De la propaganda nazi al asalto al Congreso de EE UU: el festival de Venecia busca el hilo que une la extrema derecha
Varios documentales, una serie y una película de ficción investigan el auge del extremismo a través de la biografía de Mussolini, el fundamentalismo religioso en Brasil o activistas dispuestos a arruinar su vida para defender a Donald Trump
Chris Quaglin no para de hablar de su hijo. Dice una y otra vez, ante la cámara, que es la razón por la que está haciendo todo eso. Sin embargo, apenas pudo verle. El bebé nació en febrero de 2021. Su padre fue encarcelado en abril. Y condenado, hace unos meses, a 12 años de prisión, precisamente por todas las acciones que, según él, contribuirían a un futuro mejor para su heredero. Participó en organizaciones violentas de extrema derecha, fomentó el supremacismo blanco y, sobre todo, colaboró en el asalto al Congreso de EE UU para denunciar un presunto tongo electoral contra Donald Trump y en favor de Joe Biden. En el documental Homegrown, de Michael Premo, proyectado estos días en el festival de Venecia, se ve a Quaglin gritando a escasos milímetros de los agentes, aquel fatídico 6 de enero de 2021: “Somos la puñetera gente. ¡Quitaos de en medio!”.
La sentencia que le encerró recogió 14 delitos, incluidos agresión a la policía y obstrucción del Congreso. Pero el cineasta venía filmando ya desde 2018 lo que se cocía en EE UU y culminó ese día. “Empezamos a juntarnos con gente en marchas, convenciones, iglesias o bares”, recuerda Premo. Finalmente, se centró en Quaglin y otros dos activistas: Randy Ireland, un veterano de las fuerzas aéreas que coordina un grupo extremista en Nueva York; y Thad Cisneros, latino, tejano, padre de cuatro hijos, que defiende tanto a Trump como una alianza con Black Lives Matter (el movimiento antirracista surgido a raíz de la muerte de George Floyd a manos de la policía), que muchos de sus compañeros desprecian. También el propio Chris Quaglin, que dice en la película, junto con otros miembros de la organización Proud Boys: “Soy un chovinista occidental. Me niego a disculparme por crear el mundo moderno”.
De ahí que Homegrown ofrezca una de las visiones más matizadas y profundas de aquellas masas conspiranoicas que quisieron cambiar el resultado de las urnas. “Era fundamental hacer un estudio honesto, sin juzgar, sobre la gente que está escuchando las apelaciones a la política de ‘nosotros contra ellos”, apunta Premo. Pura realidad, frente a la caricatura condescendiente que a veces dibujan los medios progresistas. Y en medio de la acción, cámara en mano, en lugar de los típicos bustos parlantes de tantos documentales. El estreno llega justo a pocas semanas de que Trump vuelva a pelear por la presidencia de EE UU, frente a la demócrata Kamala Harris. Así, el filme contiene indicios para contestar a una pregunta clave: ¿qué empuja a un electricista de Nueva Jersey y otros miles de ciudadanos a llegar tan lejos?
La Mostra de Venecia, en realidad, amplia más el foco. Y se interroga sobre el populismo y la extrema derecha de un lado a otro del planeta y a través del tiempo: ayer, hoy y a saber si mañana. El documental Separated, de Errol Morris, se queda cerca de Homegrown: denuncia la política migratoria de Trump que llegó a separar a miles de hijos de sus familias en la frontera entre EE UU y México. “La mayoría viene de Guatemala, El Salvador, Honduras, huyendo de la violencia. Algunos de los niños más vulnerables que hay. Y entran sin sus padres”, denuncia Jonathan White, alto cargo en la oficina de reubicación de los refugiados, que por primera vez accede a hablar ante una cámara. Y un filme proyectado ayer en el concurso, The Order, de Justin Kurzel, cuenta una historia real sucedida en los ochenta, pero de plena actualidad: el surgimiento de una organización terrorista aria. El librito del que los insurgentes copian su plan, Los diarios de Turner, de William Luther Pierce, sirvió también para inspirar el asalto al Capitolio, según la película.
En Apocalipse nos trópicos, de Petra Costa, también se alude a Donald Trump. Pero el documental viaja al sur de América: investiga el ascenso del fundamentalismo religioso en Brasil y cómo impulsó el triunfo del expresidente Jair Bolsonaro. Y se pregunta cuándo la democracia deja paso a una teocracia. O a un totalitarismo, como en M. El hijo del siglo, la serie de Joe Wright que adapta la biografía homónima de Mussolini, escrita por Antonio Scurati. Se narran, por supuesto, los años veinte. Pero cuando el futuro Duce proclama ante sus secuaces enfervorecidos “somos la antipolítica” los ecos resuenan hasta estos días. Y más en el país donde gobierna Meloni. O “¡Giorgia, mujer, cristiana!”, como se definió la presidenta italiana entre gritos en un mitin de Vox en 2021.
