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CRÍTICA DE CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

‘Mamacruz’: las abuelas con faja también tienen deseos sexuales

Los rigurosos encuadres en formato panorámico de la puesta en escena, bellos, atrevidos y elegantes, y el expresivo primerísimo plano de una Kiti Mánver pletórica apuntalan esta película

Kiti Mánver, en 'Mamacruz'.
Javier Ocaña

En la última secuencia de La vida era eso, notable película de David Martín de los Santos estrenada en 2020, el personaje protagonista interpretado por Petra Martínez, de entonces 76 años, acababa la película masturbándose. Con toda probabilidad, y esto es básico, por primera vez en su vida. El recorrido de la mujer a lo largo del relato, tras conocer a una veinteañera que cambiaba en cierto modo un discurso vital, moral y social aprendido desde tiempos desgraciadamente inmemoriales, culminaba en un cuestionamiento sobre el cuerpo, la naturaleza del deseo y la figura de la mujer, que pasaba por fin a la práctica.

La película de Martín de los Santos es posible que no fuera la primera española en explorar ese nuevo feminismo, pero sí que abrió la veda para que otros cineastas, fundamentalmente mujeres, desarrollaran otras singulares y novedosas visiones del deseo y la sexualidad femenina a cualquier edad, desde la infancia hasta la vejez, liberadas en muchos aspectos del sempiterno yugo de la represión. A títulos que lo han tratado de frente, como Creatura, de Elena Martín, o de soslayo, pero con relevancia, como O corno, de Jaione Camborda, y de otros aún por estrenar, como Un amor, de Isabel Coixet, basado en la novela de Sara Mesa, se une ahora Mamacruz, tercer largometraje de la venezolana afincada en España Patricia Ortega.

La Mamacruz del título no es solo una madre sino también una abuela, y la interpreta con una rotundidad y una verdad fascinantes Kiti Mánver, de 70 años. Una abuela española como otra cualquiera, que vive en un pueblo andaluz donde acude a misa seguramente diaria, que vive con un marido tan viejo y cansado como ella, que cuida a su nieta con esmero, cariño apretado y sentido común, que aún trabaja como modista cosiendo en su casa y que se adapta lo mejor que puede al mundo de internet para poder hablar con su hija, bailarina y madre de la cría, que intenta labrarse un presente y un futuro profesional en el extranjero.

Una integrante más de la generación de la faja, esa prenda no de vestir sino de esconder, que la directora de la película muestra con explicitud cada vez que se la pone y se la quita, como símbolo carcelario viviente de las apreturas sociales con las que muchas mujeres han debido bregar y aún siguen lidiando. Embutida en una faja y en una sociedad patriarcal, Mamacruz encuentra por casualidad una imagen pornográfica en la tableta con la que desarrolla su (in)comunicación con su hija, y le abre el camino de una liberación paulatina junto a otras mujeres de un centro social en el que se inscribe para un curso de terapias sexuales.

Durante la primera parte, sutilmente, a través del silencio, entre figuritas de Lladró, culebrones televisivos, preparativos procesionales y otros tres de los grandes temas de la película, la soledad, la tentación y la culpa, Ortega —que ya había hablado del contraste entre los deseos del cuerpo femenino y la religión en Yo, imposible, su segundo trabajo— despliega con convicción un mundo que aúna la tradición, la comodidad y una cierta tristeza. Quizá la segunda parte, la de la desinhibición, con momentos graciosos y otros un tanto forzados y retóricos, ya con el flamenco como guía musical, quede un peldaño por debajo.

Sin embargo, los rigurosos encuadres en formato panorámico de la puesta en escena, bellos en su frontalidad, atrevidos y elegantes, y el expresivo primerísimo plano de una Mánver pletórica ponen una pica más en el Flandes del deseo de la mujer en el cine español. En las paredes de la habitación de la nieta ya no reinan los ídolos adolescentes: un póster de la futbolista Alexia Putellas gobierna su hogar infantil. Los tiempos están cambiando y la era de la faja agoniza.

Mamacruz

Dirección: Patricia Ortega.

Intérpretes: Kiti Mánver, Pepe Quero, Inés Benítez, Mari Paz Sayago. 

Género: drama. España, 2023.

Duración: 84 minutos.

Estreno: 27 de octubre.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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