Aventurero, revolucionario, ministro, escritor, mito...
André Malraux ha muerto el 23 de noviembre de 1976. Conviene no olvidar este dato, pues muchos de sus comentaristas tienen tendencia a olvidarse del Malraux posterior a 1945 y, sobre todo, del Malraux posterior a 1958.Sin duda alguna, la figura del Malraux gaullista, del Malraux ministro, perturba los esquemas preestablecidos. ¿Cómo hacerle encajar con el Malraux revolucionario, filocomunista, cantor de la revolución china, combatiente en las filas de la República española, o Jefe de maquis «en la resistencia francesa contra los alemafes»?
«Por fin he conocido a un hombre», dicen que dijo el general De Gaulle a raíz de entrevistarse, en 1944, en el frente de Alsacia, con el coronel Berger, nombre de guerra de André Malraux. Y en los últimos años de su vida, el general insistió: «Tener a mi lado a este amigo genial me da seguridad.»
Nadie, ningún hombre, pudo arrancar del orgulloso general de la grandeur palabras parecidas. Malraux fascinaba a De Gaulle, pero también De Gaulle fascinó a Malraux, como pudo verse en el libro Los robles que talan. De 1945, pues, André Malraux encontró su camino, y desdichadamente para simplificadores progresistas, el primer Malraux no fue más que un prólogo, un antecedente. Un antecedente, además, en el que hoy puede adivinarse su evolución posterior.
En efecto, el primer Malraux, el de La condición humana o La esperanza (su libro preferido, dicen) iba en busca de valores universales; valores para salvar al hombre para hacerle controlar su propia condición.
Y Malraux fue de derrota en derrota: derrotas en China e Indochina y en la guerra española. Cuando logró triunfar a pesar de todo en la lucha contra los nazis fue bajo las banderas del gaullismo y del nacionalismo. Ya en 1943, su última novela, inacabada -Los nogales de Alterburgo era el primer volumen de una trilogía que jamás prosiguió, La lucha con el ángel- y nunca reeditada ya es un libro mucho más conceptual, menos narrativo.
La iglesia de San Sulpicio, en París, está terminando de ser limpiada, según las instrucciones de limpieza de monumentos que Malraux dio cuando llegó al Gobierno. Pero el primero, el antiguo Ministerio. de Marina, en la plaza de la Concordia, ya ha vuelto a oscurecerse con el paso del tiempo. El Malraux gaullista será el escritor de libros de arte y el memorialista. Y no se olvide que son los únicos planes de trabajo que el escritor ha llegado a terminar. Tres trilogías de libros de arte: Las voces del silencio, El museo imaginario de la escultura mundial y La metamorfosis de los dioses. Y su libro de ¿memorias? El espejo de los limbos, recientemente aparecido.
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