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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Actores excelentes

Esta Parranda bronca, desgarrada y burlona a veces supone para Gonzalo Suárez un paso realmente importante en su carrera cinematográfica. Su colaboración como escritor y hombre de cine con otros narradores españoles le ha llevado desde nombres clásicos hasta esta historia de Blanco-Amor con vagas resonancias de Valle.Lo que en otras ocasiones suponía a veces una cierta limitación más o menos aceptada, un esquema a seguir sin demasiadas opciones a imponer su propio estilo, aquí parece haberse borrado en gran medida, dejando al realizador frente a su propia forma de hacer ya adivinada en obras anteriores.

Esta parranda o juerga en la que las mujeres no toman parte sino en su condición de mito o mercancía, pero que están presentes como algo viejo y eterno a la vez, como algo inalcanzable en la ilusión y el deseo del protagonista, viene a convertirse en símbolo de un estado de cosas moral y ético que se adivina claramente bajo la superficie de la anécdota llevada adelante por tres actores excelentes. En tanto el alcohol dura, los tres se aman, se odian, pelean o razonan, resumiendo en sí un modo de afrontar la vida desde fuera de la vida, sobre un telón de fondo en el que campean la desesperación y el sexo. Este amor elemental, confuso a ratos y a ratos declarado entre los personajes que interpretan José Luis Gómez y Antonio Ferrandis, servido sobre todo por éste de modo muy brillante, ambiguo en uno, monocorde el otro, acabará por resultar la clave que pondrá en movimiento la tragedia. Así, esta fiesta absurda, como la mayoría de las fiestas de hombres solos, llega a transformarse en una especie de friso trágico en el que la pasión, a pesar de su apariencia elemental, se acaba perfilando netamente hasta dejar a la luz los oscuros caminos que mueven a veces el corazón de los humanos.

Parranda

Según la narración de E. Blanco-Amor. Fotografía: Carlos Suárez. Dirección: Gonzalo Suárez. Intérpretes: José Luis Gómez, José Sacristán, Antonio Ferrandis, Fernando Fernán-Gómez, Charo López, Queta Claver, Marilina Ross, Isabel Mestre. Color. España, 1976. Drama. Local de estreno: Bulevard.

Gonzalo Suárez, en un paisaje que sirve admirablemente a esta historia a la vez complicada y elemental, agria y distante, ha construido una fábula casi perfecta en la que el sexo y la amistad, la burla y la desgracia, se mezclan y funden como sus tres protagonistas y los demás personajes que como el de Fernán-Gómez vienen a dar, con su gracia y su ironía, un contrapunto irreal, una carga de humor ceremonioso al relato.

El proceso del que interpreta José Sacristán en su espléndido trabajo, desde su iniciación hasta llegar a convertirse en uno más de la parranda, hasta tomar, partido por su amistad a través de la juerga, está dado con claridad y sutileza, así como su patética confesión a lo largo del filme, que sirve para cerrar su breve viaje a la sombra del vino, más allá de donde nunca quiso ir, más lejos -como él dice- del cerrado mundo de los pobres.

Queta Claver, en un papel a su medida, destaca, junto a Marilina Ross, en esa línea incierta, entre infantil y alucinada, tan difícil de mantener sin un oficio seguro. Isabel Mestre y Charo López completan un reparto al que una fotografía excelente también procura un ambiente exacto, ni más acá de lo real, ni más allá del habitual tenebrismo con que suele ayudarle lo fantástico.

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