México: hecho histórico y emocional
La noticia del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre España y México era esperada ya en esta capital ayer lunes, y no supuso ninguna sorpresa. Se pone así fin a una situación que duraba 38 años, desde que a raíz de la guerra civil el Gobierno mexicano decidiera no reconocer el régimen del general Franco y mantener los lazos diplomáticos con el Gobierno de la República española en el exilio.El presidente de ésta, José Maldonado, actualmente en México, declaró ayer al enviado especial de EL PAIS: «El restablecimiento de relaciones es un acto que depende exclusivamente del Gobierno de México como país soberano que es», y que se abstendría, por tanto, de hacer ninguna declaración al respecto. Subrayó, no obstante, el hecho de que las instituciones de la República no se disolverían hasta que unas auténticas elecciones libres se celebren en España, como expresión de la voluntad popular. El Gobierno de la República, añadió, mantendrá su sede en París.
El presidente López Portillo, que le encuentra de viaje oficial en Monterrey para asistir a la inauguración de un encuentro de empresarios latinoamericanos -con presencia de una delegación española-, ha declarado: «La reanudación debía darse y se ha dado, y estamos profundamente satisfechos de haberlo cumplido.» López Portillo calificó las relaciones de México y España como una acción de realismo y objetividad. «Ambos países -dijo- hemos acordado establecer las relaciones. De esta manera, la normalización total significará la posibilidad de evitar lo que hemos considerado como desviaciones innecesarias en nuestras relaciones comerciales y culturales, porque ya nos apoyaremos en representaciones diplomáticas.» El presidente de México dijo, por último, que con mucho gusto y gran satisfacción viajará próximamente a España.
Toda la prensa de la tarde mexicana sacó ayer ediciones especiales con la noticia del restablecimiento de relaciones. Las emisoras de radio y de televisión dedicaron igualmente amplísimo espacio a la cobertura del hecho. En la prensa de la mañana se especulaba ya con la inminencia del mismo y era unánime el tono de satisfacción de los editoriales y comentarios. Para, México, como para el Gobierno de Madrid, el restablecimiento de relaciones con España, solicitado por prácticamente todos los sectores políticos, es casi una cuestión de política interior y un hecho a un tiempo histórico y emocional. Se desconocen la repercusiones concretas que en el terreno de los intercambios económicos y culturales pueda tener el hecho; México mantiene un déficit crónico en su balanza de pagos con España -veinte millones de dólares-, y se supone que nuevas oportunidades de inversión aquí serán concedidas a empresarios españoles en las próxima semanas.
Nuevos embajadores
Respecto a la identidad de los nuevos embajadores que han de ser nombrados, se especula con la posibilidad de que sea José Juan Olloqui, actual subsecretario mexicano de Asuntos Exteriores el designado. Otras fuentes señalan para el cargo a Agustín Yáñez, antiguo ministro de Educación. En cualquier caso, el canciller Roel ha declarado en París que será una persona del más alto nivel, «para que los españoles queden contentos de nuestro embajador».
Por su parte, Amado González de Mesa, hasta ahora ministro encargado de los asuntos de España en México, ha sido nombrado encargado de negocios ad interim hasta que el Gobierno español designe embajador.
Los bienes de la embajada del Gobierno republicano español serán devueltos a las autoridades mexicanas, que los habían entregado al Gobierno de la República en 1945. Fundamentalmente se trata de los locales y del archivo de la embajada -que data más de un siglo-, que tiene valiosos documentos sobre la revolución mexicana. Fernando Varela, ministro de Asuntos Exteriores y jefe del Gobierno republicano, declaró a EL PAIS que había iniciado hace algún tiempo los trámites necesarios para la devolución de dicho patrimonio, ya muy deteriorado, ante la inminencia del anuncio de relaciones con Madrid.
El intercambio de embajadores es fruto directo de la evolución democrática en España y de la política del nuevo presidente mexicano, José López Portillo, que tomó posesión el pasado día 1 de diciembre. Se espera que el presidente pueda visitar Madrid de manera oficial en fecha próxima. Medios diplomáticos y políticos en la capital mexicana consideran que el reconocimiento oficial de España por parte de México es un espalda razo al proceso democrático español y contribuirá a aumentar la credibilidad internacional del naciente régimen del rey Juan Carlos.
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