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El universo kafkiano le sienta como un guante al siglo XXI

Una serie de televisión y una edición de los aforismos del escritor checo comentada por su biógrafo Reiner Stach inauguran el centenario de la muerte del autor de ‘La metamorfosis’

Franz Kafka.
Franz Kafka.Heritage Images (GETTY IMAGES)

El 3 de junio se cumple el centenario de la muerte del autor de La metamorfosis. Comienza el año Kafka, que es como decir el año Reiner Stach. La sombra de este escritor alemán en el universo kafkiano es tan alargada que en 2024 se proyecta sobre el Kafka más hermético y apocalíptico, el de los aforismos, con la publicación de una edición comentada, Tú eres la tarea (Acantilado), y vuela también sobre el Kafka más accesible e integrado, uno novedoso, el de la ficción televisiva de seis episodios que emitirán en marzo ARD y ORF, los canales públicos de Alemania y Austria.

En los años noventa, Reiner Stach (Rochlitz, Sajonia, 72 años) era un editor de mesa que trabajaba para diversos sellos alemanes de literatura científica y de no ficción. Se había doctorado con una tesis dedicada al mito erótico de Kafka, que acumulaba polvo en los anaqueles de la Universidad de Fráncfort, y había aparcado la carrera académica. Entonces decidió afrontar una metamorfosis que duraría 18 años. Se consagró a la escritura de la biografía definitiva de Franz Kafka y en el año 2014, tras completar más de 2.300 páginas repartidas en tres volúmenes (solo en el proceso de investigación del último libro acumuló cerca de 100.000 euros en adelantos de su editor), amaneció transformado en un escritor esencial para la germanística del siglo XXI.

“Mucha gente sigue creyendo que Kafka era un hombre con mucha imaginación pero falto de energía, sin vitalidad”, cuenta Stach desde Santa Cruz de Tenerife a propósito de algunos mitos del escritor de Praga. “Los hechos dicen otra cosa. Creó toda su obra en apenas 12 años. En ese corto periodo de tiempo sobrellevó un trabajo de oficina, una guerra mundial y la tuberculosis. Siempre tardaba en tomar decisiones importantes, no era una persona espontánea, y eso ponía de los nervios a sus contemporáneos, especialmente a las mujeres”. Cuando llega el invierno, Stach abandona Berlín y alquila un apartamento en el casco viejo de la capital tinerfeña. Bajo el sol canario encontró la mejor inspiración para escribir sobre Kafka, una costumbre que viene de lejos: su residencia habitual en La Palma, incluida su biblioteca, fue devorada por la lava del volcán.

Portada del libro 'Tú eres la tarea' (Acantilado).
Portada del libro 'Tú eres la tarea' (Acantilado).Acantilado

El Kafka aforista de Tú eres la tarea también surgió de un momento de fuga. Recogió estas piezas brevísimas en más de cien papelitos numerados durante una estancia de ocho meses en el pueblo bohemio de Zürau (hoy Siřem), a 80 kilómetros de Praga, donde se había mudado su hermana Ottla para hacerse cargo de una granja. Fue el hogar de Kafka tras un episodio crucial que cambiaría su vida y la historia de la literatura. Un mes antes, en agosto de 1917, había tosido sangre y le habían diagnosticado tuberculosis.

El escritor asumió la noticia con cierto optimismo, como si le brindara unas vacaciones de sus compromisos en la ciudad, aunque consciente de su situación. Plantó hortalizas, cosechó patatas, cuidó a las cabras y se tumbó al sol a leer y escribir. Sus textos son pasajes mínimos escritos en la tumbona (por ejemplo: “Una jaula fue en busca de un pájaro”), como delata la caligrafía descuidada, plagada de tachones, “pero la mayor parte de las anotaciones consisten en reflexiones que abundan en imágenes sorprendentes y especulaciones metafísicas”, escribe Stach en el prólogo. Y añade: “Algunos aforismos se sitúan en las gélidas cumbres de la abstracción”. Kafka se ocupa de cuestiones filosóficas clásicas como el “mal”, la “verdad”, la “fe” y el “mundo espiritual”. Stach sitúa con precisión de calígrafo japonés el contexto creativo y biográfico y escolta cada aforismo con un comentario que revela la lógica visual kafkiana de una obra en apariencia impenetrable.

