Antonio Carbajal, la leyenda que dijo no al Real Madrid
El primer futbolista en jugar cinco Mundiales repasa su carrera: desde el uniforme que nunca se quitaba, el día en que rechazó al equipo blanco y la vez que Didí le perdonó goles
Las manos de Antonio Tota Carbajal (Ciudad de México, 1929) están jubiladas. Las palmas del primer futbolista en jugar cinco Copas del Mundo tardan en plegarse, a veces no las puede cerrar. Parecen, por momentos, las extremidades de un muñeco de madera, rígidas. Por años, revela, jugó con el dedo anular derecho fracturado. “De tarugo iba a decir: ¡miren lo que tengo! Así están por tanto balonazo de la época”, cuenta sentado desde una silla de plástico y con un chándal de la selección de México. Era un opositor de jugar con guantes e incluso se puede regocijar de rechazar jugar en el Real Madrid en los sesentas. Cada 10 días debe ir al oculista, ya perdió el ojo izquierdo.
Carbajal inauguró junto con México el estadio Maracaná en el Mundial de Brasil en 1950. Le metieron cuatro goles. Se retiró del fútbol a los 33 años en el campeonato del mundo de 1966 en Wembley. Dejó su meta en ceros frente a Uruguay, a su despedida le acompañó la lluvia. “Gracias, señor [refiriéndose a dios]. ¿Te duele que me vaya del fútbol?”, rememora. Ahora se dedica a corregir a adolescentes drogadictos a través del fútbol. El Cinco Copas se hace un tiempo entre la práctica para recibir a EL PAÍS en un llano nombrado como Estadio Juan Diego.
Pregunta. ¿Cómo era una Copa del Mundo hace 68 años? 1950, por ejemplo.
Respuesta. Muy diferente. Simplemente los viajes: no había la capacidad de los aviones de ahora. Teníamos que parar en diferentes lugares. ¡Llegábamos a Guatemala a cargar gasolina! De aquí, León, a Ciudad de México hacíamos 10, 12 horas en camión. [Ahora el vuelo es de menos de una hora de duración].
P. ¿Les pagaban algo? ¿Los boletos de avión?
R. No nos pagaban. ¡No “cooperen” para el vuelo! Y a lo mejor éramos capaces de cooperar porque te sentías orgulloso de que te nombraran seleccionado. Era una alegría. No ahora: llegas a Europa en ocho o 10 horas, antes eran horas y horas. Pero teníamos a Nacho Trelles que era nuestro entrenador, López Herranz, eran hombres que te motivaban. Ahora se ha atacado al señor Osorio de una buena manera… ¡Ay! No es justo. Bueno, ¿qué entrenador ha triunfado a nivel del Mundial?
P. ¿No le gustaba usar guantes?
R. Una vez alguien me dijo “gato con guantes no agarra ratón”. Me los puse el primer día. No recuerdo si Nacho Calderón me prestó los guantes. “Mira, póntelos, hombre. Vas a cubrir con estos”. Se lo agradecí. Fue contra Uruguay ese partido [1966]. Estaba lloviendo y fue un acto de compañerismo. La primera pelota que viene me bota antes y la malabareo y la agarré. Despejo y le devuelvo los guantes. “Ahí están tus chingaderas, no sirven para nada”. Jamás usé guantes. Y ahora mira, ahora parecen manoplas de béisbol.
P. ¿Cómo fue ese partido?
R. Nosotros para variar: lo que hemos hecho en tantos años: ¡nada! Nos tocaron compañeros que estaban llorando antes de salir.
P. ¿Cómo era parar un balón de cuero?
R. Era dificilísimo sobre todo con la correa y que estuviera mojado. Fue contra Uruguay No sé si era [Shubert] Gambetta: era un tiro de larga distancia, a 10 metros fuera del área. Le pegaba durísimo. Anduve toda la semana así [se encorva y se lleva las manos al estómago] y con la correa marcada aquí [se señala el pecho].
P. ¿Cómo eran sus botines?
R. Tenían, por todos lados, tapones. Tenía hoyos por todos lados. Teníamos al señor Larios y le decía “cósele ahí”. “¿Cómo?”, decía. Tú cósele, cabrón.
P. ¿Por qué usaba unos solos?
R. Quizá algo de superstición. Decía que eran los de la buena suerte. Mi esposa me decía: “¿los de la suerte? ¡Pero si siempre te meten goles!”.
P. ¿Jugó las cinco Copas del Mundo con una misma camiseta?
R. Todos los mundiales, aunque ya sólo eran unos pedazotes… Eso sí, tenía el escudo del León. Jugué con esa camiseta verde debajo del suéter negro. Ya no tenía mangas. ¿Para qué me la ponía? Para que no me lastimaran. No sé si te acuerdas que hubo un sismo en México [en 1985]. Regalé mis zapatos, mis medias, mi camisa y mi suéter. Lo subastaron y sacaron buen dinero.
