Cine de la República Popular China, en la Filmoteca
La Filmoteca Nacional (López de Hoyos 161) presenta en esta semana tres ciclos que cubren la mayor parte de su programación: el dedicado a Luchino Visconti una Imagen del cine italiano y el dedicado al Cine de la República Popular China, que es sin duda el de mayo interés cinematográfico.De Visconti se ofrecen Ossessione (1942), basada en la novela El cartero llamó dos veces, de James Cain, La terra trema (1948), rodada con los habitantes de Acci Trezza (Sicilia) y en la que el realizado trabaja estrechamente unido a los pescadores de la localidad que imponen en todo momento su forma habitual de hablar, sin necesidad de atarse a un guión con los diálogos prescritos y Bellísima (1951).
El ciclo denominado Imagen del cine italiano, el mayor cuantitativamente, ofrece trece películas que pretenden mostrar la evolución en las diferentes tendencias y «escuelas» de la cinematografía de aquel país. Desde Roma, cittá aperta, de Roberto Rosselinni, película clave en el neorralismo, realizada en
1945, hasta Historias de la vida y de la mala vida, de Carlo Lizzani. realizada en 1975. Quizá la particularidad más destacable del ciclo sea la inclusión de películas claramente «comerciales», como Pan, amor y fantasía. de Luigi Comencini. que se programan conjuntamente con La Cine é vicina, de Marco Bellochio, uno de los realizadores más interesantes de la última hornada.
El ciclo dedicado al Cine de la República Popular China se compone de Brillante estrella roja, de Li Chun y Li An (1974), de la que Erwin Leiser escribió que «el color que predomina a través de toda la película es el verde, el verde, en efecto, expresa la energía y la vitalidad, es el color de todo lo que vive y cuyo crecimiento depende del sol»; Bajo el límpido cielo, de Lin Nung (1974), cuya sinopsis se relata de la siguiente manera: «El filme, que transcurre durante el período de la cooperativización agrícola en China, nos muestra a las grandes masas campesina guiadas por la línea revolucionaria del presidente Mao», Oda a Yimeng, de Li Wen-ju y Ching Mu-kei (1975) y La segunda primavera, de Sang Ju y Wang Siu-wen (1975), película concebida para denunciar las provocaciones del revisionismo, bajo la fórmula de «construcción experimental conjunta»'a través de la fabricación de un navío con materiales chinos.
Por la simple enumeración de las sinopsis se aprecia que el enfoque del cine chino es esencialmente político, pero en su vertiente más didáctica. Para nadie es un secreto el que el cine es probablemente el medio de comunicación y difusión más potente de cuantos existen. Los dirigentes de la República Popular China así lo entendieron, al igual que los primeros tiempos de la revolución soviética, y hacia ello vuelcan su producción. La característica distintiva del cine político chino al de cualquier país occidental radica, a nuestro juicio, en los rasgos diferenciales de las civilizaciones. El concepto de «tiempo», por ejemplo, suele ser fundamental para comprender las distancias entre los actos artísticos y culturales orientales de los occidentales.
Al margen pues de la coincidencia de criterios con el contenido ideológico es evidente que la posibilidad de contemplar cuatro largometrajes de la cinematografía china es un espectáculo absolutamente interesante.
Babelia
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