Rafael Gumucio, escritor: “El ‘boom’ latinoamericano fue el movimiento más misógino de la literatura mundial”
En ‘Los parientes pobres’ el narrador chileno parte de la fogosa relación de un anciano patriarca con su hermana, la tía Pilar, en un asilo
Al hilo de su nueva novela, Los parientes pobres (Random House), de paso por Madrid y haciendo gala de su desastrada elegancia bohemia (blazer de hilo involuntariamente apretado, pantalón estilo pijama de rayas y camisa azul intenso), Rafael Gumucio (Santiago de Chile, 54 años) cuenta que tuvo una relación extraña con José Donoso. El autor chileno del boom latinoamericano fallecido en 1996, tres años antes de que Gumucio despegara con Memorias prematuras (Random House), se negó a que él asistiera al taller literario que impartía regularmente de forma gratuita a jóvenes talentos, y al que se accedía por recomendación, en su caso de Antonio Skármeta: “Prefería que no fuera porque yo era nieto de su amiga, que había sido medio novieta suya, y pensaba que podía ser un espía de ella”.
Mi abuela, Marta Rivas González es el libro que Gumucio le dedicó a la mujer que en buena medida forjó su vocación de escritor en el París del exilio tras el golpe de Pinochet, pero, más allá del chisme que hoy comparte divertido, en este nuevo libro no habla de su familia estricta, ni de su vida sino de los vicios patrios, haciendo guiños indirectos llenos de disparatado humor. “Quería hacer una novela sobre la literatura chilena y sus grandes obsesiones, basándome en Donoso y riéndome”, aclara esta mañana de finales de junio en Olavide Bar de Libros de Madrid, horas antes de la presentación de la novela en ese mismo local. “Durante muchos años pensaba que ese autor no me interesaba nada, pero cuando leí sus cuentos y novelas cortas me fascinaron sus mundos y personajes. Eran los mismos que los de mi abuela, y que los míos. Estaba condenado a ser donosiano quisiera o no. Ahora he tratado de hacer lo que él quería, pero no pudo, un libro paródico y ligero”.
Resulta difícil esquivar la idea de que sobre su nueva obra también planea la sombra de otro de los grandes popes de la literatura chilena, a quien Gumucio dedicó la biografía Nicanor Parra, rey y mendigo. El viejo patriarca de la nueva novela tiene algo del legendario antipoeta. “Ese padre escultor y artista es un poco Nicanor. Este nuevo libro es hijo del anterior, aunque yo no me diera cuenta. A Parra le obsesionaba la obra El rey Lear de Shakespeare, que tradujo y luego vivió de alguna forma. ‘Esto me pasa por escribir Lear’, decía. Yo conocí al Parra de la vejez, al de los últimos años”, explica.
Incesto senil
Los parientes pobres parte de la fogosa relación del anciano padre de familia con su hermana, la tía Pilar, en un asilo. El incesto senil fuerza a los 11 hijos de él a tratar de buscar una solución en un delirante chat familiar. “Una novela siempre tiene que tocar un tabú, porque sin tabú no hay tótem, que diría Freud. En este libro toqué el máximo en la página dos. ¿Qué hacer después? ¿Canibalismo?”, bromea el autor, director desde hace 17 años del Instituto de Estudios Humorísticos de la Universidad Diego Portales en Chile. En su casa familiar carecer de humor descalificaba, y aunque dice que nunca tuvo vocación de humorista, su trabajo ha conectado con esa veta. “La gente se reía, así que mejor cobrar por ello”, reconoce, antes de añadir su debilidad por el “ambiente felliniano” de las calles españolas. Miembro del equipo fundador de la revista The Clinic y contertulio de Radio Zero, Gumucio ha trabajado como guionista y realizador en programas televisivos y, asegura, decidió apostar por el humor en sus últimos libros.
Lo primero en Los parientes pobres, dice Gumucio, fue el título, el mismo de una telenovela mexicana, y una síntesis perfecta de la fluctuación esnob que guía la sociedad chilena, y universal. Las convulsiones políticas del país quedan fuera de esta historia familiar. “No quería situarlo en los dilemas sociopolíticos e históricos que ocupan casi toda mi vida. Quería que el libro fuera un símbolo de algo que es atemporal”, reflexiona. “La novela es una discusión sobre el patriarcado, pero tampoco quería que hubiera un personaje feminista porque entonces se convertiría en un debate”.
Uno de los personajes de la nueva novela, el primogénito Rubén, con sus poemas y egoísmos mal disimulados, teñidos de autenticidad new age, decide recorrer a pie el continente para llegar desde Costa Rica hasta Chile y reencontrarse con el patriarca y sus hermanos. “No es el único detestable, pero lo hace ver más. Mi duda era si hacer que escribiera bien o mal. Y ese viaje es un guiño al boom”, explica Gumucio. ¿Cómo ha sido su relación con ese movimiento que proyectó la literatura latinoamericana como nunca hasta entonces? “El boom se fijaba en la novela, en crear mundos. El gran paradigma era William Faulkner, con técnicas narrativas que no eran lineales, y las cartas, los diarios, la literatura del yo estaba mal vista. Mi generación parte de ese yo misceláneo y de la mezcla de géneros con una narración simple, salvo Bolaño, que se rebeló contra el boom de boca para afuera, no para adentro en sus libros”, reflexiona. “A los 54 me he ido reconciliando con esa forma de ver el mundo”.
Piensa Gumucio que la ambición de aquellas grandes novelas de los sesenta y setenta vuelve hoy a las librerías con libros firmados por escritoras, una importante diferencia. “El boom fue el movimiento más misógino de la literatura mundial, aunque lo hicieron mujeres como Carmen Balcells y las esposas de todos ellos”, apunta. Y a cuenta de ese ambiente sexista, de “machos latinoamericanos”, Gumucio regresa al ineludible Donoso, con quien arrancó la conversación: “Sufrió mucho al ser bisexual, si hubiera caído en el grupo de Bloomsbury y no en el boom habría florecido”, sonríe. “Aunque lo cierto es que todo escritor es bisexual”. Se despide, ya lanzado dentro de un taxi, camino de la siguiente cita.
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