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Fueron tan buenos, tuvieron tan mala suerte: Big Star, la gran banda de culto

Una serie de desdichas truncaron la trayectoria del grupo de Alex Chilton y Chris Bell, referente del rock alternativo. Una agrupación de adoradores con miembros de R.E.M. o Wilco recorre España tocando el repertorio de los de Memphis

Alex Chilton and Big Star
Big Star a principios de los años setenta. De izquierda a derecha, Chris Bell, Jody Stephens, Andy Hummel y Alex Chilton.Charlie Gillett Collection (Redferns)
Carlos Marcos

Cuando a Jody Stephens, único miembro vivo de los cuatro originales Big Star, se le pregunta cómo presentaría hoy al grupo a alguien joven, señala: “Les pediría que escuchasen The Ballad Of El Goodo y luego les diría si tienen alguna pregunta más”. La respuesta del batería, que habla con EL PAÍS desde su casa de Memphis, podría resultar soberbia. ¿Lo es? Bueno, The Ballad Of El Goodo desborda las emociones del oyente incluso hoy, 51 años después de su edición. Pero también existe algo de orgullo que sale inmediatamente a relucir cuando se plantea una reflexión sobre esta banda de Memphis. Porque resulta complicado encontrar una formación tan influyente y a la vez tan zarandeada por la mala suerte, y esta última circunstancia no debe ser fácil de sobrellevar para alguien que la padeció.

Banda de culto hasta el extremo y héroes para el rock alternativo de los ochenta y noventa, su historia pone de manifiesto lo importante que es el funcionamiento de todo los demás cuando se tienen (sobre todo cuando se tienen) memorables canciones. Si una banda de rock se cimienta sobre grandes esperanzas que la mayoría de las veces no se ven cumplidas, aquí está Big Star para suscribirlo. Estos días, Stephens (Memphis, 71 años) visita España acompañado por una banda de adoradores (renombrada de The Music of Big Star) compuesta por miembros de R.E.M., Wilco o The Posies. En los conciertos tocarán el repertorio de Big Star, espitas de belleza ahogadas por un mar de extrañas vicisitudes.

Un sonido crudo y hermoso

Era otra época, principios de los 70. John Lennon y Paul McCartney acababan de finiquitar una década de memorable relación artística. Alex Chilton y Chris Bell, que así se llaman los primeros protagonistas, solo duraron un disco. Y las comparaciones con los genios de Liverpool no son solo un recurso. Con unos imberbes 16 años Chilton sumaba ya un número uno en ventas, The Letter, con su grupo The Box Tops. Escuchando esa voz ronca es sorprendente que saliera de la garganta de un barbilampiño adolescente. En 1971, Chilton (voz y guitarra), Chris Bell (voz y guitarra), Andy Hummel (bajo) y Jody Stephens (batería) formaron en Memphis Big Star, un nombre ambicioso que seleccionaron a la ligera: lo copiaron de una cadena estadounidense de supermercados que se denominaba igual.

Jody Stephens, Andy Hummel y Alex Chilton en 1974, ya sin Chris Bell en el grupo.
Jody Stephens, Andy Hummel y Alex Chilton en 1974, ya sin Chris Bell en el grupo. GAB Archive (Redferns)

Otro nombre aspiracional, Number 1 Record, fue el elegido para su primer álbum, en 1972. ¿Qué tenían de especial? Mike Mills, bajista de R.E.M. e involucrado en la gira que pasará por España, cuenta a este periódico: “Los conocí por medio de Peter Buck [guitarra de R.E.M.] y me entusiasmaron. Geniales composiciones maravillosamente cantadas y excelsas armonías vocales”. El guitarrista Chris Stamey, también de la partida en la gira, aporta más cosas: “Alex y Chris podían cantar la guía telefónica y conseguir que sonara atractiva. Además, la actitud del grupo era muy íntegra. Y las letras: por momentos honestas, y en otras ocasiones poéticas”.

Number 1 Record desprendía un sonido crudo, pero a la vez hermoso. Una extraña combinación obtenida con la ayuda a la producción de John Fry. Las composiciones de Bell sonaban glam-rock, pero con unos equilibrios vocales que recordaban a Joni Mitchell. Los ejemplos más claros son Feel o In the Street. Chilton cantaba como si estuviese a punto de sufrir un colapso. Su voz se quebraba para, sorprendentemente, tomar aliento y volver a la vida con la fuerza suficiente como para afrontar un glorioso estribillo, como en The Ballad of El Goodo o Thirteen.

Chilton, tocando con Big Star en febrero de 2006 en Ámsterdam.
Chilton, tocando con Big Star en febrero de 2006 en Ámsterdam. Lex van Rossen/MAI (Redferns)

Number 1 Record recibió valoraciones apasionadas de la crítica especializada y los dj comenzaron a programar canciones en sus espacios. Aquello parecía despegar. Pero llegaron malas noticias. El pequeño sello donde editaron el álbum, Ardent, fue absorbido por Stax Records, una discográfica con un amplio catálogo. El grupo cayó entre las grietas del maremágnum de artistas de Stax y los discos no llegaron a las tiendas. El sentimiento de impotencia deprimió al cuarteto. Eran el mejor grupo del momento, pero en realidad no existían, porque nadie podía comprar el álbum. También explotaron los celos entre los dos líderes. Bell se marchó disgustado de una jornada de grabación y regresó borracho por la noche para borrar las cintas del segundo disco. Finalmente, Bell y sus demonios abandonaron la banda.

