La jueza anula el juicio contra Alec Baldwin al considerar que la fiscalía ocultó una prueba a la defensa

Alec Baldwin es un hombre libre. La jueza Mary Marlowe Sommer anuló este viernes el juicio que se seguía desde el miércoles contra el actor por homicidio imprudente. La decisión se produjo después de que la defensa presentara una moción para cerrar el proceso. Los abogados del productor y protagonista del wéstern Rust han argumentado que la policía de Santa Fe escondió una importante prueba que habría beneficiado al acusado, que encaraba una posible pena de 18 meses. En el centro de la polémica se encuentra un puñado de balas que fueron entregadas a las autoridades en marzo, más de dos años después de la muerte de Halyna Hutchins en el rodaje, ocurrida en octubre de 2021.

“La fiscalía es culpable del fallo. Debió haber entregado el informe sobre el hallazgo a la defensa y la fiscal especial Kari Morrissey no hizo el esfuerzo por comunicárselo a la defensa”, aseguró la jueza. Sommer asegura que este error es “cercano a la mala fe” y es dañino para el acusado. “No hay otra forma de subsanar este error más que anular el juicio”, aseguró la togada. El caso ha sido cerrado con prejuicio, lo que impide a la fiscalía volver a acusar a Alec Baldwin del mismo delito.

Las palabras de la jueza provocaron las lágrimas de Baldwin, de 66 años, quien comenzó a temblar y sollozar. No fue el único emocionado. Su nutrido equipo de abogados, compuesto por una decena de letrados, también se emocionó. Hilaria Baldwin, que llevaba tres días al lado de su esposo junto a dos hermanos del actor, lo abrazó, también entre lágrimas, como Stephen Baldwin y su hermana mayor, Beth Keuchler.

Kari Morrissey, la fiscal especial del caso, terminó el día renunciando a liderar la acusación, y subida al estrado como testigo. Morrissey se ofreció a testificar voluntariamente para explicar al tribunal todo el proceso por el que decidió dejar fuera del caso las balas que fueron entregadas a las autoridades por “un buen samaritano” en marzo, durante el juicio a la armera del filme, Hannah Gutierrez-Reed, quien cumple una pena de 18 meses de prisión.

Las balas fueron entregadas por Troy Teske, un policía jubilado que había sido también juez en Arizona. Teske las presentó asegurando que eran de la marca Starline Brass con cebadores de níquel, similares a las halladas en el rodaje del wéstern. Una perito de la Oficina del Sheriff de Santa Fe habló con Teske, quien le dijo que las balas nunca habían estado en el plató del rodaje. El informe sobre esa entrega fue redactado un mes después del encuentro de Teske con las autoridades y las balas fueron archivadas con otro número de caso, diferente al resto de pruebas recogidas en el rodaje.

La jueza quiso saber este viernes de quién fue idea de separar esta munición del resto. Alexandria Hancock, la detective principal del caso, aseguró bajo juramento que lo acordó con la fiscal especial Morrissey. Hancock también aseguró este viernes que intentó hablar con Teske para saber más del origen de estas municiones, pero que este nunca respondió a sus llamadas.

Morrissey dijo desde el estrado que no dio importancia a estas balas porque nunca abandonaron el Estado de Arizona, donde se encontraba el almacén del proveedor de utilería de la película, el expolicía Seth Kenney. “Decidí no ir más allá porque no se parecía al recuperado en el plató y, además, nunca abandonó Arizona”, dijo la fiscal especial como testigo.

Interrogada por Alex Spiro, uno de los abogados de Baldwin, Morrissey reveló que su compañera en la acusación, la fiscal Erlinda Johnson, dimitió este mismo viernes al revelarse el encubrimiento de la prueba. El anuncio asombró a los asistentes: es muy poco común que una fiscal abandone el caso en mitad de un proceso.

El jurado, uno de los elementos vitales de este proceso, se perdió todo el drama. La jueza envió a los 16 ciudadanos a sus casas hacia las 9.30 de la mañana, apenas media hora después de iniciar su labor. El resto de la jornada se desarrolló ante la prensa y los curiosos presentes en la sala. La defensa presentó la noche del jueves una moción para anular el proceso. En el documento afirman que la fiscalía “ocultó” pruebas que señalaban a Seth Kenney, el proveedor de armas y municiones para la producción. Kenney ha quedado libre de sospecha a lo largo de la investigación, pues no se ha probado que las balas reales presentes en el plató hubieran salido de su bodega. Nikas aseguraba que esta prueba, si hubiera sido tomada en cuenta, favorecía a su cliente.

Minutos antes de que la jueza anulara el proceso, se vivió uno de los momentos más electrizantes del juicio. Spiro, quien había prometido en sus alegatos iniciales presionar a los testigos, se encaró con Morrissey cuando ya estaba que la fiscal les había ocultado la prueba.

– ”A usted no le cae muy bien el señor Baldwin, ¿verdad?”, aseguró el abogado.

– ”Aprecio sus películas, sus series y sus imitaciones en Saturday Night Live”, respondió la fiscal sentada en el estrado.

– ”Entonces, ¿por qué se ha referido a él en algunas entrevistas como un ‘imbécil arrogante’ y un ‘comemierda’? A otro testigo le afirmó que le daría una lección...”, replicó Spiro.

Morrissey se quedó sin palabras. Segundos más tarde, la jueza desestimó el caso de homicidio involuntario. Baldwin salió del juzgado como un hombre libre. La fiscal, en cambio, abandonó el edificio en medio de un enjambre de periodistas y rechazando hablar con la prensa.

La mañana del 21 de octubre de 2021, el intérprete empuñaba un revólver Colt durante un ensayo. La pistola se disparó matando a la directora de fotografía, quien sostenía la cámara. Baldwin siempre sostuvo que nunca apretó el gatillo y que nunca pensó que una bala de verdad estuviera dentro del arma. La víctima del incidente de Rust tenía 42 años, era una cineasta basada en Los Ángeles, adonde vivía después de haber migrado desde su Ucrania natal. Tras su muerte, Matthew Hutchins, su esposo y con quien tenía un hijo, demandó a la producción. Logró un acuerdo judicial que lo convierte en productor de la película, lo que le permite una parte de las ganancias si la película se estrena algún día. Solo un puñado de personas estuvo dentro del decorado del rodaje donde ocurrió la tragedia. Uno de ellos es el director y escritor de Rust, Joel Souza, quien resultó lesionado en el incidente con la misma bala que mató a Hutchins. Termina así un proceso judicial casi tres años que cambió para siempre la vida de Baldwin.