El historiador soviético Amalrik abandona la URSS
Andrei Arrialrik abandonó ayer la URSS con un visado de salida válido también para su esposa que le acompaña en el viaje. Si bien el matrimonio Amalrik posee un visado para Israel, la pareja llegó a Holanda, primera etapa en el mundo occidental. Les recibió en el aeropuerto de Amsterdam, el profesor Ven Het Reve, presidente de la fundación Alexander Herzen, que distribuye en Occidente la literatura clandestina soviética.
La salida del matrimonio Amalrik estaba prevista para el 1 de julio, pero las autoridades soviéticas le negaron la salida reclamando a Amalrik cuatro mil rublos en concepto de obras de artes que se llevaba consigo.
Si bien se sabe que su salida es definitiva, Amalrik confesó a los periodistas que esperaba que sólo fuese transitoria.
Un símbolo del intelectual disidente
«Un escritor no desea nunca abandonar su tierra natal. Nunca». Así explicó Andrei Alekseyevich Amalrik a los periodistas su salida, o lo que es lo mismo, su expulsión de la Unión Soviética.Ahora, Andrei Amalrik, considerado como uno de los grandes valores del drama y la escena soviética, símbolo del intelectual disidente, pasa a engrosar las filas de los contestatarios de la URSS, a los que calificó Yuri Glazof, como «los protestatarios incómodos, a los cuales prefieren las autoridades soviéticas tenerles en el bando de los exiliados a mantenerlos en la segregación de las cárceles y los campos de concentración». Amalrik, nacido en Moscú en 1938,sufrió la humillación física, aunque nunca llegó al Goulag y se quedó, en su primer destierro, en una granja colectiva de Guryevka, en la región siberiana de Torrisk.
Pero el alumno aplicado y prometedor en la rama de historia de la Universidad de Moscú, sufriría constantes vejaciones morales. Se le acusó repetidamente de «parásito social y vago», también de deficiente mental por la razón de admirar a Dostoyevski.
En el fondo, este «disidente raro y absoluto», como le definió The Observer constituye un elemento temible para las autoridades de la URSS. Cuando se le expulsó de la Universidad, en 1963, se pensaba que el espíritu rebelde del joven Amalrik se difuminaría. Ocurrió lo contrario, hasta la formación del Movimiento Democrático, a finales de los años 60, Amalrik no cejó en solitario de criticar el «stalinismo que pervive en la URSS», como lo hicieron su padre y su tío, las dos personas que más decisivamente influyeron en la primera etapa ce formación política de AmaIrik,
De carácter enigmático, hizo pensar a más de uno que era en realidad un agente de la KGB (Policía de Seguridad del Estado). Quizá una campaña montada por la propia fuerza represiva de la URSS, tal y como hicieron con el general Grigorenko, aún en prisión por defender el nacionalismo tártaro.
Es el caso de Pliucht, Sajarov, Bukovsky, Grigorenko, todos ellos marxistas, pero contrarios al sistema férreo de la URSS, que Amalrik opinaba que no «sobreviviría a 1984», ahora «la situación cambia más lentamente de lo que yo esperaba, dijo recientemente.
A pesar del nuevo arresto que sufrió en 1970 y la «tristeza» que le produjo la invasión de Checoslovaquia en 1968, Amalrik no pierde la esperanza de que la URSS tenga una segunda revolución contra la corrupción y la burocracia, porque «hay elementos del tipo de Dubcek en el aparato del Partido».
Quizá Amalrik suscribirá la afirmación del líder de los disidentes marxistas rusos, Sajarov, cuando habló en 1974 de que la «URSS era un inmenso campo de concentración», pero contrariamente a las afirmaciones del profeta del slavismo, SoIzetsyn, Andrei Amalrik -que ahora piensa «vivir y no sobrevivir»- suscribe la tajante declaración de Leonid Pliucht: «No soy antisoviético», es una víctima más de la arbitratiedad e ilegalidad oficial de un sistema político, con lo que se siente identificado en sus orígenes, no en su practica.
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