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crítica de cine
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

‘Aún estoy aquí’: el horror expresado sin aspavientos

Salles narra esta tragedia con complejidad y sutileza. Tienes la sensación de que todo es de verdad. Es una buena película sobre un asunto tenebroso: la pérdida definitiva del paraíso

La actriz Fernanda Torres, candidata al Oscar, en 'Aún estoy aquí'.
Carlos Boyero

Fue Fernando Trueba el que me urgió para que viera cuanto antes Aún estoy aquí, última entrega de Walter Salles, director brasileño al que le debemos una película tan estremecedora como Estación Central de Brasil, la biográfica y atractiva Diarios de motocicleta que recrea la itinerante juventud de Ernesto Guevara, y una lamentable adaptación de la inolvidable y poética novela (yo era muy joven cuando la leí, ojalá esta no haya envejecido mal) de Jack Kerouac En la carretera. Y cuando veo Aún estoy aquí entiendo la proximidad sentimental de Trueba con Salles. El primero rodó la sensible y conmovedora El olvido que seremos, crónica de la desolación que provoca en una familia feliz el asesinato del modélico padre. Ocurría en Colombia. Salles retrocede al Brasil de la dictadura militar para narrar una tragedia similar.

Qué barbaridad las dictaduras, incluida la del proletariado, que no sé a cuánta gente mandó al infierno. Y es raro encontrar algún país de Latinoamérica en el que los militares no hayan impuesto en alguna época su concepto de la ley y el orden a costa de masacrar a los disidentes, sospechosos de disidencia, o a cualquiera que les saliera de sus arrogantes y todopoderosos genitales. Y casi siempre con la comprensión y la protección del democrático amigo americano.

Salles durante el arranque nos cuenta con veracidad y naturalidad, sin una pizca de empalago, que puede existir una familia feliz. Son un matrimonio y sus cinco hijos, todos adolescentes o niños. Tienen el mar enfrente, una solvente situación económica, se quieren mucho, se entienden, ríen, se toleran. El padre fue diputado y ahora ejerce de ingeniero. Hasta que un día aparecen en su casa unos señores más educados que siniestros y le piden al padre, a la madre y a una de las crías que les acompañen a una oficina. Nunca nos mostrarán la práctica de torturas, el ejercicio más salvaje para doblegar al indefenso, pero sí las huellas anímicas de la tortura interna.

La mujeres regresaran a su casa después de unos días kafkianos. Del padre no volverán a saber nada. Entra en la pavorosa lista de los desaparecidos. Costa-Gavras también habló de este tema siniestro en Desaparecido. Debe de ser horrible lo de no poseer la mínima certeza sobre el ser amado al que se llevaron y que no volvió, debatirte entre el miedo y la esperanza, intuir que ha ocurrido lo peor sin poder ver el cuerpo, sin la menor noticia de esa persona querida a la que se llevaron unos desconocidos sin uniforme.

Salles narra esta tragedia con complejidad y sutileza. Tienes la sensación de que todo es de verdad. Es una buena película sobre un asunto tenebroso, el de la pérdida definitiva del paraíso. Y dispone de una actriz excelente, sobria, con clase, revelándote lo que ocurre dentro de esa mujer desgarrada sin hacer el menor aspaviento, sin pedirte que la compadezcas, con una mirada y una actitud permanentemente digna. Se llama Fernanda Torres.

Aún estoy aquí

Dirección: Walter Salles.

Intérpretes: Fernanda Torres, Fernanda Montenegro, Selton Mello, Valentina Herszage.

Género: drama. Brasil, 2024.

Duración: 135 minutos.

Estreno: 21 de febrero.


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