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Cayetana Guillén Cuervo: “No pongas mis años: muerte al edadismo”

La actriz y comunicadora, presidenta de la Academia de las Artes Escénicas, se define como “activista cultural”. Estos días, entrega las medallas de la institución a Antonio Banderas y Maribel Verdú, entre otros, y representa la obra ‘Pandataria’ por España.

Cayetana Guillén Cuervo, presidenta de la Academia de las Artes Escénicas.
Cayetana Guillén Cuervo, presidenta de la Academia de las Artes Escénicas.Bernardo Pérez
Luz Sánchez-Mellado

Llueve a manta sobre Madrid, la autovía M-40 es un caos de nervios y tráfico, pero, en el local de Majadahonda, localidad residencial a las afueras de la ciudad donde cita la entrevistada, reina la calma. Es uno de esos bares-cafeterías-restaurantes-pubs de centro comercial, que sirven a la vez de punto de abastecimiento y club social de los vecinos de las acomodadas urbanizaciones que los rodean. Cuando llegamos, Cayetana Guillén ya está esperando jugando con un sombrero entre fedora y borsalino que ha traído con ella, confiesa, mitad para protegerse “el melenón” rubio de la lluvia, mitad para salir con “rollo” en las fotos. Está claro que controla el medio y el mensaje. Para algo es periodista de carrera, que no de oficio. O sí. Que lo cuente ella.

¿La puedo llamar colega? De profesión, digo.

Claro, y me siento honrada. Pero yo a ti no te lo llamaría. Precisamente por respeto a vosotros, los periodistas, periodistas, yo me coloco en otro lugar. Más que periodismo, mi carrera ha sido la del activismo cultural. Un activismo dignificado por mi licenciatura en Periodismo.

Pero meterá mano en las entrevistas que hace a cineastas en ‘Versión española’, ¿no?

La meto, la meto. Por eso no me gusta que me llamen presentadora, sino comunicadora, porque la presentadora puede no tener ni voz ni voto, y yo no podría trabajar así. Tengo un equipo maravilloso, pero creo que puedo aportar el hecho de que yo formo parte del otro lado. Hay un cordón umbilical muy potente con el entrevistado. Sé lo que es estar delante de una cámara, encima de un escenario, sé de su vulnerabilidad, sus miedos, sus inseguridades, y sé cuál es su ikigai, el sueño de su vida, que es el mío.

¿A saber?

Pues ese: el activismo cultural. Eso engloba la interpretación, el servicio público de tantos años en Televisión Española al servicio de la cultura y, por supuesto, la presidencia de la Academia de las Artes Escénicas de España. Es activismo porque la cultura es prioritaria, necesaria, completa al ser humano. Es el oxígeno del alma y la vida. No puede ser que la vida sea solo comer y pagar un alquiler Tiene que tener otro vuelo: el de la belleza de la palabra, la música, la danza, el cine, el arte.

Y qué piensa de quienes dicen que la gente de la cultura son unos “subvencionados”.

Me duele, me dan ganas de ir a casa de esa persona y darle información, porque creo de verdad que es desconocimiento. Me dan ganas de llevármela conmigo al teatro para que le sacuda el alma. La cultura es el 4% del PIB de este país, alimenta a millones de familias. Una subvención no es una propina, sino una ayuda para generar empleo. El hecho artístico nos dignifica. Y mi activismo cultural también pasa por cambiar ese tipo de opiniones, sin dar la chapa, con mi mejor sonrisa, mi mejor verso, desde el amor y la bondad, porque la bondad y el amor me parecen revolucionarios.

En Pandataria, la obra con la que está girando por España, se sostiene que el teatro salva vidas. ¿cómo?

El simple hecho de poner palabras a tus heridas, a tus emociones, a tu confusión, a tus duelos, el hecho escénico, la liturgia de un teatro, de un cine, la reflexión que te da herramientas para entenderte y entender al otro en su diferencia, que no te asuste, que te complemente. Todo eso salva vidas. Literalmente.

¿Nunca tuvo choque generacional con sus padres, los actores Fernando Guillén y Gema Cuervo?

