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crítica | '¿qué hacemos con maisie?'
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Henry James, vigente

En su traslación, lo mejor que hacen los directores es ser muy fieles a una de las grandes virtudes de la novela original

Javier Ocaña
Onata Aprile, la niña protagonista de la película.
Onata Aprile, la niña protagonista de la película.

“Habían solicitado su custodia, no por ningún bien que pudieran hacerle, sino por todo el mal que podrían, con la inconsciente ayuda de ella, hacerse el uno al otro”, escribió Henry James en las primeras páginas de Lo que Maisie sabía, novela de 1897 que, sin embargo, sigue plenamente vigente. Y así lo demuestran los estadounidenses Scott McGehee y David Siegel con una adaptación al universo contemporáneo: ¿Qué hacemos con Maisie? Divorcio, una cría, custodia compartida, reproches, dos padres egoístas, rastreros, con nula sensibilidad, peor cabeza y mucha maldad. La vida.

¿QUÉ HACEMOS CON MAISIE?

Dirección: S. McGehee, D. Siegel.

Intérpretes: Julianne Moore, Alexander Skarsgård, Onata Aprile, Joanna Vanderham, Steve Coogan.

Género: drama. EE UU, 2012.

Duración: 99 minutos.

En su traslación, lo mejor que hacen los directores es ser muy fieles a una de las grandes virtudes de la novela de James: el escrupuloso mantenimiento del punto de vista en los ojos y los oídos de la niña, a la que la cámara sigue con respeto, delicadeza, tacto, sin dramas ni estridencias. Convertidos aquí los padres en importantes marchante de arte y cantante de rock, respectivamente, el relato es de una agradecida pulcritud formal, al tiempo que los sentimientos, aun partiendo del lado más débil, el infantil, siempre acaban repercutiendo en el espectador de un modo distinto; así, mientras la cría reacciona como lo que es (y también sus amigos de la escuela, en una secuencia reveladora), con una conmovedora sencillez, los mayores sentimos cada acto de los progenitores como un puñal en el estómago. McGehee y Siegel nos vienen a decir que nuestra vida, muchas veces, está demasiado cerca de un folletín decimonónico, que la consanguinidad para algunos no es más que una palabra sin fundamento, y que el dolor y el calor, la pesadumbre, el abandono y el egoísmo son intemporales. Tanto como la letra de Henry James, y como ¿Qué hacemos con Maisie?, una película en la que ya no hay institutrices, pero sí canguros, rodada con esmero e interpretada por un magnífico reparto, comandado por el carisma de Julianne Moore, la ambigüedad física de Alexander Skarsgård, aquí sorprendente una vez más, y la preciosa voz de Steve Coogan.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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