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En la muerte del gran hispanista

Marcel Bataillon.

Con verdadera emoción y profunda pena tomo la pluma para recordar brevemente la enorme deuda que España tiene con el gran hispanista que acaba de desaparecer. Creo que el último acto público en que tomó parte fue su asistencia a la presentación del Centro de Cooperación Hispanista que la Fundación Universitaria acaba de crear. Invitado por mí, nos honró con su presencia y, a continuación, pronunció una interesante conferencia sobre una obrita olvidada del protestante español del siglo XVI; Diego de Encinas. Poco antes de su muerte recibió el librito en que se ha recogido cuanto se dijo en aquella velada, publicándose además un fascículo de la obrita comentada por Bataillon. Nos conocimos desde su estancia en España, en 1921. El y un amigo, el también eminente hispanista Sarrailh. Recuerdo la alegría y las bromas con que asistíamos en casa a la confección del café en una cafetera que era una locomotora que salía andando y pitando cuando la infusión estaba a punto.

Durante tan largos años, nunca se enturbió nuestra amistad y jamás me regateó su consejo o su ayuda. Yo he perdido un gran amigo y España al más insigne de los hispanistas.

El hispanismo moderno es científico. Existe un ensayo de Altamira que se titula «Hispanólogos e hispanófilos», en el que insinúa que entre los hispanistas hay quien se ocupa de la cultura española sin amarla, y que existe el hispanófilo, que además de estudiarla simpatiza con ella. Ha habido muchas leyendas sobre esto. Fue precisamente Bataillon quien, en uno de los cursos del Colegio de Francia, estudió la calumniosa especie de que Morel Fatio era un antiespañol. Es curioso que pueda decirse esto. Morel Fatio no era católico, pero debemos tener presente que se da la casualidad de que los grandes exploradores de nuestra espiritualidad no han sido católicos militantes ni apóstoles de la religión;han sido hombres de ciencia fría, que han apreciado el valor de la creación religiosa de España. Y se puede decir que estos investigadores han hecho más por la historia religiosa de nuestra Patria que muchos apasionados creyentes y patriotas.La cumbre de todo este hispanismo científico que nos ha enseñado tantas cosas a los estudiosos españoles la representa la obra de Bataillon.

La obra capitalde Bataillon es Erasmo en España. Erasmo en España es el resultado de quince-años de investigaciones. Cuando estuvo Bataillon de profesor en Lisboa, en aquellas bibliotecas portuguesas que son un tesoro para nuestra historia religiosa, porque conservan casi todos los libros que la Inquisición perseguía en España, inició sus publicaciones sobre espiritualidad española. No es posible hacer la historia de este aspecto de nuestra literatura sin conocer los libros rarísimos, a veces ejemplares únicos, que existen en bibliotecas de Portugal; por ejemplo, el Audi Filia, de San Juan de Avila, está en la Biblioteca Nacional de Lisboa; la Doctrina cristiana, de Juan de Valdés, que descubrió y reimprimió Bataillon, y que fue su primera publicación importante sobre la espiritualidad española, está en la biblioteca de Evora, y así sucesivamente.

Bataillon vino a nuestra Patria por vez primera en 1915, aprovechando una beca de convalecencia en España; luego volvió de 1920 a 1922; venía a estudiar los manuscritos griegos en España; probablemente por la sugestión que sentían todos los jóvenes hispanistas hacia la figura de Charles Graux; pero, cuando llegó a España, cambió de opinión y se dedicó a los estudios de historia religiosa española. Era un hombre que todo cuanto escribió es científico y exacto; yo no sé si es exacto lo que algunas veces dijo dé que influyó mucho en ese cambio de estudios el haberme escuchado a mi una conferencia sobre mística en el Ateneo de Madrid. Si eso es cierto, doy por bien pagadas mis perezas porque podré poner en la cuenta de las deficiencias de mi obra ese servicio que, sin saberlo, habré prestado a la cultura española. Bataillon, especialista de estudiós clásicos, se puso, en contacto con el paulinismo, que habla de ser la clave que le haría en tender todos los problemas de la época del erasmismo y de nuestra literatura espiritual del XVI. El mismo lo cuenta; conoció la doctrina de San Pablo a través de un profesor de griego que estudiaba la incorporación de muchos temas culturales del clasicismo griego al cristianismo. Ese camino de su especialidad en letras clásicas que profesaba Bataillon le puso en contacto con lo que había de ser la clave de su gran obra y el hilo conductor de sus investigaciones sobre la espiritualidad española. El período del erasmismo en España se mueve entre dos épocas: en 1516, el cardenal Cisneros invita a Erasmo a venir a España; en 1559, Paulo IV incluye todas las obras de Erasmo en el Indice Romano; entre esas dos fechas está toda la evolución del eras mismo, que en España tuvo un éxito extraordinario. La obra de Bataillon no es sólo la obra de un hispanista; es la obra de un gran historiador de la cultura europea del siglo XVI que se encuentra con este foco de erasmismo en España, que no fue exclusivamente el erasmismo humanístico, sino el humanismo que constituía una educación religiosa: la pietas humanistica, que en España triunfaba bajo la bandera de Erasmo.

Bataillon no fue sólo un especialista de la historia de la espiritualidad; él ha conseguido, con otros hispanistas, que los estudios hispanísticos vayan hoy vinculados a los estudios de Hispanoamérica y a los estudios de la cultura portuguesa, es decir, a la cultura peninsular. Esto ha sido un gran acierto, porque la cultura peninsular gana en posibilidad de comprensión cuando se estudia conjuntamente. Bataillon no es, exclusivamente, un investigador de temas religiosos; ha abordado todos los grandes momentos de la literatura española.

En la Fundación Gulbenkian portuguesa se ha publicado la bibliografía de Bataillon, un trabajo ingente que llevaría más de un libro para poderlo comentar. Ha estudiado La Celestina, el sentido autobiográfico del Lazarillo, al P. Las Casas, y el problema de la expansión religiosa de España en América. Puede decirse que ningún capítulo de la historia de nuestra literatura le es ajeno. Publicó recientemente un tomo de lección varia de autores clásicos, en que reúne los diversos temas que ha tocado. Esta obra tiene, además, una calidad: se ve en toda ella un gran investigador que maneja la clave con que todos los problemas españoles pueden entenderse:, quiero decir un profundo conocimiento de nuestra historia religiosa. España debe un homenaje a este gran hispanista, cuyas investigaciones han renovado de modo magistral los temas más neurálgicos y complejos de la historia de nuestra cultura .

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