Lola, Mari, Isa y Maruja, las madres de La Habitación Roja: “Siempre que salen para un concierto rezo: ‘Ay, dios mío, que no les pase nada”
El grupo valenciano elige una foto de sus progenitoras para ilustrar su nuevo disco, una metáfora de lo que ha sido una carrera de 30 años: tesón, amor, perseverancia y humildad. Hablamos con ellas
El grupo valenciano La Habitación Roja acaba de publicar su disco número 14, Crear. Suman 30 años de carrera. En la portada se muestra a cuatro mujeres: Lola, Mari, Isa y Maruja. Todas superan los 70 años. Dos sentadas a los extremos y dos de pie, en el centro. Una imagen en blanco y negro tomada en un bosque. Son las madres de los cuatro miembros de la banda. El grupo explica esta decisión: “Queremos reivindicar la experiencia, la madurez, la trayectoria, la determinación por sacar adelante a los tuyos. El amor y el apoyo incondicional que nuestras madres destilan, en contraposición a la superficialidad y el excesivo culto a la imagen y a la juventud que nos bombardea y que siempre deja de lado a las mujeres que no solo nos han dado la vida, sino que nos la han preservado y alentado desde que nos dieron a luz”. Bonito preámbulo para empezar esta historia.
En realidad, funciona como metáfora de la carrera de La Habitación Roja: amor, perseverancia, paciencia, humildad. “Vida, música y obra van intrínsecamente ligadas y vemos ese compromiso en la figura de nuestras madres, que siempre nos han cuidado y apoyado”, expresa el grupo. Pero, un momento: ¿siempre les han apoyado? “A mí me habría gustado que mi hijo se hubiera dedicado a otra cosa, para qué te voy a mentir. Ahora veo que es bonito. Pero tú sabes lo que les ha costado a ellos triunfar un poquito…”, expone con franqueza de madre Lola (79 años), cuyo hijo es el cantante, guitarrista y compositor principal del grupo, Jorge Martí (52 años). Efectivamente, Lola lleva razón: les ha costado mucho. La Habitación Roja surgió a mediados de los noventa, con la primera generación del indie español. De aquella época quedan pocos, apenas Los Planetas y ellos. “No entiendo cómo no han triunfado mucho más, porque tienen grandes canciones. Pero, bueno, aunque no toquen en pabellones, tienen un buen puñado de fieles y llenan salas”, apunta Mari (72 años), madre del bajista, Marc Greenwood (42 años).
En las últimas tres décadas el cuarteto no ha dejado de tocar ni un año, casi siempre en salas con capacidad para 1.000 personas (cuando actúan en Madrid, Barcelona o Valencia) o 500, cuando se desplazan a otras ciudades. “Somos mileuristas del rock. Bueno, eso cuando se podía vivir con mil euros, porque ahora… Nuestra posición está en la clase media. Solo desde hace unos 10 años tenemos un sueldo medio decente como músicos”, asegura Martí. Pau Roca (48 años), el guitarrista, añade: “No nos drogamos y tenemos vicios culturales baratos, así que nos da para vivir”.
Lola, la madre de Jorge, está preocupada porque en tres días se opera de unos tendones que le impiden caminar bien. También por su hijo, que lleva décadas viviendo en Noruega con su pareja y sus dos hijas, cuando la actividad de La Habitación Roja (actuaciones, entrevistas, ensayos, intendencia) se desarrolla en España. “Jorge lleva una vida que nos hace sufrir… Tanto viaje… Si viviera aquí… Además, nosotros [ella y su marido] nos hemos hecho mayores y ya no podemos ir a echarle a Noruega una manita”, cuenta con cierta tristeza Lola.
El hogar de Lola en L’Eliana (Valencia) funciona como cuartel general del grupo. “Mi casa siempre está llena de trastos, de guitarras y paquetes con discos. Y tienen la furgoneta aquí. Jorge siempre me llama: ‘Mamá, llegará no sé qué; mamá, llegará no sé cuántos”, cuenta entre risas. Lola conoce a Maruja (78 años), madre del batería, José Marco (52 años): ambas viven en L’Eliana. Pero con las otras dos madres no habían coincidido. Lo hicieron en la sesión de fotos para la portada de Crear. “Fue divertido, porque nunca habíamos estado juntas, pero nos unía la trayectoria de 30 años de nuestros hijos. Hicimos bromas, que es lo mejor para romper el hielo. El comentario general entre nosotras fue que a un hijo no se le puede decir que no: te convence de todo, hasta de salir en la portada de un disco”, comenta Isa (72 años), madre del guitarrista, Pau Roca.
Las fotos se tomaron en el bosque de La Vallesa, en el Parque Natural del Turia. Un poco más abajo, cerca del río, el paso imparable de la dana ha causado importantes daños. Roca, el guitarrista, ejerció de fotógrafo junto a Tana Capo, su pareja. “Estaban continuamente haciendo bromas, así que no fue fácil pasar de la carcajada a una pose más seria, clásica, que era lo que buscábamos. Creo que ha quedado una imagen que transmite honestidad, como son ellas”, cuenta Roca. Las madres decían mientras posaban: “Con lo guapas que éramos de jóvenes y nos sacáis ahora”. Roca disiente: “Yo creo que ahora están guapísimas”. Mari recuerda el día que su hijo, Mark Greenwood, se incorporó al grupo. “Tendría unos 17 años y le llevé en coche a hacer la prueba para entrar en La Habitación Roja. Fuimos con mucho miedo al encuentro en un centro comercial llamado Nuevo Centro, en Valencia. Montó en el coche de Jorge [Martí] y se fueron. Yo me quedé allí, preocupada. Pero luego conocí al resto del grupo y son gente muy sencilla y con una gran pasión por la música”.
Interviene Maruja, madre del batería: “Nosotros teníamos un restaurante y queríamos que cogiese el negocio o que estudiase empresariales, pero no pudo ser, qué le vamos a hacer”. Y añade: “Yo le decía ‘estudia, José', pero miraba por la ventana de su habitación y estaba ahí, con la música, moviendo la cabeza. Ahora, siempre que salen a una actuación rezo: ‘Ay, señor, que no les pase nada’. Es que viajan mucho...”. Isa hace resumen y llega a una conclusión: “Yo le digo a Pau: qué mérito has tenido de sobrevivir en una profesión, la música, que no da para sobrevivir”. Sale en la conversación el término indie. Se ha dedicado mucha literatura a intentar definir lo que es. Y aquí está Isa, que da en el clavo con una sencillez pasmosa: “Para mí indie significa que no están en los grandes circuitos y que nadie les da directrices”.
Muchas noches, cuando se acuesta, Lola escucha el programa nocturno de deportes de la Cadena SER, El larguero. Le interesa el fútbol (su marido jugó en el Valencia en los años cincuenta y se aficionó), pero sobre todo le gusta otra cosa: “Suelen poner música cuando cambian de una noticia a otra. Y alguna vez ha sonado La Habitación Roja. Escucho la voz de mi hijo a oscuras y me emociono. Esas canciones me hacen llorar”.
Por cierto, la operación de tendones de Lola fue un éxito.
Babelia
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