todas las maneras por si aunque fuera de milagro, surgía la posibilidad del triunfo. Pero ni de milagro: el lisardo se quedaba en el centro de la suerte, tiraba gañafones y no servía más que de pasaporte para que el doctor Juaristi consumara su despedida cosiendo al torero en el quirófano. Se libró Aranda de la cornada y quizá ahí fue donde se produjo el milagro.

El otro lisardo, aborregado y cobardón, se encontró a un Viti lidiador que construyó una faena de torero recio y con oficio: lo fue metiendo en la muleta pausadamente, al principio con frecuentes enganchones de la tela, hasta que consiguió varias tantas de naturales de impecable factura. Se entregó la plaza ante muleteo de alta escuela, pero el propio torero desbarató su éxito a la hora de matar.

Lo que quedaba del hierro primitivamente anunciado —María Pallarés— se corrió en primero y tercer lugar. Fueron dos toros discretitos de trapío sin fijeza el del Viti, incluso a la defensiva durante el aseado aliño, para irse arriba al final del traste. Y noble el de Manzanares, pero Manzanares no estaba ayer —pareció— por el toro güeno. Citaba con la muleta retrasada, intentó torear varias veces aprovechando el viaje: se ayudaba con el estoque para el natural. Hubo algún pase suelto de excelente ejecución, pero tanto como nada para una figura postinera que tiene delante un toro sin problemas insalvables. Con el capote. ni existió.

Y con esto y un bizcocho... terminaron los sanfermines. El Pobre de mí cerró anoche la gran fiesta popular que ha tenido a Pamplona, durante nueve días, en una continua explosión de alegría. Nueve días de baile, canciones, merendola, vino y pacharán.

- Y de Feria del Toro.

—¿Del toro? ¿Es que quiere quedarse conmigo?

Feria del Toro según se mire, ¿no?

—Bien, pues según se mire: tres días de Feria del Toro dos de feria del manso, otros dos de feria del borrego, aquella novillada que dieron a la hora de cenar, y. como broche, la feria del saldo.

Muchos recuerdos a la comisión taurina de la Santa Casa de la Misericordia. ¡Abur!

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