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Un libro de fotos de la España de hace un siglo, en un callejón de Jerusalén

Atrapado en la península Ibérica durante la Primera Guerra Mundial, el alemán Kurt Hielscher (1881-1948) recorrió 45.000 kilómetros entre 1914 y 1919 para dar forma a la obra ‘La España desconocida’, con más de 300 imágenes

Imagen de la novillada en la plaza mayor de Pasajes (Guipúzcoa), en la página 296 del libro de Kurt Hielscher 'La España desconocida'
Imagen de la novillada en la plaza mayor de Pasajes (Guipúzcoa), en la página 296 del libro de Kurt Hielscher 'La España desconocida'
Luis de Vega

A primera vista, Jerusalén es un remanso donde la vida cotidiana avanza casi ajena a la atmósfera bélica de la región, salvo cuando algún sobresalto decide lo contrario. Que se lo pregunten si no a los responsables de la Educational Bookshop, la más prestigiosa librería de la zona este de la ciudad, bajo ocupación israelí desde 1967, que fueron detenidos durante un asalto de la policía israelí el 9 de febrero. En los barrios occidentales, eso no ocurre. En un callejón que sale de la calle Yafa, varios establecimientos con terraza alternan la hostelería con la venta de libros usados. Terminado el café, se produce el encontronazo fortuito, el hallazgo inesperado, el flechazo. Llama la atención el lomo con la tela deshilachada y parduzca de un ejemplar tocado por el paso del tiempo, pero que, a su vez, está mucho más vivo que muerto.

Callejón junto a la calle Yafa de Jerusalén Oeste, la zona israelí, donde fue adquirido el libro de Kurt Hielscher.
Callejón junto a la calle Yafa de Jerusalén Oeste, la zona israelí, donde fue adquirido el libro de Kurt Hielscher.Luis de Vega

El autor es reconocible. También el título. Una gran sorpresa. Kurt Hielscher (1881-1948), Picturesque Spain (La España desconocida, en español). La obra recoge las correrías de este alemán con su cámara de fotos por casi todos los rincones de España durante un lustro de la segunda década del siglo pasado. En un primer vistazo, aparenta corresponder a la primera edición en inglés, sacada al mercado por la editorial Brentano’s en Nueva York enero de 1925, tres años después que el original en alemán en Berlín, titulado Das Unbekannte Spanien. Acaba de cumplir un siglo.

La obra acoge en su interior, además, una historia paralela que da cuenta de las manos por las que ha ido pasando. Luce, primero, un precioso exlibris con el nombre escrito a pluma de alguien que no se acaba de entender. En la siguiente página, bajo el nombre del autor, aparece –siempre a pluma- una dedicatoria entre restos de papel celo en la que apenas solo se ve: “15 de mayo de 1930, Santa Mónica, California”. Más adelante, se ve otra del año 1964. Justo debajo de esta, ya con letra impresa, el cumplido oficial de Hielscher: “Humildemente dedicado a Su Majestad el rey Alfonso XIII de España”.

“Es un libro muy antiguo. Son 35 shekels”, responde el vendedor sin retirarse los auriculares de los oídos. Eso son apenas nueve euros. Como hubiera hecho Paco Gómez en sus incursiones dominicales al Rastro de Madrid, el pago ante lo que puede considerarse un chollo se realiza sin rechistar. El de España es el primero de una serie de libros que, a lo largo de más de dos décadas, Hielscher realizó en países como Alemania, Yugoslavia, Rumanía, Italia, Austria o países nórdicos.

Imagen del libro de Kurt Hielscher `La España desconocida´ en su primera versión en inglés editada en Nueva York en enero de 1925.
Imagen del libro de Kurt Hielscher `La España desconocida´ en su primera versión en inglés editada en Nueva York en enero de 1925.Luis de Vega

“Mis fotos deben hablar por mí”, explica Hielscher en un texto introductorio de varias páginas en el que destaca algunos de los lugares visitados entre 1914 y 1919 como las Cuevas de Altamira, la Alhambra o las ciudades de Sevilla, Córdoba y Toledo. Pero muchos otros por los que peregrinó a lo largo de unos 45.000 kilómetros en cinco años no son ―no eran― tan conocidos ni accesibles. Finalmente, tras varias exposiciones y publicar algunas de las fotos en la revista La Esfera, pensó que podía recopilar el trabajo en un libro, que vio por vez primera la luz en su país en 1922.