P. ¿Cuál fue su secreto para jugar cinco mundiales?
R. El querer ser. Yo quería ser el mejor portero de México. A quien le agradezco esto es a los porteros de mi época. Ellos apretaban y yo tenía que apretar a fuerza. No me iba a quedar parado, yo me inventaba mis entrenamientos. Uno llega hasta donde quiere llegar. Me retiré sin que me metieran gol.
P. ¿Qué tipo de entrenamientos hacía?
R. Aventaba a la pared pelotas: abajo, arriba y a media altura. Incluso me agarraba a algún compañero para que me rematara aquí y allá. Le decía a Nacho Trelles “estoy harto de que mis compañeros hagan puros tiros a gol en el entrenamiento; tiran 60, 50 afuera y 10 golazos”. Un día llegó con un balón de fútbol americano. Me lo aventaba… ¡Me decía que lo agarrara! No pude. Me calló la boca.
P. ¿Cuál es el Mundial que más atesora?
R. Todos… Porque tienen los mismos resultados
P. ¿Cómo fue enfrentarse a un Pelé o a un Didí?
R. Eso me animaba, caramba. Era feliz con eso. La máxima goleada que yo recibí fue un 4-0. En ese juego, contra Brasil, llegaba Didí casi a mis barbas para hacer el quinto, el sexto. Me decía en la cara “Show, show [espectáculo]”. ¡Y se iban tocando de maravilla hacia su portería! Yo decía gracias diosito, ya me había echado grandes atajadas.
P. ¿Qué opina de que Rafa Márquez le pueda alcanzar con cinco Mundiales disputados?
R. ¡Qué bueno! Los récords están para superarse… O igualarse. Pasaron 52 años para que un jugador mexicano lo igualara. Lo demás, cada quién su vida. Lo admiro como jugador. ¿Cuántos jugadores mexicanos están jugando en equipos de primer nivel en Europa? Si quitamos a Rafa y a Hugo Sánchez que jugaban en los mejores equipos del mundo… De ahí en fuera están en equipitos iguales que aquí… ¡Ah, pero están en Europa!
P. ¿Le buscó el Real Madrid?
R. Cuando estaba Santiago Bernabéu, me mandó un cable, me habló, hasta pasaje me mandaba. Y no quise.
P. ¿Por qué?
R. Si a mí el fútbol mexicano me había dado la oportunidad de ir a una olimpiada y a dos mundiales. Quería darle el fútbol a México y se acabó. No me arrepiento nada. Me juzgaron muy severo. Me tenía sin cuidado. Muchos me dijeron “¡qué baboso!”. No me arrepiento.
P. ¿Cuál es su diagnóstico del fútbol mexicano?
R. Me apena decir esto, pero seguimos igual. Se ha mejorado en estadios, se ha mejorado en los entrenamientos. ¿Cuántos bultos [futbolistas] extranjeros tenemos? ¡Bienvenidos los extranjeros de los que me siento orgulloso y agradecido con ellos, los de mi época! Eran jugadores con buen fútbol. Nos ayudaban. Ahora viene cada uno…
P. ¿El futbolista extranjero no ayuda mucho?
R. Claro que no. ¿Cómo es posible que no tengamos 30 futbolistas de primer nivel? Está comprobado, con las pruebas. Si los de primer nivel…Estamos en el lugar que merecemos. ¿Cuántos entrenadores han pasado por la selección? Muchos. ¿Quién ha salido a adelante? ¡Qué bueno que tengan la ilusión de que quieran ser campeones! Si tienen esa mentalidad triunfadora lo van a lograr.
P. ¿El mexicano es excesivamente crítico?
R. Somos demasiados severos, quizá esté provocado por nosotros mismos. Por eso se dice: en México se paga mucho, pero se exige poco. En mi época era al revés. Te exigían mucho y te servía porque te obligaban a ser alguien.
P. ¿Ha habido algún avance en todos estos años?
R. Cincuenta años después seguimos igual. Me da tristeza que estemos igual que hace años en cuanto a resultados. En cuanto a los demás estamos extraordinariamente bien. El resultado de hace cincuenta años fue el mismo que el de ayer. En mi época nunca me metieron siete [dice en referencia a la peor goleada de México 7-0 frente a Chile en 2016].
P. ¿Pasa corajes cuando ve los partidos de México?
R. No. Ni me enojo, le cambio. Yo veo a medias, veo monitos, pero ya al balón no. Oigo al locutor. Se dice que cada país tiene lo que merece.
P. ¿Qué no le gusta del fútbol actual?
R. El papá quiere vivir de su hijo. No está mal. Lo que pasa es que quieren ganar más y traen al chamaco de aquí para allá. ¿Ahora cuántos representantes de jugadores son honestos? Por eso el fútbol mexicano no sube de nivel.
P. ¿Cuánto medía cuando era futbolista?
R. Medía un 1,81. Ahora mido 1,78.
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