Enric Franch, el diseño entre lo cotidiano y la cultura
Referente del diseño expositivo y museístico, el barcelonés ha fallecido a los 81 años
La pasada noche nos dejaba Enric Franch, un importante referente del mundo del diseño, intelectual y a la vez creativo, aunque lamentablemente poco conocido, dado su carácter introspectivo. Nació en Barcelona en 1943 y se graduó por la Escuela Superior de Ciencias Sociales de Barcelona. En 1968 comenzó su labor como diseñador industrial, que fue expandiendo hacia el mundo del interiorismo y en particular el diseño expositivo y la museografía, donde es un claro referente. Participó en el congreso del ICSID de Ibiza en 1973, siendo miembro del ADI-FAD. Colaboró con la empresa Metalarte (Premio Nacional de Diseño en 2004) durante años como consultor y diseñador. En 1975 firmó para esta empresa la lámpara de mesa Calder, sin duda su producto más emblemático, todo un icono del arranque del diseño español, —algo así como la versión nacional de la Tizio—, con repercusión internacional y que llegaría a equipar el despacho del Eliseo de François Mitterrand.
Participó en el Congreso de Cultura Catalana en 1977 coordinado por Antoni Mercader, con el cual desarrollaría una estrecha colaboración desde entonces. Fue quien le presentaría al artista Antoni Muntadas, con quien trabajó en números proyectos durante toda su vida.
Desde su estudio DPC participó en numerosos proyectos museísticos, el Museo de la Ciencia en Tenerife, con Jordi Garcés y Enric Soria; y en Asturias, el Museo del Ferrocarril en Gijón, y el de Bellas Artes con el arquitecto Patxi Mangado, en Oviedo.
A principios de los años 80 diseñó exposiciones muy populares de pintores como Nonell, Casas o Rusiñol en el Palau de la Virreina de Barcelona. Y en 1985 la muestra Cataluña, la fábrica de España, en el antiguo mercado del Born, con Jordi Nadal y Joan Antón Benach. Ya en los 2000 diseñó las exposiciones de Muntadas y Miralda en el Museo Reina Sofía de Madrid.
En 1985 comenzó una intensa labor docente en la escuela Elisava que duraría hasta 2006, que debió abandonar al no estar doctorado. Fue comisario de la Primavera del Disseny en Barcelona los años 1995 y 1997.
En palabras de Antoni Mercader, Franch fue “una mente privilegiada, pero desperdiciada, era más que un diseñador, alguien que reflexionaba y llevaba su práctica al límite.” Los últimos años Franch se mostraba decepcionado con el devenir del diseño actual y la falta de apoyo público. “Me interesa no el diseño para el mercado, sino visto como herramienta para modificar el entorno donde nos movemos,”explicó. “Hay un fuerte potencial utópico en el diseño, entre la vida cotidiana, la alta cultura y los medios de producción, un territorio que no es arte ni industria, es el espacio fundamental que deberíamos potenciar y ahora no existe.”
La leucemia lo fue apartando de la profesión hasta ayer, cuando falleció a los 81 años. El mundo del diseño le debe un reconocimiento. De naturaleza reservada no buscó protagonismo, sino asegurar la calidad de los muchos proyectos que encabezó “al servicio de la profesión, la colectividad y el país”.
Babelia
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