Chilton, Hummel y Stephens dieron forma al segundo disco, Radio City, que editaron en 1974. Chilton lo confeccionó a su antojo y se sacó una canción soberbia, September Gurls. Sin embargo, se repitió la historia: grandes críticas y los discos no llegaron a las tiendas. Esta vez de la distribución se encargaba Columbia, pero Clive Davis, el valedor del grupo, fue acusado de gastos indebidos y le despidieron de la compañía. Sin su padrino, el grupo quedó huérfano dentro de la compañía. Stax fue declarada en bancarrota y la distribución con Columbia se interrumpió. Esta vez quien no aguantó fue Hummel, el bajista, que retomó sus estudios universitarios.

Después del desmoronamiento paulatino de la banda ya solo quedaban dos. Fue una época oscura de Chilton, de mucho beber y drogarse. En el documental Big Star: Nothing Can Hurt Me (2012), el bajista que reemplazó a Hummel, Jon Lightman, retrata el complicado momento: “A menudo tocábamos en salas medio vacías. Arden, la discográfica, era un caos y el futuro era muy oscuro. Estábamos en una especie de limbo. Quedábamos a ensayar y llegábamos Jody y yo, puntuales. Alex se presentaba cinco horas después. Decía: ‘Aquí estoy, he venido, pero me olvidé la guitarra’. Ese era un día típico”.

La banda disuelta

El tercer disco de Big Star, Third / Sister Lovers, fue grabado en el otoño de 1974 y se puede considerar como un álbum en solitario de Chilton. La musa del trabajo es Lesa Aldridge, la novia de Chilton por aquella época. También es un disco notable, aunque a veces sombrío, atendiendo a los altibajos de la relación Alex Chilton/Lesa Aldridge. Las sesiones de grabación incluyen el tema de Lou Reed para la Velvet Underground Femme Fatale cantado por Aldridge. El álbum, para seguir la norma, fue un fracaso comercial. Se editó cuatro años después, en 1978, cuando la banda ya estaba disuelta.

Jody Stephens, Jon Auer (The Posies), Mike Mills (R.E.M.), Ken Stringfellow (The Posies) y Alex Chilton posando en The Fillmore de San Francisco (California), el 2 de marzo de 2002.
Jody Stephens, Jon Auer (The Posies), Mike Mills (R.E.M.), Ken Stringfellow (The Posies) y Alex Chilton posando en The Fillmore de San Francisco (California), el 2 de marzo de 2002. Anthony Pidgeon (Redferns)

La concatenación de desastres no se había acabado. Desde que dejó el grupo, Chris Bell fue dando tumbos buscando el camino de la salvación. Eligió la droga, la religión, trabajos con horario (camarero, administrativo)… Se fue a Londres a lanzar su carrera en solitario. Tenía un disco grabado a la espera de un contrato. Incluso con una canción que le volvía a unir con Alex Chilton, que pone voces en la preciosa You and Your Sister. Ese tema se editó en sencillo, junto al exuberante I’m the Cosmos. Pero Bell no vio editado el disco largo: falleció en un accidente de tráfico en 1978. Tenía 27 años, aunque pocas listas del club de los muertos con 27 le citen.

Tras la ruptura de Big Star, Chilton se empapó del punk de finales de los setenta. Tocó en bandas como los Panthers Burns de Tav Falco y editó discos en solitario encantadoramente desmadejados. En los noventa y cuando ya se había perdido toda esperanza, entró un rayo de luz que alumbró por fin a Big Star. Empujado por las reivindicaciones de R.E.M., Teenage Fanclub, Jesus and Mary Chain, The Replacement, Flaming Lips o Cheap Trick (que hicieron una versión de In The Streets para la serie Aquellos maravillosos 70), Alex Chilton y Jody Stephens resucitaron Big Star en 1993 con los dos jefes de The Posies, Jon Auer y Ken Stringfellow. “En los años que trabajé con Alex”, cuenta para este reportaje Auer, “creo que él se sentía más feliz cuando no estaba delante del público. Siempre actuaba bien en el escenario, pero prefería tocar para él o con amigos, fuera de los focos. Viví momentos maravillosos tocando juntos en los camerinos, antes de los conciertos. Ese era el auténtico Alex”.

Con esta formación estuvieron girando cinco o seis fechas cada dos años y editaron un nuevo disco de Big Star, el cuarto, In Space (2005). Este sí llegó bien a las tiendas, pero ya el mercado era otro. Fue una época buena para Chilton, sin duda la más estable económicamente y de reconocimiento por parte de la profesión. Pero a la vuelta de la esquina acechaba de nuevo la oscuridad. En 2010, solo tres días antes de tocar Big Star en el festival de referencia de lo alternativo, South By Southwest, Chilton murió de un ataque al corazón. Se acababa de casar y tenía 59 años. Rápidamente un puñado de amigos músicos se organizaron y tocaron en tributo a Chilton en South By Southwest: Mike Mills, Lemonheads, M Ward, Sondre Lerche, además del bajista original de Big Star, Andy Hummel, que fallecería de cáncer solo cuatro meses después y a la misma edad que Chilton, 59 años.

“Sí, tuvimos serios problemas. No era nuestro momento. Pero eso ha cambiado con el tiempo”, dice hoy Stephens, el batería. O citando la letra de The Ballad of el Goodo: “Me caeré si no peleo. / Nadie puede convencerme de hacer algo que no quiero hacer. / Y resistiré, resistiré”.


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Sobre la firma

Carlos Marcos
Redactor de Cultura especializado en música. Empezó trabajando en Guía del Ocio de Madrid y El País de las Tentaciones. Redactor jefe de Rolling Stone y Revista 40, coordinó cinco años la web de la revista ICON. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Madrid.
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