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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

180 grados de funambulismo político

El humor costumbrista de Fernando Vizcaíno Casas ha realizado un paso de línea y se ha hecho más agudo y considerable al incidir en el área de las costumbres políticas. No es lo mismo la sonrisa benévola y zumbona al relatar los usos y costumbres españoles en los años cuarenta, que contemplar a lo largo de cuarenta años la historia política contemporánea vista a través de un «zoon politikon» característico. La historia política de un país a lo largo de casi medio siglo es un tema perfectamente serio y su seriedad subyace bajo el humor de la superficie y del carácter.Los cuarenta años del régimen de Franco se hallan vistos a través de la trayectoria política de un girasol que se fue amoldando cuidadosamente a los acentos dominantes en cada lustro, a los matices más convenientes para que su carrera política se significase por el ascenso primero a un nivel cotizable dentro de la «clase» y después por los movimientos de rotación y traslación precisos para no desmerecer de ella, que por supuesto es cambiante y voltaria en el giro preciso y en la mudanza necesaria. Como el libro de Vizcaíno Casas se halla trazado con el grado caricaturesco necesario para el humor, los rasgos son abultados, el perfil político del protagonista, Manolo Vivar (luego, don Manuel Vivar), es lo que se llama técnicamente un perfil realzado, pero este tratamiento no priva a la trama de su verosimilitud una vez suprimido el realce, y hemos de convenir que conocimos todos, sin realce alguno, personaje reales que realizaron el giro de 180 grados en sus posturas y posiciones con la agilidad de un saltador de garrocha.

De «camisa vieja» a chaqueta nueva, por Fernando Vizcaíno Casas

Editorial Planeta, SA Barcelona, 1976

El personaje no es nuevo como no lo es nada bajo el sol, y novelescamente su prosapia alcanza a aquella dinastía galdosiana de los Bragas de Pipaon, que fue un gran camaleón de los tiempos fernandinos. El movimiento de Pipaon fue brusco y el cambio, realizado en una loseta, pues que en el tiempo del citado Borbón no hubo más alteración violenta que aquellos tres «mal llamados años» liberales. Pero las mudanzas de Manolo Vivar se inscriben en una órbita mucho másmonocorde, pero matizada, y exigen juego más pacienzudo dentro de un sistema sólo monolítico en la superficie. Por eso la novela de Vizcaíno, que señala el amplio giro, puede describirlo con detalle y delectación e incluso, para demostrar que la caricatura es relativa, insertar testimonios reales de personas citadas con sus nombres del mismo modo que el cubismo solía pegar en sus cuadros retazos de periódicos o una caja de fósforos. En realidad, la posición censoria del autor es obvia y su retrato de la inconstancia humana, política sobre todo, sólido en todo aquello que rebasa (y es mucho) el ritmo cambiante de los acontecimientos y de las generaciones, producido por un deseo desatentado de permanecer en la cresta de la ola.

«De camisa vieja" a chaqueta nueva» es un libro de humor nacional, como podríamos decirlo de « Los que no fuimos a la guerra », de Wenceslao Fernández-Flórez, o el «Haciendo de República », de Julio Camba, es decir, aquellos en que las fórmulas del humorismo se inscriben en la crónica española y por eso son rabiosamente característicos cuanto moderadamente universales.' Y no es que el fenómeno del camaleonismo político no sea extensible a cualquier país, pero quizá la abrupta orografía de la política española a lo largo de la historia ha proporcionado unas capacidades de funambulismo fuera de lo común como este Manolo Vivar de nuestros pecados que pinta, graduándose una vez más como humorista y como cronista de la vida española, Fernando Vizcaíno Casas en su libro más ameno más agudo y Más hondo, porque se desarrolla a lo ancho de una nación, de un régimen y de cuarenta años. Es un libro que se leerá largo tiempo y que interesa, desde su óptica y su medida hasta a la letra pequeña de los historiadores, la veracísima «petite histoire».

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