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El precio de los votos rurales

Desde que hace meses se aprobó la ley de Reforma Política, se ha llamado la atención desde estas páginas sobre la importancia que las correcciones introducidas en el sistema proporcional darían al voto de las provincias menos habitadas del país. Luego, el sistema de cómputo de votos populares propuesto en la ley Electoral reforzó esta tendencia y abrió la puerta para que pudiera ocurrir lo que ya ha ocurrido: un partido o coalición que consiguiera vencer en las zonas semiabandonadas del país y se mantuviera en buena posición en las concentraciones urbanas podría conseguir un desproporcionado porcentaje de escaños parlamentarios en relación con el número de votos reales obtenidos.

Así, el voto de Galicia, León, las dos Castillas y Extremadura ha resultado determinante en la composición del Congreso de los Diputados, pudiendo afirmarse que la Unión de Centro Democrático debe su posición privilegiada en dicha Cámara al voto rural más que a ningún otro.

Este hecho da origen a algunas reflexiones.

En primer lugar, se viene a confirmar la tendencia conservadora del voto del campo en comparación con el típicamente urbano. Sin embargo, no hay por qué suponer que dicha tendencia vaya a mantenerse de forma perpetua y quizá ni siquiera a corto plazo. Si el partido o partidos en el poder no cuidan este voto rural, puede producirse una radicalización del campesinado de cara, incluso, a las próximas elecciones municipales.

En segundo lugar, el Gobierno que se forme tras las elecciones ha de ser consciente de la responsabilidad contraída con el campo español. El sector agrario -ya se ha dicho muchas veces-, ha sido la cenicienta del crecimiento económico del país; se han extraído sin contrapartida sus ahorros y sus personas, a la vez que se hacía- inviable el negocio agrícola. Las reivindicaciones ya apuntadas en meses pasados van a llover sobre la Administración y ésta tiene que estudiarlas con cuidado, porque lo que está peligrando es el abastecimiento alimentario y el equilibrio del espacio físico del país. La igualación de rentas. y calidad de vida de los medios rurales y urbanos es vital para poder fijar de alguna manera la población, consecución que sería, a su vez, paso previo para la toma de medidas de saneamiento de la economía española. En una situación de convulsión social que provoca en los campesinos un deseo irrefrenable de cambio de vida, es difícil plantear una política estabilízadora.

Por último, hay que señalar que el voto rural también ha contribuido, aunque de forma menos acusa da que en el caso de UCD, al importante número de escaños conseguido por el PSOE, que se ha convertido de la noche a la mañana en una alternativa real de Gobierno. En este sentido, cabe llamar la atención a los responsables del programa de dicho partido, al igual que se hace con los que, de momento, van a ejercer el poder. El voto rural no es, en general, un voto ideológico, sino pragmático., y, al votar socialista, el campesino está exigiendo que el PSOE contribuya desde el Gobierno a hacer realidad sus aspiraciones de justicia y bienestar social que le han llevado hace pocas semanas a sacar sus tractores a la carretera. De acuerdo con todo ello, el programa agrario del PSOE habrá de ser mejorado sustancialmente, ya que un partido que ha aceptado, por boca de su secretario general, representar una alternativa de Gobierno, no puede permitirse el lujo de ofrecer, como lo hace actualmente, un paquete de medidas para la agricultura que son apresuradas, poco concretas y un punto demagógicas. Todo ello era justificable hasta hace unos días, pero los resultados electorales obligan al Partido Socialista Obrero Español a elaborar de inmediato un programa de política agraria que sea serio y responsable.

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