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Cinco discos para recordar a Toumani Diabaté, maestro de la kora y héroe musical de Malí

Los grandes artistas africanos lloran al hombre que se alió con Ketama en ‘Songhai’ y fue admirado por Björk o Damon Albarn

Toumani Diabaté
Toumani Diabaté con su kora durante una actuación en julio de 2016 en Wiltshire (Inglaterra).C Brandon (Redferns)

La repentina muerte del músico maliense Toumani Diabaté, el pasado viernes 19 de julio en un hospital de Bamako, ha supuesto una conmoción mundial en los circuitos de los sonidos étnicos o world music, en los que se consideraba a este maestro de la kora como uno de los artistas africanos más relevantes de la historia. “Mi querido papá se ha ido para siempre”, anunció en Facebook su hijo Sidiki Diabaté, también músico y continuador del magisterio paterno. Toumani, que en agosto habría cumplido 59 años, sufrió complicaciones en la enfermedad renal que padecía y que le llevaba a someterse a diálisis.

Las reacciones se han sucedido de manera intermitente a lo largo de estas últimas horas, con un goteo de mensajes de condolencia que fueron emitiendo otros grandes referentes musicales africanos, desde Youssou N’Dour a Oumou Sangare o Salif Keita. Muchos de los participantes en la 29ª edición del festival La Mar de Músicas de Cartagena (Murcia), donde Diabaté había participado hasta en cinco ocasiones, dedicaron sus actuaciones al artista fallecido. Particularmente sentido fue el homenaje que le brindó el cantante brasileño Arnaldo Antunes, que actuó el sábado en la Universidad Politécnica cartagenera y que en 2011 había compartido con Toumani y con el guitarrista Edgard Scandurra un precioso álbum, A Curva da Cintura.

Renovador de la música ancestral de su país, virtuoso incomparable en el manejo de la kora —esa especie de arpa o laúd de 21 cuerdas sobre un cuerpo de calabaza— y continuador de la tradición de los griots, los narradores y guardianes de las historias de tradición oral, Diabaté deja un inmenso legado ajeno a las fronteras geográficas y estilísticas. Entre sus admiradores y colaboradores ocasionales figuran Damon Albarn (Blur, Gorillaz), la cantante islandesa Björk, el guitarrista de blues Taj Mahal, el pianista de jazz Herbie Hancock, el mago del banyo Béla Fleck o el trombonista Roswell Rudd, una nómina sencillamente imponente. Desde su debut con Kaira (1988), mencionado como el primer álbum solista de kora de la historia, Toumani acredita una discografía dispersa, ecléctica y sobresaliente, integrada las más de las veces por trabajos colaborativos. Estos pudieran ser los cinco más relevantes:

Songhai (1988). Con Ketama y Danny Thompson

Pura alquimia sonora, una idea prodigiosa y mágica que fraguó el productor madrileño Mario Pacheco, fundador del sello Nuevos Medios e impulsor del llamado “nuevo flamenco”, un visionario fallecido en 2010 al que el Ayuntamiento de la capital sigue sin conceder una calle. Pacheco, que ya había grabado los dos álbumes iniciales de la familia Carmona (Ketama, de 1985, y La pipa de kif, dos años más tarde), intuyó la simbiosis entre el flamenco y la música africana y propició el encuentro en una fiesta que organizaba en Londres la etnomusicóloga y eminencia de la BBC Lucy Durán, hija de Gustavo Durán (el “comandante Durán” que encabezó la defensa de Madrid por parte del ejército republicano). Cuando Toumani desenfundó la kora, Antonio Carmona sintió un calambrazo: “¡Eso es una soleá en africano!”. Para redondear la alianza se incorporó a la alineación, a modo de aglutinante, el británico Danny Thompson, bajista de la mítica formación de jazz-folk Pentangle. El resultado, con piezas como Caramelo, Jarabi o Mani mani koru, forma ya parte de la historia. Habría una secuela excelente en 1994, Songhai II, con el navarro Javier Colina ocupando el puesto de Thompson en el contrabajo.

