El viaje hacia la transgresión gay en chupa de cuero y moto de Alexander Skarsgård irrumpe en Valladolid
El actor sueco presenta en la Seminci ‘Pillion’, una película que explora las relaciones sadomasoquistas y la sexualidad masculina


Hay mucha testosterona, chupas de cuero y hombretones en cueros. Motos y moteros, ambos de alta cilindrada, circulando entre los límites de las carreteras inglesas y las fronteras de la transgresión con el debutante Harry Lighton a los mandos de la película Pillion, presentada en el festival de Cannes y que irrumpe este lunes en la Seminci de Valladolid con Alexander Skarsgård como irresistible y seductor tótem gay. El actor sueco, de 49 años, exprime su ya sabido magnetismo con un enfoque provocador a través de la dominación: él ejerce del carismático Ray, deidad para Colin (Harry Melling, actor valiente surgido de la saga Harry Potter), un auténtico pobrecillo prendado del gran jefe, quien lo introducirá en la esfera homosexual y las dinámicas sexuales de dominación con pellizcos de humor travieso.
Skarsgård, cuya carrera mezcla el cine más comercial de masas y series como True Blood, Big Little Lies y Succession con filmes de autor, se ha definido como “afortunado” por haber trabajado en Pillion. Ante los periodistas, este lunes en Valladolid, ha comentado: “Ha sido muy íntimo en un equipo joven y pequeño, con sentimiento de pertenencia y colaboración. Te sabes el nombre de la gente cuando trabajas con 20 personas y no con 400. Es emocionante sentir que no vienen a hacer un trabajo e irse, sino a ser parte de la historia y ponerle energía al rodaje”.

Ray guía sin demasiado tacto a su tierno efebo en momentos donde gobierna el desnudo masculino y se presentan prácticas sexuales BDSM de una forma mucho más compleja y cruda que la popular 50 sombras de Grey. El escandinavo vuelve a mostrar su capacidad de adaptación, pues en su historial destaca que lo mismo se ha metamorfoseado en vampiro en la serie True Blood que, también con poca ropa, representó en 2016 al último Tarzán, fue el vikingo superviviente de El hombre del norte o un magnate neotecnológico en Succession. O ha exprimido sus trabajos en el cine de autor como ¿Qué hacemos con Maisie? o Claroscuro. Skarsgård ha heredado esa cintura interpretativa de su padre, Stellan, habitual del cine de Lars von Trier (Alexander también trabajó con él en Melancolía y la serie El reino), presente ahora en la carrera a los Oscar con Valor sentimental o capaz de enrolarse en el universo Marvel o en La Perla Negra de Piratas del Caribe. Sus hermanos también comparten labor, pues Gustaf ha triunfado en Vikings, Bill ha asustado como el terrible payaso Pennywise en It y Valter ha participado en toda clase de filmes e incluso aparecido en un videoclip de Metallica.
Alexander Skarsgård ha celebrado que Pillion representa un universo escasamente conocido y que no sintió miedo ante la propuesta, potencialmente “arriesgada”, porque la percibió bien sostenida. Al adentrarse en ella conoció “una historia gay” que más allá de los roles de fuerza y sumisión “también es muy dulce, de amor, con personajes muy bellos”. Además, ha aludido entre risas al gran mito varonil Marlon Brando y esas férreas masculinidades que han intentado renovar en este largometraje. Menos se han mojado sobre el porqué de que estos dos personajes tan particulares, uno tan potente y otro tan suave, desarrollen estos profusos gustos sexuales y sentimentales. Lighton ha detallado que lo pensó, pero que “no quería hacer una justificación freudiana de las motivaciones del personaje” y por ella deja al espectador la capacidad de deducir cómo han llegado hasta allí.
Pillion, que se estrenará comercialmente en España en el primer trimestre de 2026, presenta esa relación entre roles opuestos, con el pazguato de Colin, absorto ante el poderío y hormonas que emana ese adulto y musculoso Ray, que con cierta sorna también humilla al aprendiz cuando llama a su perro al sofá para que ocupe el puesto a su lado en vez del intimidado muchacho.

Director y coprotagonista han compartido sintonía en Valladolid con el actor vestido con una camiseta gris, un pantalón algo más oscuro y unas deportivas de color similar aunque con unos cordones fluorescentes. La estética del sueco importa porque se vale de ella para expresar sus proclamas, como cuando lució todo de negro en la alfombra roja de Cannes y unas altísimas botas de cuero hasta la ingle, anticipo también de qué se encontraría el público en Pillion.
Skarsgård juega con su aspecto y no le importa, como cuando en el festival de Sundance de 2023 presentó Infinity Pool con una correa al cuello y posó a cuatro patas con la actriz Mia Goth tirando de él. En 2015 se atavió de drag queen en sintonía con lo contado en El diario de una chica adolescente. “La gente respeta que las mujeres jueguen más con sus ropas y creo que es aburrido para los chicos. Aprovecho la oportunidad para cambiar con el estilo”, ha defendido, atribuyendo sus ropas “a la inspiración de cada momento y no a una decisión consciente”.
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