Reconoce que le costó elegir las 304 fotos que lo ilustran, con los pies que las acompañan en cinco idiomas (inglés, francés, italiano, alemán y español), entre las aproximadamente 2.000 que tomó. Se trata de una cantidad no desdeñable de imágenes para aquellos tiempos, alejadísimos todavía de la voracidad del obturador en la era digital, en que cada disparo era un tesoro.

El origen de La España desconocida fue accidental, pues, durante su segundo viaje de estudios, Hielscher se quedó atrapado en España con el estallido de la Primera Guerra Mundial. Fue entonces cuando, con más tiempo y determinación que medios, emprendió su aventura. “Aproveché esta estancia involuntaria para conocer con detalle el país hasta en sus más apartados rincones. Viajé de un lado para otro desde los ventisqueros de los Pirineos hasta la playa de Tarifa, desde el palmeral de Elche hasta las olvidadas Hurdes de Extremadura”, describe.

El testimonio del reportero nos traslada a la peripecia que emprendió unos sesenta años después Cristina García Rodero para elaborar una de las obras más renombradas de la fotografía española: La España oculta. Formalmente, por las restricciones técnicas que todavía imponían los aparatos de entonces, las imágenes pueden recordar más al trabajo de José Ortiz Echagüe (1885-1981), nacido cinco años después de Hielscher.

El alemán se desplazaba en soledad por las carreteras secundarias de la España de hace un siglo, aunque en su texto habla en plural. Se refiere a su “fiel” compañera de viaje: la cámara con objetivo Zeiss, un “precioso ojo de cristal” con el que acercarse a paisajes, a monumentos y personas. Quedaban pocos años para que la marca alemana Leica, que cumple un siglo precisamente este 2025, revolucionara el mundo del reporterismo con la película de 35 milímetros. Eso permitió, con menor tamaño del equipo y una velocidad mucho mayor de obturación, una espontaneidad y naturalidad nunca vistas.

Por eso, en La España incógnita, dominan los posados de vecinos inmóviles mirando de frente a la lente o escenas captadas de lejos como algunos mercados o corridas de toros, desde la plaza de Madrid a becerradas en pueblos. Llama la atención la pormenorizada descripción que realiza Hielscher, tras llegar en tren, de la Semana Santa de Sevilla, con los cortejos de nazarenos cual “espectros”, los pasos o los costaleros. Pero sorprende que ni una sola imagen de esta fiesta, que le recuerda a tiempos de “brujas” e “inquisición”, acabara en el libro. En todo caso, el legado fotográfico del alemán sirve para hacernos perfectamente una idea de un país que, hasta poco antes, había sido contado a golpe de grabado por los viajeros.

El ojo curioso del reportero se enfrentó con frecuencia al muro del desconocimiento y el conservadurismo, como en esta escena que vivió en Granada: “Cuando les pedí a las mujeres con velo que me dejaran fotografiarlas, me miraron fijamente, porque nunca habían visto una cámara. Les mostré una foto y les expliqué que yo también quería tener la suya. Se negaron. (…) En este país cristiano me he topado con la vergüenza y la adhesión a las leyes de Mahoma. ¡Que ningún cuerpo mortal sirva de imagen!”. Finalmente, con insistencia, logró el permiso de una mujer para retratar a su hija. Cuando fue a darle las gracias, la joven escondió las manos. “Ella no quiere ser maleducada, pero no es costumbre en nuestro país que una niña permita que un hombre le toque la mano antes del matrimonio”, le comentó la madre.

En otros casos, Kurt Hielscher relata el rechazo en un primer momento de los religiosos del Monasterio de Yuste, que solo lo aceptan cuando asegura que es alemán y que ha viajado a pie 50 kilómetros desde Navalmoral para contemplar el legado de Carlos V. “Durante la cena, yo, el infiel, me senté junto a los monjes y fui tratado como un hermano”, describe poco antes de narrar su regreso zarpando desde el puerto de Ferrol. Dejaba atrás con “nostalgia” el sol y la “hospitalidad” española para ser acogido de vuelta por los días nublados de su patria, Alemania.

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Sobre la firma

Luis de Vega
Ha trabajado como periodista y fotógrafo en más de 30 países durante 25 años. Llegó a la sección de Internacional de EL PAÍS tras reportear en la sección de Madrid. Antes trabajó en el diario Abc, donde entre otras cosas fue corresponsal en el norte de África. En 2024 ganó el Premio Cirilo Rodríguez para corresponsales y enviados especiales.
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