El día que se acabó la era Villar
El 18 de julio la Guardia Civil detuvo al presidente del fútbol español, a su hijo Gorka, y al vicepresidente Juan Padrón
El 18 de julio de 2017 el terremoto desatado por la Operación Soule sacudió los cimientos del fútbol español. Fue la noticia del verano, adelantada por EL PAÍS a primera hora de la mañana. La detención del presidente federativo Ángel María Villar, de su hijo Gorka, del vicepresidente económico Juan Padrón y de la mano derecha de este en Tenerife, Ramón Hernández, supuso el principio del fin a 29 años de una gestión de la que conviene separar la parcela deportiva.
Bajo la presidencia de Villar, España conquistó dos Eurocopas (2008, 2012), el anhelado Mundial (2010) y las categorías inferiores de la selección lo han ganado casi todo. Pero bajo la tutela del dirigente vasco, el fútbol español también ha sido rehén del sistema clientelar descrito en el auto con el que el juez Santiago Pedraz envió a prisión a los cuatro detenidos. Corrupción entre particulares, estafa, apropiación indebida y administración desleal son las acusaciones que recaen sobre ellos. El juicio, cuando se celebre, determinará la existencia o no de los citados delitos y depurará responsabilidades entre los más de 30 imputados determinados por el juez Pedraz.
Sin embargo, las formas de operar de Villar y de muchos de los presidentes de federaciones territoriales en los que este se apoyó durante su largo mandato quedaron al descubierto en las grabaciones registradas por la Guardia Civil. Las conversaciones, pinchadas en los meses previos a la celebración de las elecciones a la Federación, delataron, cuando menos, una flagrante ausencia de ética en el modus operandi de Villar y sus directivos. Su difusión causó tanta indignación como vergüenza entre la sociedad española.
Amenazas y presiones para cautivar votos a cambio de partidos internacionales, dinero o cargos en UEFA; venta de derechos audiovisuales a la baja para favorecer a lejanas amistades; el expolio y el uso para beneficio propio de dirigentes o de sus familiares de la Mutualidad de Futbolistas, entidad destinada a proteger la salud del fútbol aficionado; el poder de Gorka para dirigir en la sombra, intervenir en la contratación de partidos amistosos y garantizar la continuidad de su padre e incluso su propia postulación como su sucesor... El sumario de la Operación de la Soule es una radiografía del enfangado sistema que gobernaba el fútbol español y en el que también intervenían agentes del mundo judicial y la alta política para contribuir a su mantenimiento. Una telaraña de poder e influencias tejida a lo largo de los años con el hilo de los favores y el dinero.
Ante el escándalo desatado, Villar dimitió desde la prisión de Soto del Real de los cargos de vicepresidente de UEFA y FIFA que le aupaban como el dirigente más importante e influyente de la historia del deporte español tras Juan Antonio Samaranch. De no haber cesado voluntariamente, hubiera sido fulminado por ambas organizaciones, donde ya era considerado un viejo elefante perteneciente a los tiempos de Joao Havelange, Joseph Blatter y Michel Platini.
Destituido por el TAD
Borrado de la escena internacional, Villar se aferró a su condición de presidente de la Federación, de la que fue suspendido cautelarmente por un año por el Consejo Superior de Deportes (CSD). Entre esa primera sanción a finales de julio y su destitución definitiva a manos del Tribunal Administrativo del Deporte (TAD), el pasado 22 de diciembre, se gestó un proceso de sucesión, aún no concluido, que también ha destapado el avispero que era y es la Federación.
Ya en libertad bajo fianza,mientras Villar estudiaba compulsivamente cada folio de la acusación, los presidentes de las territoriales pedían su dimisión azuzados por el CSD. Muchos de los mismos barones de las territoriales que meses antes firmaban una carta de apoyo a todas sus actuaciones, le pidieron en público y en privado que se marchara. Catorce de esos presidentes de territoriales, algunos también imputados en el marco de la Operación Soule, llegaron a dimitir como directivos federativos y luego volvieron sin escrúpulo alguno cuando su intentona falló. La limpia del fútbol español aún no está completa.
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