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La vanguardia, entre la recuperación y la contestación

Los rítmicos y sencillos huecos de la arquitectura del barrio de Salamanca se han conservado eludiendo el recurso al diafanado comercial con grandes transparencias. Ningún diseño para anunciar el diseño. Este es el tratamiento exterior de la nueva instalación madrileña de Bocaccio Design, que propone una síntesis altamente significativa de muy diversos en tendimientos del diseño doméstico apoyada en el diálogo entre el pasado y el presente entre la creación y la recuperación.Lo que se nos presenta en BD no es un diseño de vanguardia sin más. Lo que allí encontramos es una extraordimirla suma de episodios, es decir ejemplos y formas que sólo son coniprensibles insertados, en el discurrir del tiempo y vinculados a unas claves culturales. El conjunto de la exposición constituye un desarrollo histórico pero en el sentido de la historia recuperada o con un término algo más comercial reeditada; Gaudí. Hoffmann. Rietveld. Aalto. Mackintosh, etcétera, aparecen no sólo como ejemplos excepcionales -muebles signes- sino como elementos utilizables, como ofertas. Ello supone una involución en los criterios dominantes hasta ahora. Habitualmente la comercialización y promoción del diseño se aborda desde diversos planos de modernidad y de calidad, pero apoyándose tácitamente en una acotación de su origen constituida por la existencia de una genérica imagen de modernidad(simplificación. deternilnados materiales. etcétera). El mueble racionalista en este sentido se ha institucionalizado como el punto de arranque de esta imagen:el sillón Wassily, de Breuer la silla Barcelona de Mies son ya el clasicismo de esa modernidad. El máximo valor de este diseño es su vigencia, que le permite resistir el desgaste del tiempo, y una coexistencia en pie de igualdad con soluciones muy posteriores. Es la vanguardia permanente. Por ella no pasan los años. Esto significa sin embargo, que su aceptación se apoya en su modernidad sin tiemperduran porque se conservan como diseñados ayer. Son ya históricos, pero no se nota.

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Pues bien, asistirnos ahora a una consideración más rica que rebasa la frontera de ese clasicismo nioderno. La vigencia de la imagen. como justificación de las vanguardias en la, actualidad se replantea desde patrones culturales más complejos que se pueden sintetizar en principio en la afirmación de Franz Wittmann, reeditor vienés de los muebles de Hoffmann: «La perfección no tiene tiempo.» Parece así que la calidad determina un nuevo criterio de vigencia: la recuperación histórica se realiza como selección de obras maestras (por ello en Italia la serie realizada por Cassina recibió el título ueneral de I Maestri). Es la maestría lo que parece dar motivo para remontarse a Mackintosho Gaudí. Sin embargo, no todo es tan simple. Hay por el contrario un deseo de acusar la temporalidad del diseño de incorporar repertorios por los que sí han pasado los años, donde el distanciamiento histórico añade especiales valores.

Las razones para ello no residen solamente en nostalgias potenciadas por grupos de decisión culturales. Las valencias simbólicas que encierran potencialmente las antigüedades módernas prerracionalistas atraen necesariamente a una generación que ya sabe que una función es signo de sí misma y que es bien poca cosa que una forma responda a una función. Todo deriva de la crisis de la racionalidad, de donde surgen muy diversas vías. La más provocadora -el di seño equívoco- se apoya en la libre asociación de formas y funciones, la silla-arquetipo (Breuer) puede ya ser muchas cosas: guante de boxeo, capitel corintio. etcétera. Por el contrario. el camino más culturalista se apoya en la incorporación de los contenidos del pasado que pueden oscilar entre el figurativis nio modernista de Lamberto Escaler, el refinamiento-clásico-vienés de Hoffmann o la elegancia casi surrealista de la silla Hillhouse de Mackintosh. sin olvidar el antifuncionalismo teórico de la silla Red and Blue de Rietveld. La historia nos devuelve a la vez. encantadoras impurezas y purísimos implacables. Claro es que inevitablemente esta vía opera desde unas claves culturales solamente válidas,desde la previa aceptación de un mar en de autonomía lo que producírá actitudes de rechazo en quienes siguen considerando el diseño como una actividad catacumbal. Peroesta es la eterna cuestión que gravitará sobre el diseño por siempre jamás.

Paralelamente a esta incorporacion histórica sentida conscientemente como tal BD nos ofrece tarmbién extradordinarios ejemplos de clasicismo moderno, en la serie de Aalto, como genial diálogo de unas formas con la madera y en el mobiliario racionalista de Pagano y Terragni que constituyen episodios de la vanguardia clásica algo oscurecidos por el excesivo protagonismo del mueble de tubo.

La segunda línea de promoción de BD constituida por la edición de diseños actuales, nos permite rastrar diversas aciíludes. Lo que pudiera denominarse ortodoxia funcional se manifiesta en ejemplos como la mesa Sevilla de Bonet y Ciriaco en los accesorios de baño de Mirela Riera muy en la línea de la perfección forna de Ulm: pero podríamos afirmar que no es este planteamiento el más significativo. Parece más bien como si asistimos a la invención de nuevas reglas de juego en las que el diseño parece operar aumentando su margen de autonomía interesado más en crear códigos alternativos que en resolverlos códigos existentes. Esto se manifiesta en la creación de nuevos códigos formales, como la estantería Harpo de Gregotti entendida como Un protagonista anárquico, que se resuelve como una superposición escalonada exenta, por oposición a la tradicional superposición-vertical-adosada; esstamos en el terreno del mobiliario anibiguo. En otras propuestas se acusa una autonomía del proceso constructivo como en la inteligente solución de las estanterías hialinas de Clotet y Tusquets. resuelta sobre el protagonismo de una moldura-soporte que permite alojar la iluminación, pero obliga a colocar libros en horizontal por su misma limpieza técnica. Esta línea desemboca finalmente en la invención de nuevos códigos de liso que permitan absorber la propia capacidad generada por el diseño, tal es elcaso de la lámpara Flamingo de Siza Vieira que además de iluminar -como es la obligación de toda lámpara- puede llevarse cómodamente en una bolsa, desmontada y plegada.

En conjunto, una gran lección de diseño la que encontramos tras los sencillos huecos de Villanueva 5

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