Laura Weissmahr, actriz: “Al menos me ha servido de algo esta puta oscuridad”
La intérprete gaditana, protagonista de ‘Salve María’, cuenta cómo convirtió su biografía en combustible artístico: “He tenido que hacer terapia para curar ciertos traumas y heridas”
Laura Weissmahr (Tarifa, Cádiz, 32 años), protagonista de Salve María (película dirigida por Mar Coll que ha sido saludada por la crítica como uno de los mejores filmes del año), llega al Café Comercial de Madrid. Weissmahr interpreta a una joven madre a la que una noticia trastoca su vida: una mujer francesa ha ahogado a sus gemelos de 10 meses en la bañera; el personaje se obsesiona con la noticia (“¿por qué los mató?”) hasta que el infanticidio empieza a rondar su cabeza. Este jueves ha sido nominada a la mejor actriz protagonista en los premios Feroz, que se entregan el 25 de enero en Pontevedra.
Pregunta. En Salve María explora una brecha delicada: ese momento en el dar a luz significa, en realidad, apagarla.
Respuesta. Después de hacer la primera prueba, y los primeros ensayos, me di cuenta de que había una parte racional que yo podía construir leyendo cosas sobre la depresión posparto. Pero también reparé en que había algo de lo que tirar: mi propia oscuridad. Cuando tienes a este bebé delante de ti —aunque sea en un rodaje— y repites el monólogo interior que has creado para el personaje, tocas partes oscuras de tu cuerpo. Seguramente pasó a un segundo plano la parte racional: no me sirvió. Lo que me sirvió era saber que yo podía hurgar en esa profundidad, encontrar mi monstruo interior y sentir mi propia culpa.
P. Su personaje es joven. Pero también hay mujeres mayores que pasan años deseando tener el bebé y, cuando lo tienen, caen en una depresión posparto que las culpabiliza de forma injusta preguntándose si es que ahora no quieren lo que tanto querían.
R. Eso puede pasar: hay que detectarlo, nombrarlo y buscar ayuda. Mi personaje quizá esté rozando ya una psicosis posparto, que aparece cuando después de varios meses de depresión empiezas a tener pensamientos como los de mi personaje.
P. La importancia de hablar.
R. Si se hablase más del tema y no tuviéramos tanta culpa y vergüenza cuando pasa, sería más fácil de tratar. El problema es cuando creemos que es tabú, te da vergüenza que te esté pasando, te da miedo, no sabes verbalizarlo. Y ahí se vuelve peligroso, tanto para ti como para el bebé, y para la gente alrededor.
P. ¿Le contó Mar Coll por qué la eligió?
R. Me dijo una cosa muy graciosa. Algo así como que había hecho cásting a muchas actrices para el personaje, “pero tú me traías una oscuridad de casa que nadie más tenía”. Cuando leí la descripción del personaje y vi que María [la protagonista] tenía un moño mal hecho y dos ojeras que le llegaban hasta el suelo, pensé: “Será por la ojeras”. Hicimos el cásting y hubo mucha química. Entendí exactamente lo que quería.
P. ¿Y esa oscuridad suya que trae de casa?
R. Para mí fue un cumplido. Al menos me ha servido de algo esta puta oscuridad.
P. ¿Puede hablar de esa oscuridad?
R. Hay una cosa como filosófica y de experiencia, y durante muchos años, también por situaciones familiares, he tenido contacto con experiencias oscuras. Vengo de una familia muy desestructurada, en la que yo me he tenido que hacer cargo de muchas cosas, he hecho de madre pero de otra manera. Y he tenido que hacer terapia para curar ciertos traumas y heridas que esto me ha provocado. Y he pasado por un proceso psiquiátrico, y tuve que medicarme en su día. Cuando has tocado esas profundidades, hay algo que se te coloca bien. Y en mi vida solo estoy interesada en luz. Ojalá dure.
P. Y ha podido utilizar su biografía en su trabajo.
R. Es que además creo que ser actriz no solo pasa por saber interpretar un personaje: también pasa por saber cómo transformar experiencias propias y aplicarlas a otros personajes. Por eso siempre hay actores y actrices que van mejor para ciertos tipos de personajes que otros.
P. ¿Su apellido de dónde viene?
R. Mi padre es suizo. Mi madre es italiana. Y yo nací en Tarifa de casualidad, porque ellos se conocieron allí. Mi padre era un hippie que hacía windsurf y mi madre justo se encontraba trabajando allí. A los 12 años, por temas de salud de mi madre, nos mudamos a Barcelona. Yo no me identifico ni con España, ni con Italia, ni con Suiza: esto de las nacionalidades lo llevo fatal.
P. ¿Temió consecuencias por rodar un papel tan duro?
R. En mi caso —quizá en otros no, no lo sé—, y por mi cuadro psicológico, no. Y me gustaría ser madre, cuando se den las circunstancias adecuadas. Son preguntas recurrentes que una se hace cuando viene de una familia desestructurada: tendrás tú hijos o no. Lo que sí sentí en el rodaje es una intensidad muy grande. El cuerpo ya no sabía lo que era verdad y lo que era mentira. Padecí de insomnio y cuando fuimos a la montaña, ahí me quedé. Hubo un día en que quise levantarme y me quedé clavada, y tuvimos que llamar al doctor para que me pinchase.
P. Salió bien.
R. Recuerdo algo gracioso. Yo lloraba por el dolor y el doctor me preguntó: “A ver, un momento. ¿Esta directora te trata bien?” [ríe]. Había escuchado esas historias de Kubrick, de Bertolucci y de cómo Kubrick hizo 57 tomas tortuosas a Shelley Duvall en El Resplandor y acabó volviéndola loca de verdad. Y nada, me dio unas pastillas por si me volvía el dolor. Era el estrés mío del rodaje de mi primer proyecto como protagonista. 12 horas al día metiéndole al cuerpo semejante carga de tensión.
P. La tensión de que alguien que no entiende por qué no ama lo que más tiene que amar.
R. La película no solo es para gente que ha pasado por una maternidad difícil, o que no la ha pasado. Trata de un tema universal que va sobre el monstruo interior, esta apatía que a veces no podemos entender, esa culpa que viene de algo tan monstruoso como no querer.
P. Decía Milena Busquets algo así como que no hay nada más salvaje que decirle a alguien que ya no lo quieres. Por eso siguen y siguen relaciones sin amor: porque si es violentísimo dejar de amar, imagina decirlo.
R. Horroroso. “Yo no te quiero” supone soledad, supone duelo, supone tristeza. Y piénsalo ahora hacia un bebé dependiente de ti, un bebé sin culpa.
Babelia
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