Max Brod, amigo íntimo y albacea literario de Kafka que salvó del fuego, primero, y de los nazis, después, sus tres novelas inconclusas, enfrentó el “Kafka de los aforismos” al “Kafka de las novelas y los cuentos”. Stach, por el contrario, observa una unidad, sobre todo con la novela El castillo. Y coincide con Milan Kundera en su mordaz crítica de Brod: “A lo largo de los años Brod pintó una imagen cada vez más dogmática de Kafka: Kafka como el gran moralista, ¡un maestro de la humanidad! Esto es un disparate”.

En la foto de cubierta del libro, Kafka posa joven y sonriente a sus 34 años con su secretaria en la compañía de seguros, que había decidido hacerle una cariñosa visita sorpresa en Zürau. Si bien el encuadre elegido no permite apreciarlo, junto a ellos estaba Ottla, la hermana pequeña del escritor, su confidente y gran apoyo. Las tres hermanas de Kafka, de origen judío, murieron asesinadas en las cámaras de gas nazis. Ottla en Auschwitz, cuando fue transportada para acompañar a un grupo de niños con los que estaba confinada en el gueto de Terezín, al norte de Praga.

Kafka en el cine

La estancia de Kafka en Zürau protagonizará un nuevo documental del canal Arte, donde también participa Stach, que se exhibirá este año. Y el próximo 26 de marzo se estrenará la serie de televisión dirigida por David Schalko, basada en los tres volúmenes de la biografía de Stach, que brilla en el empleo de una estrategia narrativa propia de la novela, alejada del academicismo del ensayo. ¿Será un Kafka imaginado (como el Freud que vimos en Netflix convertido en cazador de asesinos en serie) o más cercano a “su” Kafka? “Nos hemos esforzado en pintar un retrato lo más realista posible, con sus fortalezas y debilidades ―responde Stach―. Su comportamiento, a veces inesperado, es fiel a la realidad. Los espectadores conocerán al verdadero Kafka. Comprenderán que este hombre era complicado”.

El guion de la serie, que Stach espera que pueda verse en España este año, lo firma el escritor Daniel Kehlmann. “Es uno de los escritores más destacados de Alemania, con experiencia en cine. Nos reuníamos a menudo, yo leía las escenas acabadas y a veces sugería mejoras. Hubo ocasiones en las que desarrollamos juntos un diálogo de ficción. Pero la mayoría de las ideas cinematográficas son de Daniel, algunas sorprendentes. El equilibrio entre tragedia y comedia está muy logrado”.

Se puede decir que el siglo XX europeo, por su apego por los totalitarismos, le fue fiel a la literatura kafkiana. A diferencia de otros “monumentos” como Hermann Hesse o Thomas Mann, Stach considera a Kafka un “clásico vivo”, con una obra que encaja como un guante en la sociedad de la información actual. “Muchos de los personajes de Kafka se enfrentan a una situación que no comprenden. El motivo no es la falta de información, al contrario, reciben toda la que desean. Sin embargo, esta información siempre resulta inútil para comprender el panorama general. Muchos lectores dicen: así es exactamente como me siento hoy. Estamos sobrealimentados de información, pero no recibimos ninguna explicación real sobre el significado de todo ello. La complejidad del mundo ha alcanzado un nivel que asusta”.

La RAE registra el término kafkiano como “dicho de una situación: absurda, angustiosa”. Resulta tentador pedirle a Stach la definición definitiva del epónimo más exitoso y pervertido de la literatura contemporánea. “Una situación absurda, amenazadora, pero implícitamente cómica”.

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