Ni siquiera lo que cuenta el documental Riefenstahl, de Andres Veiel, resulta tan lejano: recupera a la cineasta responsable de los largos de propaganda hitleriana Olympia y El triunfo de la voluntad. Aunque, en la rueda de prensa del filme, se habló también de las próximas elecciones en EE UU o de la xenofobia hacia los migrantes. Justo estos días se cumplen 90 años de la reunión nazi que Leni Riefenstahl filmó en Núremberg. Pero la directora hoy puede verse como una pionera difusora de bulos. “¡No soy responsable por lo que sucedió!”, dice ella en un vídeo de archivo. El nuevo filme, sin embargo, recuerda su fascinación inmediata por el führer, la cercanía entre ambos y la “verdad” alternativa que la cineasta siguió difundiendo en años posteriores. Así como las cartas y llamadas de apoyo que recibía. La película la acusa de haber contribuido a la muerte de al menos 22 personas. Y aprovecha su mismo lenguaje para anclarla a sus acciones: cada vez que el metraje incluye una mentira de la directora, la desmiente a continuación con los hechos. Un logro fílmico. Quizás una pista para medios y políticos progresistas.
Otras surgen en Separated: se escucha a Barack Obama presumiendo del aumento de las deportaciones de migrantes. Y Jacob Soboroff, autor del libro en que está basado el documental, alerta: “Biden no ha estado deliberadamente alejando a niños de sus padres. Pero algunas políticas de Trump se han mantenido. Y, ahora que no está, no veo la misma indignación ni gente protestando”.
El problema, pues, viene de lejos y tiene mil facetas. Ni siquiera el boom de filmes políticos en la Mostra llega a proyectarlas todas. Al menos, invita a profundizar y buscar lecturas complejas. Riefenstahl fue una pionera de la propaganda, pero también un talento cinematográfico adelantado y notable. Lo que, por otro lado, alimentó el interés de Hitler hacia ella. “Éramos soldados sin una bandera. El führer nos dio una”, dice un militante nazi en una grabación rescatada en el documental.
A los suyos, Trump les dio un lema, que ondeaba en cientos de emblemas el 6 de enero de 2021: “Haz América grande de nuevo”. Lo vio medio mundo en los noticiarios, pero Premo estaba ahí con su cámara. Igual que en otros choques violentos que aparecen en Homegrown. Aunque ese día experimentó lo más escalofriante de una filmación ya bastante turbulenta. “Nunca pensé que haría una película en EE UU donde me dispararían, presenciaría peleas a puñetazos entre rivales políticos por la calle o seguiría a un protagonista durante horas de combate en el Capitolio”, reflexiona el director. Y recuerda el peor momento: en un túnel del Congreso, aplastado contra la pared por la masa, con una máscara de gas que le dificultaba respirar. De ahí que Homegrown contenga imágenes de enorme valor informativo. Y permita comprender, de alguna manera, a sus entrevistados, con los que Premo sigue en contacto.
La defensa de los “valores tradicionales”; el temor de una presunta sustitución racial. Pero también, y sobre todo, un sentimiento de injusticia y desilusión. Los motivos que el cineasta detecta en la movilización en EE UU pueden encontrarse en el Brasil por el que viaja Petra Costa, o en muchos otros países: “Me encontré con gente que busca comunidades, pertenencia y objetivos. Y otra querivales siente que los gobernantes sirven a las grandes corporaciones y los ricos, y se han olvidado de la clase trabajadora. Se sienten olvidados, abandonados y buscar alguien a quien culpar”. Carne de cañón para la receta de Mussolini: “Siempre llega un tiempo en el que el pueblo perdido necesita palabras sencillas”. Especialmente, ante problemas complejos. Lo explica el propio dictador, en el arranque de la serie M. Pero la lección ha cundido. “¿Creéis que EE UU necesita asegurar sus fronteras?”, pregunta Stephen Miller, asesor de Trump, en un mitin rescatado por Separated.
En el documental de Riefenstahl se escucha lo que le dijo un amigo cuando descubrió su primer filme, La luz azul: “Si lo vieran los nazis, serías su ídolo”. Estaba clara la fuerza contagiosa de esa mujer escalando una cascada. Solo hacía falta poner tan poderosas imágenes al servicio de una causa. Sesgarlas. O, directamente, falsearlas. Como la noticia que desató este verano una ola de agresiones islamófobas por todo Reino Unido. Premo enciende las alarmas: “En el siglo XXI, las democracias morirán no con un disparo, como en un golpe de Estado, sino con un susurro, ya que la fe en esa idea se está erosionando desde dentro”. Sostiene que el partido republicano ya tiene movilizado un equipo de abogados y oficiales de gobierno para contestar los resultados de los comicios en noviembre. Y agrega: “No creo que hayamos aprendido las lecciones de 2020 todavía”.
A Chris Quaglin le están costando 12 años de cárcel. Aunque en su hogar también pagan las consecuencias: su esposa ahora es madre soltera y pareja de un convicto. Mientras, el pequeño Nathan ya tiene tres años. Algún día le explicarán por qué su padre no está. Otra cosa es que lo entienda. Él, igual que cualquiera.
Babelia
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