"En España no se favorece la capacidad inventiva"
De cada 100.000 japoneses, 97 han patentado algún invento. En Suiza son 95 las personas que patentaron un invento, de cada 100.000 habitantes. La cifra desciende a 53, en la República Federal Alemana; a 45 en Gran Bretaña; y a 37, en los Estados Unidos. Pero en España, sólo 5,3 personas de cada 100.000 patentaron algún invento. El cerrado horizonte de la investigación en nuestro país constituyó el objeto de un encuentro entre científicos técnicos y periodistas desarrollado en esta ciudad durante el sábado y el domingo.Según el doctor Singer, director del grupo de planificación de la organización de la patente europea, «España debiera incorporarse al acuerdo comunitario de patentes europeas que da validez en todo el ámbito continental a los inventos realizados en uno u otro país» Además del citado doctor Singer, han participado en el encuentro José Gil Peláez, subdirector general de Promoción Industrial y de Tecnología; Karl Jorda, directo de Ciba-Geigy Corporation de Nueva York, Carlos Fernández Novoa, catedrático de Derecho de la universidad de esta ciudad, y miembros de la citada asociación procedentes de diversos medios informativos.
La Asociación Española de Periodismo Científico asegura en su conclusiones, tras finalizar el encuentro, que «el estado crítico de la investigación en nuestro país no presenta síntomas correctores sino que más bien tiende a agravarse Estas conclusiones de Santiago son la continuación del encuentro anterior, donde se elaboró un documento denominado manifiesto de Salamanca, por celebrarse en aquella ciudad las reuniones. El manifiesto intentó llamar la atención ante la gravedad del problema que supone para el desarrollo industrial y tecnológico del país, la escasez de investigaciones propias.
Las conclusiones de Santiago amplían el contenido de aquel manifiesto, afirmando que «no se ha corregido el descenso del presupuesto para la investigación, no se han mitigado los problemas de dispersión y competencia entre los organismos investigadores, sigue sin establecerse un cuadro de prioridades para la política científica, y nuestros profesionales de la investigación siguen sin el reconocimiento que merecerían por falta de un clima favorable a la investigación en nuestra sociedad ».
«Las diferencias que separan a los países altamente industrializados de las naciones aún en vías de desarrollo constituyen un abismo creciente, más difícil de salvar cada día. La transferencia de tecnología -conocimientos, experiencias y modos de hacer- está llamada a ser una de las vías clave para el desarrollo industrial que permita superar este creciente desnivel». Estas conclusiones se ven apoyadas por la constancia, también señalada en el documento final, de que «la adquisición de tecnología extranjera acorta el tiempo necesario para la industrialización, pero no proporciona un desarrollo armónico si no existen los incentivos necesarios para que al propio tiempo se genere tecnología y desarrollo propios; y eso hace necesaria una eficaz política de incentivos a la investigación nacional. La capacidad competitiva del Japón, por ejemplo, está fuera de dudas, pero este país dedicó a la investigación nacional un volumen diez veces superior a lo gastado en compra de tecnología extranjera, mientras que en España el volumen de gasto en investigación ni siquiera iguala a las importaciones de tecnología. Es decir, no se desarrollan los conocimientos que se compran. al extranjero.»
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