Intelectual, jamás. Pero, claro, también tuve mi rebeldía. Fíjate que me hicieron legalmente mayor de edad a los 16 años ante notario. Yo devoraba libros, viajaba a la India, y me dijeron: “Eres tan libre y tan independiente que te vamos a hacer mayor de edad y ya te apañas tú, así eres responsable penal de tus cosas y a partir de ahora te lo pagas tú todo también” [ríe].

O sea, que lo suyo no es ser “hija de”.

Cero. Eso es puro desconocimiento. Lo que me pasa es que la gente piensa que soy de una manera que no soy. Todo el mundo lleva su guerra encima y hay que intentar ser amable con todo el mundo porque tú no tienes ni idea de contra qué está luchando.

¿Se ha sentido prejuzgada?

En general me siento muy querida y muy afortunada de que la gente se acerque a felicitarme por mi trabajo. Al que está 15 horas delante de ordenador nadie le felicita.

¿Qué recuerda de su padre?

La muerte de mi padre me cambió el mapa de la comprensión de la vida. Jamás nos juzgaba. Aparte de ser de una belleza absoluta, era la persona más culta que he conocido en mi vida. Sus amigos, toda la generación de Fernán Gómez, le llamaban El académico. Me leía El péndulo de Focault con nueve años, y le hacía comentario de texto. De alguna forma le tenía que sorprender, eso me puso las pilas para toda la vida.

Su madre ha abierto un perfil en Instagram con 88 años y tiene más de 200.000 seguidores. ¿Cómo está?

Mi madre ahora es puro amor. Ha dejado el ego al lado, y date cuenta que mi madre ha sido una diva de otra época, con lo que eso conlleva. Pienso: madre de dios, qué mujer: huérfana de padre en plena guerra, con dos años, sin antecedentes de artistas en la familia, y consigue convertirse en actriz y, con mi padre, en una pareja de ensueño. Les llamaban los Burton. Ellos sí que lucharon y trabajaron como bestias por la profesión. Cambiaron en mundo con sus Estudio 1, estrenando a dramaturgos maravillosos en la televisión que veía todo el mundo.

¿Ese es su legado?

Su legado es la perseverancia, la constancia, el compromiso, la dignidad y el amor. Todo eso digo en mis discursos de presidenta, sin leerlos, porque me lo creo profundamente, lo llevo dentro y lo cuento con emoción, vocación, cero dogmas y la suficiente ligereza para no dar el coñazo. En la Academia somos casi mil académicos de almas distintas, de disciplinas artísticas distintas, gente diversa y válida que todo lo ha conseguido a base de esfuerzo y que pide respeto.

Dice que se propone dignificar las artes escénicas. ¿No lo están?

Todavía queda. Pero ya noto que nos escuchan, nos reciben, que tienen en cuenta nuestro criterio y nuestros proyectos. Valoro muchísimo la implicación del ministro de cultura, Urtasun, que vino a la gala de la Academia recién nombrado, pero también la de la presidenta de la comunidad de Madrid y la del alcalde Almeida. Se sientan en la misma mesa, sonríen y hablan de ello. Con Cultura hemos firmado la Academia la Unidad de Prevención y Atención contra las Violencias en el sector audiovisual, por ejemplo.

¿Habla de violencia sexual? ¿Habían percibido un problema en este sentido?

No exactamente. Pero iban saliendo historias de gente concreta, desde el Ministerio de Cultura y la Academia de Cine tuvieron esa iniciativa, se nos invitó a nosotros también y acudimos. No me parece que el nuestro sea un sector que tenga más problemas que otros, los problemas están también en los hospitales, entre los abogados, entre los políticos, pero nosotros tenemos más tribuna.

Usted tiene una carrera larga. ¿ha sufrido episodios de abuso o acoso?

No. Parece que me estoy escaqueando, y para nada, soy una tía que me escaqueo cero de nada. Pero yo no he tenido eso cerca. A mí me ha pasado lo peor que me podía pasar, que es una violación a los 6 años. Te lo estoy contando a ti porque eres de tu medio, y porque lo conté en el documental Mapa a Pandataria, que era un lugar de creación. Seis personas del elenco contaron cosas muy fuertes confesando que las artes escénicas le habian salvado la vida. Y yo conté lo mío. Me salió de dentro. No había hablado de ello en toda mi vida. Me salió así y allí. Y así y allí se queda. No diré más.