New Ancient Strings (1999). Con Ballaké Sissoko

Un mano a mano memorable entre los dos mayores genios de la kora que ha conocido Malí y un trabajo de enorme significado histórico. Los padres de ambos, Sidiki Diabaté y Djelimadi Sissoko, habían grabado a dúo en 1970 un álbum revolucionario para la época, Ancient Strings, que marcó el despertar del interés por la kora entre músicos ajenos a la tradición africana. Los herederos de ambos quisieron repetir la jugada, actualizada en cuanto a estilos y técnicas de grabación, por iniciativa de la antes mencionada Lucy Durán. La grabación tuvo lugar en el Palacio de Congresos de Bamako, en directo y en una sola toma, el 22 de septiembre de 1997, día nacional de la independencia en este país del occidente africano. De la parte técnica se encargó el ingeniero británico Nick Parker, que se quedó “conmovido” con la “acústica hermética” del lugar. Toumani firma las ocho piezas, de las que dos son adaptaciones de las que habían creado los padres de ambos músicos casi tres décadas antes. Fue una alianza efímera: Sissoko y Diabaté se distanciaron por estas cosas de los celos y las rivalidades, aunque supieron mantener una tensa cordialidad entre ambos. “Lo considero un gran músico que ha hecho mucho por difundir este instrumento. Y nunca puedo estar en contra de alguien que difunde la kora”, le manifestó Ballaké a este periodista en agosto de 2023, a su paso por el festival Música no Claustro de Tui (Pontevedra).

In the Heart of the Moon (2005). Con Ali Farka Touré

Sencillamente, uno de los discos más relevantes en la historia de la world music, más allá de que obtuviera al año siguiente el Grammy al mejor trabajo de música tradicional. La alianza la propició el productor británico Nick Gold, responsable del sello World Circuit y padre de proyectos como Buena Vista Social Club, convencido de que tendría que surgir una química inconmensurable entre los dos músicos más relevantes del país. Touré, cantante y guitarrista, era el gran padre del blues del desierto africano y acababa de ser designado alcalde de Niafunké, su villa natal, a orillas del río Níger. Los dos artistas, que apenas se conocían de antes, se citaron en el Hotel Mandé de Bamako y decidieron improvisar sin ensayos previos, “para propiciar que la música fluya”. La idea era inspirarse en las melodías de los pueblos songhai y bambara, con alguna incursión en la música de la vecina República de Guinea. Para redondear el hechizo, Gold convocó a algunos de sus músicos de más estrecha confianza, en particular el guitarrista Ry Cooder; su hijo, el percusionista Joachim Cooder, y el bajista cubano Orlando Cachaíto López. Ali Farka nunca pudo fotografiarse con el trofeo del Grammy: fallecería poco después, el 6 de marzo de 2006, justo después de completar su canto del cisne, el disco Savane.

Boulevard de l’indépendance (2006). Toumani Diabaté's Symmetric Orchestra

El proyecto más ambicioso y seguramente más impactante y accesible para los oídos occidentales en toda la obra de Toumani. Y, una vez más, una intersección propiciada por el mago Nick Gold y con el Hotel Mandé como escenario de este abrumador sortilegio sonoro. Diabaté toca aquí la kora, pero sobre todo ejerce de director musical al frente de la Symmetric Orchestra, una institución legendaria en Malí con la que llevaba una década tocando todos los viernes en el Hogon, uno de los clubes más reputados de la ciudad. “La Symmetric representa el espíritu de la igualdad y la creatividad en este Malí al que llegó la democracia en 1992″, escribía Diabaté hace 18 años, “y juntos podemos inspirarnos en el espíritu de los griots pero liberados de las obligaciones que marca la tradición”. Así, desde la perspectiva del eclecticismo y con casi medio centenar de músicos bajo su batuta, nació un trabajo rotundo, hermoso, plural y fascinante por el que incluso asoma Pee Wee Ellis, director musical de James Brown, a cargo del saxo y de los arreglos de metales. El disco se abría con una pieza titulada Toumani, homenaje de la cantante Soumaila Kanoute a todo el legado musical de la familia Diabaté.

Toumani & Sidiki (2014). Con Sidiki Diabaté

El cierre perfecto para el círculo. Toumani había soñado con grabar un disco así junto a su padre, Sidiki senior, pero este falleció antes de poder materializar aquella idea. Casi dos décadas después, las piezas acabaron de encajar con la aportación de la siguiente generación de los Diabaté: Sidiki junior era entonces un veinteañero desacomplejado que ya dominaba los entresijos de la kora (un instrumento técnicamente dificilísimo) pero familiarizado también con el lenguaje contemporáneo del hip hop. El trabajo se circunscribe en cualquier caso al repertorio tradicional, con recreaciones improvisadas a partir de piezas clásicas y muy conocidas en el entorno familiar. La gran novedad la constituye la composición Lampedusa, que padre e hijo concibieron como una elegía a los cerca de 300 migrantes que fallecieron frente a las costas italianas a finales de 2013 cuando se hundió la barcaza en la que intentaban llegar a suelo europeo. Producen Nick Gold y Lucy Durán, nuevamente, con Toumani sonando por el canal izquierdo y Sidiki por el derecho.

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