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"La presencia francesa en el Mediterráneo será reforzada"

La presencia francesa en el Mediterráneo, después de la soviética y la americana, ya es la más importante y, de manera inmediata, «será reforzada», afirmó el domingo pasado el presidente francés, Giscard d'Estaing, en Tolon, después de pasar revista a la Escuadra francesa que surca las aguas de esta arteria vital para todo Occidente, tanto por razones estratégicas, como comerciales. El presidente galo quiso dar un especial relieve a su presencia ante la Escuadra francesa mediterránea. La opinión así lo entendió, al subrayar la nota política de su discurso: «Mañana, mirando el gran horizonte del mar Mediterráneo, deseo que veáis la imagen de una Francia poderosa, equilibrada y esplendorosa». El general De Gaulle y Pompidou, sus antecesores de la V República, ya dijeron otro tanto, pero ahora es cuando Francia parece dispuesta a «hacer sombra» a los dos grandes, soviéticos y americanos.Esta «presencia» francesa se explica, en primer lugar, por las razones ya aludidas, militares y comerciales: las flotas de los Estados Unidos y de la URSS concentraron en el Mediterráneo, casi ellas solas, la mitad de los medios militares navales existentes en todo el mundo. La importancia estratégica, adquirida en los últimos lustros, es tal, que el comandante supremo de las fuerzas aliadas en Europa, general Haig, declaró recientemente que, en lo sucesivo, es más probable que los americanos no retiren sus tropas de Europa y del Mediterráneo, a causa del aumento constante de la flota soviética.

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Comercialmente, 1.500 barcos surcan diariamente sus aguas. Y en lo que se refiere a Francia, el 40 por 100 de su tráfico total, por mar, pasa por el Mediterráneo, mas el 50 por 100 del petróleo que importa. Tales son las razones, geopolíticas y comerciales, que harán pasar a la Escuadra francesa, de 77.000 a 130.000 toneldas. Los portaaviones, «Foch» y «Clemenceau», más 27 navíos lanzamisiles, hasta ahora en el puerto de Brest, se encaminan ya hacia Tolon. Los observadores ven, en este espaldarazo oficial a la Marina de guerra, el principio de cristalización de la política mediterránea, que los presidentes de la V República, hasta la fecha, no acababan de concretar. Los comentaristas oficiales no ocultan su orgullo. La política de Giscard, dicen, responde a las tradiciones, a las responsabilidades y a los intereses de Francia, cara a sus objetivos de paz y de libertad.

En estos mismos medios se piensa en el desequilibrio que podría provocar la presencia soviética. Y, aludiendo a la «paz y la libertad», el editorialista del diario ultraconservador, L'Aurore, no duda en evocar los peligros que supone «la evolución, difícil de discernir, de Italia y de España». La víspera del viaje del señor Suárez a París, consideraciones semejantes, no dejan de ser significativas.

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