Cayetana Guillén Cuervo posa en un bar de Majadahonda (Madrid).
Cayetana Guillén Cuervo posa en un bar de Majadahonda (Madrid).Bernardo Pérez

¿Su papel de presidenta de la Academia le condiciona para pronunciarse, o no, políticamente?

Yo hace mucho tiempo que no hablo de política porque se me ha utilizado muchísimo y no estoy dispuesta a que se use mi energía, mi buena fe, mi amor por los demás, mi confianza en el otro.

¿Quién la ha utilizado?

Los medios de comunicación han usado mi personaje público y no me da la gana. Yo, personaje público, quiero que mi nombre tenga la trascendencia en los temas que quiero, no en temas políticos.

Me ha pedido que no pusiera su edad en su ficha de presentación. ¿Por qué?

Pues, de nuevo, es un activismo frente a las etiquetas. Te pido que no pongas mis años: muerte al edadismo. Si tú pones la edad, de entrada habrá gente que no me conozca, y, directamente, me va a ubicar en una energía, una generación y unas costumbres que no me definen. Y yo quiero que me ubiquen al conocerme, no por mi edad.

Pero si está en Wikipedia, como su nombre y sus películas.

La edad te marca más que cualquier cosa que me estés contando, y más en una mujer. Entonces, tengo una lucha con eso: júzgame por lo que ves. Igual que no pones el color de pelo, el de ojos, o que tengo la piel seca. ¿Por qué este dato importa tanto? Mira, yo tengo una pandilla de amigos maravillosa, absolutamente ecléctica que va de gente de 15 a 80 años. Soy tan feliz con esa gente tan diversa que me parece tan antiguo y tan fuera de todo clasificarlos por la edad.

¿Qué hace falta para hacer amigos a sus equis años?

Qué pregunta tan bonita. Yo creo que confiar en el otro. A quien no se atreva, le diría que todo está en el amor y en la mirada del otro, y en la compañía y en compartir cosas. A los amigos, a partir de los 40, los eliges tú con tus herramientas.

Pero si va cada uno a lo suyo, sin tiempo para nada.

Pues hija, a mí se me cruzan amigos por la vida que son la maravilla de mi vida. Imagínate que ahora tú y yo conectamos, nos damos los teléfonos y nos hacemos amigas. ¿Por qué no? Creo que hay que venir abierta a que tú me gustes, lo que no puedo venir es de uñas, tengo que venir con mi mejor versión y eso pasa por el amor y por la confianza en ti.

Usted siempre luce vestidazos en las alfombras rojas: ¿el atuendo importa?

Los premios son una fiesta para celebrar lo que se ha hecho bien. Para celebrar el éxito de tus compañeros. Me dejan las joyas, me dejan el vestido, los zapatos, si puedo llevar moda española, intento dignificarla también, y al día siguiente lo devuelvo todo y sigo con mi activismo cultural porque hay tiempo y lugar para todo. Entonces, para mí, los Goya, y, ahora, los Talía, son un lugar de celebración, no de reivindicación. No critico a quienes lo hacen, pero yo prefiero vivirlos de otra manera.

SEÑORA PRESIDENTA

Cayetana Guillén Cuervo nació en Madrid, en una fecha que es pública, pero que ella pide no concretar aquí, hija de los actores Fernando Guillén y Gema Cuervo. Aunque estudió Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, nunca ejerció la profesión de forma convencional, o eso dice ella. Lleva 20 años siendo la conductora y entrevistadora del programa de divulgación cinematográfica Versión española, en TVE, trabajo que compagina con su presencia en películas y obras de teatro como Pandataria, que está estos días de gira por España. En 2022 fue elegida presidenta de la Academia de las Artes Escénicas de España, cargo por el que, insiste, no cobra "ni un céntimo" y con el que se propone "dignificar" al sector y a sus profesionales.

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Sobre la firma

Luz Sánchez-Mellado
Luz Sánchez-Mellado, reportera, entrevistadora y columnista, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y publica en EL PAÍS desde estudiante. Autora de ‘Ciudadano Cortés’ y ‘Estereotipas’ (Plaza y Janés), centra su interés en la trastienda de las tendencias sociales, culturales y políticas y el acercamiento a sus protagonistas.
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