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La fiebre del ‘true crime’ alimenta una macabra teoría sobre el trágico fin del bebé de Charles Lindbergh

Lise Pearlman, una jueza en retiro y autora de novela negra, asegura que el célebre piloto es el principal responsable de la muerte de su hijo, de 20 meses de edad, ocurrida en 1932

Charles Lindbergh
Charles Lindbergh, quien en 1927, un año después de la odisea del Plus Ultra, se convirtió en el primer piloto en cruzar en solitario el Atlántico.
Luis Pablo Beauregard

El secuestro y asesinato del bebé del célebre piloto Charles Lindbergh ocupa un lugar especial en el mar de crímenes que han conmocionado a Estados Unidos. El pequeño, de 20 meses de edad, desapareció el 1 de marzo de 1932 de la cuna en la que dormía en la residencia familiar de Hopewell, Nueva Jersey. Una nueva y macabra teoría cobra fuerza 92 años después del suceso. Esta ha sido producida por una jueza jubilada de California, convertida en una exitosa autora de novela negra y quien ensaya una alternativa de resolución del caso. Además, clama que el inmigrante alemán Bruno Hauptmann, un carpintero de Nueva York que fue ejecutado en la silla eléctrica por el crimen en 1936, es inocente.

“El hombre equivocado fue ejecutado. Mi esperanza es que Hauptmann sea exonerado de forma póstuma. Y no soy la única que lo espera”, aseguró en enero Lise Pearlman al diario San Francisco Chronicle. La exjueza, quien vive en Oakland, publicó en 2020 su libro Suspect No.1. Este analiza supuestas fallas de la fiscalía durante el juicio y aporta contexto al reporte que la oficina del forense elaboró en 1932. El texto, de 550 páginas, incluye un nuevo análisis de un renombrado patólogo involucrado en otros casos de alto impacto en la justicia estadounidense.

La publicación se ha convertido, sobre todo a raíz de la entrevista con el Chronicle, en una pequeña sensación en la muy activa comunidad de aficionados al true crime. Autores del género y expertos judiciales han alabado la investigación calificándola de “bien documentada”, “poderosamente argumentada” y “muy plausible”. Lowell Jensen, un juez federal jubilado que trabajó en la Fiscalía general, lo considera un libro “definitivo” sobre la saga de los Lindbergh.

Bruno Hauptmann, a la derecha, fue detenido y posteriormente ejecutado como el principal responsable del asesinato del bebé Lindbergh.
Bruno Hauptmann, a la derecha, fue detenido y posteriormente ejecutado como el principal responsable del asesinato del bebé Lindbergh.ASSOCIATED PRESS

La hazaña del piloto, el primero en cruzar solo y sin escalas el Atlántico volando el famoso Spirit of Saint Louis en 1927, ha tenido siempre un lugar protagónico en la historia estadounidense. Sin embargo, su lado oscuro también ha sido documentado extensamente. La conjura contra América, de Philip Roth, imaginaba un Estados Unidos alternativo donde las ideas de Lindbergh, un simpatizante de la Alemania Nazi y supremacista blanco, eran adoptadas por la mayoría. The rise and Fall of Charles Lindbergh, una biografía de 2020 de Candace Fleming dirigida a lectores más jóvenes, recuerda que el héroe encabezaba mitines incendiarios en los que llamaba a los periodistas “parásitos deshonestos” y exigía el cierre de las fronteras para impedir la llegada al país de “sangre de los alienígenas (una forma despectiva de llamar a los extranjeros no blancos)”.

La teoría central de Pearlman es que la muerte del bebé, Charles Augustus, es responsabilidad de su padre. Este, elucubra la autora, pudo haber prestado a su hijo al científico francés Alexis Carrel para llevar a cabo experimentos científicos con su órganos. La exjueza apunta a que el equipo del biólogo europeo extrajo la tiroides y parte de la arteria carótida del menor, quien tenía menos de dos años. “Estos fueron removidos y se mantuvieron viables para ser trasplantados por 30 días. Creemos que el menor murió en la plancha del quirófano”, afirma Pearlman.

La escritora imagina que Lindbergh fabricó la historia del secuestro para esconder su rastro. Carrel, ganador de un Premio Nobel en 1912, y el piloto creían en la eugenesia, la filosofía de la mejora de la raza por medio de la manipulación genética, un concepto abrazado por el nazismo. “Creo que Lindbergh estuvo presente durante la operación”, señala Pearlman al Chronicle. En su investigación, la exjueza revisó ensayos escritos por el biólogo francés y examinó decenas de fotografías del bebé, quien tenía una cabeza más grande de lo normal y gozó de una salud maltrecha en su corta vida. El cuerpo del pequeño Charles Lindbergh fue hallado el 12 de mayo, más de dos meses después de la desaparición, en estado de descomposición, en un descampado cerca de la casa de la familia. Los restos fueron incinerados sin que se le practicara una autopsia.

