_
_
_
_
Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Veinte años después

A los veinte años de su muerte vuelve a las pantallas de toda Europa James Dean, definitivamente convertido en mito, más allá de los estrictos límites cienematográficos. Porque a lo largo de sus tres únicos filmes que le llevaron al éxito, lo que importa, por encima de su carrera de actor apenas iniciada, es su carácter de símbolo de una generación: la de los años cincuenta. Todos aquellos jóvenes nacidos a la sombra del último conflicto mundial, crecidos bajo la amenaza nuclear aireada, enarbolada, en los duros años de la guerra fría, venían a rebelarse contra un mundo no hecho a su medida, en el que se negaban a participar, que, en cierto modo, desdeñaban o aborrecían. Tal rebelión frustrada, aún latente hoy, a través de muy diversos planteamientos, es la que da nombre al film más importante de James Dean.Cómo llegó este actor incipiente a símbolo de, tal juventud, de tal rebelión no realizada, ahogada y muerta en sí misma, es bien conocido a través de ensayos y biografías más o menos ficticias, Muerta su madre cuando contaba, pocos anos, y abandonado por su padre, la soledad fue su caldo de cultivo, en el que su especial visión de la sociedad llegó a madurar, asi como su aire indefenso ante esa misma sociedad que le llevó a conquistar al público femenino de cualquier edad, en tan breve plazo. Inmaduro, irrecuperable, insatisfecho, en la opinión de los que más íntimamente le conocieron, ni el éxito le llevó a alcanzar ese mundo feliz que seguramente añoró desde su infancia.

Rebelde sin causa

Argumento y guión: Nicholas Ray, Steward-Stern, Irving Shulman. Dirección: Nicholas Ray. Música: Leonard Rosenman. Intérpretes: James Dean, Nathalie Wood, Sal Mineo, Ann Doran, Jim Bakus. EE. UU. Dramático. 1955.Locales de proyección: Luchana, Torre de Madrid, Richmond.

Realidad o fantasía

Auténtica o no, realidad o fantasía fabricada, la verdad es que, como en el caso de Marilyn Monroe -otro destino en cierto modo paralelo-, su nombre se halla hoy en la espectacular galería de los mitos americanos contemporáneos. Sobre su condición de actor, Lee Strasber, que lo tuvo como alumno en su Actor's Studio, aún recuerda sus primeros días, su debut en la escuela cuando, recién llegado, le invitó a interpretar su primera escena. Lo hizo tranquilamente, con tal sencillez y eficacia que dejó a todos asombrados. «Parecía -asegura-, que no hubiera hecho otra cosa en su vida. De no haber truncado la muerte su carrera, podría haber llegado a convertirse, con el tiempo, en un actor extraordinario. En su trabajo sólo pudo dar una pequeña parte de sí mismo; la experiencia y los años hubieran hecho madurar sus dotes excelentes.»No muy buen estudiante, pero siempre atento, pronto los que le rodeaban, como más tarde Kazan o Ray, comprendieron que su personalidad trascendía más allá de sus propios personajes. Por ello sus tres únicos films vienen a ser variaciones sobre el tema Dean, sobre la juventud frustrada, dolorida, insatisfecha, adobadas con una buena dosis de romanticismo. Entre tales variaciones se sitúa en lugar de honor este Rebelde sin causa, con sus tres estudiantes y susjuegos peligrosos, cuyo epílogo final tuvo lugar para la vida real en Paso Roble, Californía, el 30 de septiembre de 1955.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_