La vanguardia, en un pequeño pueblo de Cáceres
El pasado día 24 quedó inaugurado en Malpartida, de Cáceres, el museo al aire libre, o en campo abierto, ideado por el artista alemán Vostell y bautizado con su propio nombre. Es grato e impensable que uno de los más tenaces pioneros de tendencias eminentemente cosmopolitas (environments, happening, fluxus...) haya fijado su campamento base en Extremadura, atraído por la grandeza del paisaje, ganado por el natural de sus moradores y prendado de una de sus mujeres, hasta el extremo de haber sentido, según explícita confesión, un cambio radical en su vida.«No sólo España -dejó escrito Vostell con ocasión del acto inaugural-, sino especialmente Extremadura, ha influenciado y cambiado mi vida. Desde mi primera estancia, 1958, en Guadalupe, y mi casamiento con María de Cáceres en 1959, este extraordinario paisaje, con sus especialísimos habitantes, no me ha dejado un minuto tranquilo. Durante quince años de mi desarrollo artístico en Europa y América he hecho siempre investigaciones de integrar en mi obra la sustancia de mi encuentro con Extremadura. El año pasado realicé el ciclo de cuadros-objetos Extremadura..., que ya han sido expuestos en la Galería Nacional de Berlín.»
El origen de la enigmática relación de Vostell con Extremadura data de los años sesenta, tras haber asistido, en París, a la proy ección de la película titulada Las Hurdes, dirigida, en 1932, por Luis Buñuel y considerada por el artista germano como uno de los documentales artísticos más grandes del siglo XX. La reciente visita a la localidad de Martilandrán, donde había realizado Buñuel su filme surrealista, arrancó de Vostell esta espontánea definición: «Un pueblo arquetípico de sencillez monumental que me ha confirmado el impacto de Extremadura».
Museo al aire libre
Apoyado en todo instante por el pintor José Narbón, director hoy del museo, y por Ramón Polo, al cuidado de la documentación, e incansablemente asistido por el Ayuntamiento de Malpartida y por el señor Lancho Moreno, su alcalde, ha convertido Vostell en creación propia y ejemplo ajeno un sueño que venía madurando a lo largo de quince años. Allí, en el término municipal de Los Barruecos y entre canchales de insólita apariencia escultórica, se le apareció la naturaleza como suprema obra de arte, argumento y reclamo de un museo al aire libre.
Un lugar del arte, en la generosidad de la libre anchura, o un espacio para la acción artística, convertido en vivo proceso de metamorfosis y adornado con el complemento didáctico de diseños, proyectos, creación de ambientes, prácticas del video... «Una nueva forma -advierte Vostell- de arte y paisaje donde las ideas de happening y fluxus se pueden medir con los procesos de la naturaleza.» De cara a otras expectativas, va a iniciarse la reconstrucción, no lejos de Los Barruecos, de un antiguo edificio, llamado El Lavadero y destinado ahora a acoger la obra estática.
Si el comentario adjunto subraya la excepción ecológica del happening ofrecido en Basilea por el sagaz artista alemán y su risueña caravana, poco dudará el presente en dar la bienvenida en nuestro suelo al CCMVM (Centro Creativo del Museo Vostell Malpartida), aula abierta a la educación y participación de la juventud cacereña. No deja de ser edificante que un pequeño pueblo de Extremadura haya comprendido y alentado (mejor, por cierto, que las instituciones centralistas) una empresa tan singular como anómala por estas latitudes.
Babelia
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