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Los países del Este europeo inician negociaciones con la Comunidad

Después de la Unión Soviética, que rompió el hielo y abrió la brecha para negociar directamente los problemas pesqueros con la CEE, toca ahora el turno a Polonia, otro de los países del Este afectados por la ampliación de la zona pesquera comunitaria a doscientas millas marinas. En Bruselas, se anuncia que la sefriana próxima serán los dirigentes de la República Democrática Alemana, los que acudirán a la capital belga para conversar con los comunitarios.Por el momento, los polacos guardan silencio en cuanto al significado político de su presencia en Bruselas. Varsovia, al igual que los demás países del Este siguió, hasta ahora, la línea marcada por Moscú e ignoró la existencia del Mercado Común Europeo. El problema pesquero conduce al pragmatismo, y rusos, polacos y alemanes del Este aceptan dialogar con la CEE, reconociendo de facto, la existencia de las Comunidades Europeas.

La delegación polaca, dirigida por el ministro de Cómercio Exterior y Asuntos Marítimos, Olszewski, quiere firmar un acuerdo pesquero con los nueve de la CEE que le permita seguir pescando en la zona de las doscientas millas comunitarias. Por el momento, la CEE sólo aceptaría la presencia de cinco barcos polacos en su área pesquera y limitaría las capturas a 3.000 toneladas. El representante del Gobierno polaco insiste en el carácter social de la negociación y destaca los perjuicios que representa para el pueblo polaco la disminución de capturas de pesca en la zona del Mar del Norte, convertida, prácticamente, en lago comunitario, tras la extensión a doscientas millas de las aguas CEE.

En círculos diplomáticos se dice que los polacos y alemanes del Este se limitan a seguir el ejemplo de Moscú. Añaden que Varsovia parece sorprendida por el cambio de óptica de la URSS en relación con el Mercado Común.

El hecho de que, en materia pesquera, sea cada país del Este el que acuda a Bruselas separadamente, hace pensar que las capitales del Este aprocurarán guardar también, la independencia o por lo menos la relativa autonomía para tratar, con mayor amplitud, los asuntos comerciales, económicos y financieros de la CEE.

Sobre ese aspecto, la URSS intentará monopolizar las negocia ciones. Conceder cierta libertad a cada Gobierno de países del Este para tratar directamente con la CEE -como desean los propios países miembros del Mercado Común podría suponer un precedente peligroso para el Kremlin. Podría equivaler a una contestación co mercial y económica de consecuencias imprevisibles para el bloque del Este. De ahí que los soviéticos, que estuvieron la sema na pasada en Bruselas, y volverán dentro de ocho días para proseguir sus negociaciones de pesca, tuviesen particular interés en destacar que su presencia en la sede de la CEE no suponía un reconocimiento de las instituciones comunitarias. Lenguaje político, de cocina interna, que no convence a nadie, a este lado de la barrera.

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