De acuerdo con Pearlman, Lindbergh es el sospechoso número uno y quien logró escaparse de la justicia hasta su muerte, acaecida en 1974. La policía capturó, dos años después del crimen, a Bruno Hauptmann cuando este utilizó en una gasolinería un billete que había sido parte del rescate. En su defensa, el hombre aseguró que obtuvo el dinero, unos 13.500 dólares, de un amigo que volvió a Alemania. Un análisis grafológico realizado por el FBI de Edgar J. Hoover determinó que la letra de la carta donde se exigía el pago de los 50.000 dólares y la de Hauptmann no eran la misma.

El coronel Charles A. Lindbergh testifica desde el estrado en el juicio que se lleva contra Hauptmann por la desaparición y asesinato de su hijo.
El coronel Charles A. Lindbergh testifica desde el estrado en el juicio que se lleva contra Hauptmann por la desaparición y asesinato de su hijo.ASSOCIATED PRESS

El proceso contra el carpintero alemán fue llamado “el juicio del siglo”. La experta judicial argumenta en su libro que el caso armado por la fiscalía estuvo viciado. Las autoridades no siguieron muchas de las líneas de investigación abiertas por la policía, la acusación no permitió a la defensa estudiar un amplio informe de 90.000 folios y, según la propia Pearlman, una docena de testigos presentados por los fiscales mintieron desde el estrado, lo que convirtió al inmigrante alemán en el chivo expiatorio de una tragedia.

Suspect No.1 no solo se ha convertido en una sensación en el nicho de los fanáticos del género. Su autora también ha defendido su investigación ante profesionales de criminología. Pearlman fue invitada el año pasado por la Academia Estadounidense de Ciencias Forenses a su reunión anual para exponer sus hallazgos. La autora aseguró ante los especialistas que evidencia forense clave fue suprimida y otras pruebas físicas fueron alteradas por la policía de Nueva Jersey para hacer encajar a Hauptmann en el perfil del hombre más buscado.

La publicación ha motivado a un abogado a presentar una demanda para que Nueva Jersey permita a peritos independientes analizar la evidencia que se guarda del caso. Un juez consideró el año pasado improcedente la denuncia, pero la decisión ha sido recurrida. Los argumentos de Pearlman han sido suficientemente atractivos como para que el Proyecto Inocencia, un emprendimiento sin fines de lucro que revisa casos judiciales, sopese si adopta la causa para limpiar la memoria de Hauptmann. Otros expertos en el caso, no obstante, toman con escepticismo la obra de la jueza y aseguran que es casi imposible probar su teoría casi un siglo más tarde.

Los periódicos de la época describieron la escena del crimen, cometido mientras el coronel Lindbergh, su esposa y la niñera estaban en casa. Un rastro de huellas lodosas iban de la cuna a la ventana abierta, según el archivo de The New York Times. Cuando la niñera avisó a los padres que el bebé no estaba, el piloto llamó directamente al jefe de policía. Los agentes determinaron que el secuestrador iba descalzo o con calcetines, pues no había marcas de zapatos en el piso. Las pisadas llevaban hasta una zona boscosa, donde aparecía un segundo par de huellas, más pequeñas, lo que hizo pensar a los investigadores que una mujer estaba involucrada. En el bosque, el grupo de búsqueda halló una escalera de madera. El piloto se negó a hablar con los reporteros que estaban presentes.

Las teorías alrededor del secuestro y asesinato del bebé Lindbergh han llevado a decenas de interpretaciones y teorías, algunas de ellas descabelladas. En los años 80, por ejemplo, dos hombres afirmaron por separado ser el menor desaparecido y que este nunca fue asesinado. Con el paso de los años llegarían nuevas revisiones a las pruebas recogidas por el FBI y los policías de Nueva Jersey. Un libro de 1993 llamado Crime of the Century: The Lindbergh Kidnapping Hoax ya aseguraba que el supuesto secuestro fue en realidad un engaño y que el padre del menor estaba involucrado en la farsa. Pearlman ha añadido una guinda más a una montaña de versiones.

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Sobre la firma

Luis Pablo Beauregard
Es uno de los corresponsales de EL PAÍS en EE UU, donde cubre migración, cambio climático, cultura y política. Antes se desempeñó como redactor jefe del diario en la redacción de Ciudad de México, de donde es originario. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana y el Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Los Ángeles, California.
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