Las tribulaciones de un mandarín
En este libro, inexplicablemente secuestrado por la Administración durante cuarenta años, se incluyen tres guiones del grupo (Viento del Este, Pravda y Luchas en Italia), una Carta a Jane Fonda, firmada por Godard y Gorin, y diversas entrevistas con el realizador francés.El nexo común de todos los apartados no es otro que el de una decidida militancia marxista-leninista, con el consiguiente didactismo que toda postura radical conlleva.
La historia del grupo Dziga-Vertov se remonta a mayo del 64 en los que el «compromiso» de Godard con su entorno se ve potenciado por los acontecimientos callejeros. Si hasta entonces la filmografía godardiana estaba repleta de búsquedas y experimentaciones, desde los sucesos de mayo el realizar asume apasionadamente el rol de transmitir la buena nueva: Marx, Lenin y Mao tienen la luz y Godard la transporta.
Jean Luc Godard y el Grupo Dziga-Vertov: Un nuevo cine político
Editorial Anagrama. 187 páginas.
La experimentación formal sirve de apoyatura a las reflexiones conceptuales. La imagen no es ya tanto un vehículo expresivo «per se», como una palestra para el análisis. Parafraseando a Malraux, podría afirmarse que para Godard «una imagen no vale nada, pero nada vale lo que una imagen».
Pese a todo, resulta apasionante el seguir la trayectoria personal y creativa de Godard. Si en un principio aseguraba que la única crítica cinematográfica coherente era el realizar otra película (por aquello de equiparar lenguajes), con el tiempo, sus filmes devienen en auténticos ensayos. Godard hace tiempo que «escribe cine» y, con frecuencia, escribe panfletos, sin que el término se utilice peyorativamente. Sus guiones son pequeños ensayos políticos en los que el didactismo surge con la constancia normal de los que escriben desde la convicción de poseer la verdad absoluta.
Viento del Este, Pravda y Luchas en Italia no son sino reflexiones políticas sobre las tácticas erróneas -la burguesa y la revisionista, naturalmente- del movimiento obrero y estudiantil, contrapuestas a la táctica -que en este caso deviene en praxis- correcta: la que se apoya en los tres pilares del marxismo-leninismo para mostrarse inasequible al desaliento revolucionario.
La Carta a Jane Fonda (un amplio estudio de la manipulación occidental de la imagen, aprovechando una fotografía de la actriz en Hanoi) es un claro precedente de las últimas películas de Godard -realizadas en video tape- en las que divaga sobre una fotografía (en su última película es una imagen de una manifestación lisboeta y posveinticinco-abrilista). Al margen del interés de las elucubraciones, la Carta a Jane Fonda demuestra la preponderancia de la personalidad de Godard en el seno del grupo Dziga-Vertov, actualmente disuelto. El discurso de la carta es exacto, al menos en cuanto al método, al de sus últimas películas. Conclusión: Godard no pudo librarse de su rol mandarinesco, con o sin seudónimo colectivo.
En resumen, Anagrama ofrece un libro repleto de interés para quienes deseen conocer una opinión sobre el papel del intelectual en el proceso revolucionario.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.