Susan Santos: “Como buena rockera no soy ninguna santa ni monja de clausura”
Virtuosa de la guitarra, la extremeña que ha conquistado a la crítica internacional publica su sexto elepé, ‘Sonora’
A Susan Santos (Badajoz, 42 años) hace ya muchísimos años que no la llama Susana nadie, ni siquiera su madre o cualquiera de sus cinco hermanos, todos mayores. Es solo un pequeño primer indicio de su condición nada convencional: mujer rockera, virtuosa de la guitarra, artista muy reconocida en Europa y poco en tierras peninsulares y, puestos a salirse de la norma, zurda para todo “desde los cero años”. Con el lápiz no la contrariaron; con la guitarra, en una familia sin un solo antecedente artístico, al principio sí. Pero Susan —brillante, concienzuda, tenaz— acostumbra a salirse con la suya, aunque le lleve tiempo. Su ya sexto elepé, Sonora, con una acogida muy elogiosa en la prensa anglosajona a ambos lados del océano, es buen ejemplo de ello.
Pregunta. ¿Es usted convencional en algo?
Respuesta. Nunca lo había pensado en esos términos, pero puede que sea amiga de llevar la contraria. Cuando algo te apasiona de verdad, como la guitarra y la música, no te paras a pensar en las dificultades que habrás de encontrarte.
P. ¿El verde es su color, a juzgar por la guitarra?
R. Me la construyó a medida un artesano de Santa Clarita, en California, así que me di el gustazo de encargarla en ese estilo green surf, muy característico de los años cincuenta. Como hay pocas guitarras para zurdos, casi todas las fabrican en madera, blanco o negro, los colores más corrientes. Y no.
P. ¿Le costó encontrar referentes femeninos cuando estaba empezando?
R. No, porque desde siempre me inspiraron los sonidos estadounidenses y allí siempre hubo grandes mujeres; desde las pioneras del jazz y el blues, a mis grandes inspiradoras, como Bonnie Raitt o Patsy Cline. Si algo te gusta muchísimo, te entregas a ello y no hay fronteras que valgan.
P. ¿Y ese inglés tan impoluto?
R. Siempre pienso que si te propones hacer algo, debes hacerlo mejor que bien. En muchas reseñas anglosajonas reconocen que les sorprende mi nacionalidad porque no me notan ningún acento.
P. ¿Siempre es así de meticulosa con todo?
R. El perfeccionismo lo entiendo como una evolución, la manera de sentirme orgullosa con aquello que voy a defender. Pero en el directo sí soy más amiga de dejarme llevar, improvisar y lanzarme al barro.
P. ¿Sonora es el disco menos blues de una artista de blues como usted?
R. Es que las etiquetas no son cosa mía. Yo solo quiero escribir canciones y que cada una de ellas cuente una historia, a modo casi de cortometraje, alejada de los tópicos del sexo, las drogas y el rocanrol.
P. ¿Nada de mala vida?
R. Fui muy buena estudiante y ahora me gusta cuidarme, llevo siempre zapatillas de deporte en la maleta y hasta he participado en carreras populares. Pero, como buena rockera, no soy ninguna santa: si dijera que soy una chica buena, mis amigos se descojonarían. No soy ninguna monja de clausura; solo abogo por disfrutar de la vida sin acabar arrastrándote por el suelo.
P. De su primer álbum se cumplen ahora 15 años. ¿Ha tenido que lidiar con muchos sinsabores a lo largo del camino?
R. Nunca he amagado con tirar la toalla. He asumido trabajos más circunstanciales, como mis dos años en Las Mañanas de TVE, porque ni los discos ni las facturas se pagan solos, pero siempre tuve claro que yo misma era mi propio proyecto. Mis primeros años de Madrid los alterné con la enseñanza de lunes a miércoles en una academia de Badajoz. ¡He dado clases de guitarra hasta morir!
P. ¿Ha celebrado la grabación de Sonora con algún nuevo tatuaje?
R. Justo este verano me he tatuado en el brazo izquierdo una púa de guitarra con un cactus dentro. Experiencias como visitar el desierto de Joshua Tree, donde aproveché para grabar el videoclip de Hot rod lady, representan un antes y un después, el comienzo de una etapa vital diferente. El magnetismo de esos anocheceres o del viento espectacular no tiene comparación, por mucho que te adviertan de que te andes con cuidado con las tarántulas y las serpientes de cascabel.
P. ¿Y en 2025, qué?
R. Ojalá que igual de bien que este año, pero multiplicado por tres. Y con algo de tiempo libre para visitar acantilados y hacer rutas de senderismo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.