El director de ‘Sound of Freedom’: “No sé por qué politizaron una película, me dolió mucho que la hayan etiquetado”
El mexicano Alejandro Monteverde habla del fenómeno que hizo de una cinta independiente de bajo presupuesto una de las sorpresas del verano. En los próximos días llegará a Europa y América Latina
En una ciudad llena de historias Alejandro Monteverde intenta recuperar su narrativa. El director (Tampico, México, 1977) ha roto un silencio de semanas para hablar de la película que su mente engendró hace ocho años. Sound of Freedom se ha convertido en un fenómeno en Estados Unidos. En ella, Tim Ballard (Jim Caviezel), un agente del Departamento de Seguridad Interior encargado de luchar contra la pornografía infantil, emprende una misión en solitario en Colombia para buscar a una niña que fue secuestrada para ser explotada sexualmente. A pesar de la cruda temática, basada en hechos reales, la cinta se ha hecho un lugar en la taquilla en el verano de Barbie y Oppenheimer tanto en EE UU como en otros países de América. En septiembre se estrenará en Reino Unido y España.
La película roza los 180 millones de dólares de recaudación, un éxito rotundo para un largometraje independiente que tuvo un presupuesto de 14,5 millones de dólares. Parte del éxito ha sido un esquema de micromecenazgo orquestado por su distribuidora, una productora ubicada en Utah. Su eco tiene que ver también con la polémica que ha suscitado por la promoción que de ella ha hecho su protagonista, Jim Caviezel, que ha citado repetidamente a QAnon, un complejo movimiento nacido en internet hace un lustro donde tienen cabida casi todas las teorías de la conspiración posibles que defiendan a la derecha, entre ellas las que asocian a ciertas élites liberales con el tráfico de menores.
Pregunta. ¿Cómo ha sido recibida Sound of Freedom fuera de Estados Unidos?
Respuesta. Siempre he pensado que Estados Unidos se siente como la isla más grande del mundo. La gente piensa que la opinión americana es la única y no lo es. Ha sido muy refrescante ir a otros países y darme cuenta de que muchas de las etiquetas ridículas que fueron impulsadas desde Estados Unidos no se mantienen. La audiencia ha respondido y la prensa ha hecho otro tipo de preguntas. No se ha centrado en las conspiraciones.
P. Póngame un ejemplo de una etiqueta ridícula.
R. La de que esta película es una conspiración orquestada por QAnon. Es como si mañana me acusan de que nos han financiado los marcianos. Hay un momento en que pensé que eso iba a desaparecer, pero no ha desaparecido. Comentarios de que este grupo financió la película. Quien dice esto no vio la película, porque al final salen los nombres de quienes sí lo hicieron. Y no son nombres normales, son algunas de las personas más ricas del mundo. No sé por qué intentaron politizarla. Al principio sí me dolió mucho que la etiquetaran. Es de lo peor que podemos hacer como seres humanos.
P. ¿Y que ha pensado de todo esto?
R. La motivación de la película nunca fue caer ahí. Fue crear un diálogo social sobre la temática y ver si esto está pasando. Al principio, en 2015, yo tampoco creía que estuviera pasando. Pero después hay documentales en Netflix en los que se ve cómo detienen al pastor de la Luz del Mundo y le encuentran millones de vídeos de pornografía infantil. Entonces, te puedes preguntar: ¿y esos niños que están en los vídeos, dónde están? Hace dos semanas, CNN y NBC dijeron que habían agarrado a 100 pedófilos en una redada internacional. Setenta y cuatro en Estados Unidos. Rescataron a 13 niños y mataron a dos agentes del FBI. Y la película estaba en los cines. En algún momento se desvió la conversación. El tema es el tráfico de niños.
P. ¿En qué momento llega a la ecuación Tim Ballard?
R. Yo llevaba tres meses escribiendo esta otra película, que se llamaba The Mogul. Y Eduardo [Verástegui], el productor de la película, me dice que acababa de llegar de una conferencia internacional y Ballard era uno de los ponentes. Eduardo habló con él al final de la conferencia y le preguntó si querría conocer a su socio, yo, que estaba escribiendo del tema. A mí me interesaba tener un experto, está muy difícil conocer a expertos y él ya trabajaba en crímenes contra niños. Cuando lo conozco, empiezo a ver qué tan profundo es el problema. Lo que yo estaba escribiendo era la punta del iceberg. Su historia sobrepasaba mi ficción. La conversación cambia y le pregunto si sus derechos están disponibles. Así hicimos mancuerna y empiezo a escribir su vida.
P. Ha habido algunas críticas que han puesto en duda la veracidad de lo que ocurre en pantalla...
R. Después de conocer al personaje pensé que iba a tardar tres meses en escribir. Me topé con una pared porque para mí era muy importante que los detalles fueran reales, exactamente como pasó. Y como en cualquier película biográfica, no puedes hacer eso. Normalmente, cuando es una película biográfica el personaje ya está muerto, entonces el director tiene toda la libertad y a fuerza te tomas licencias creativas. Cuando tienes al personaje leyendo cada hoja que estás escribiendo es muy difícil tomarte licencias creativas. Nos tomó mucho tiempo porque yo como artista tenía que defender esas licencias. Estuvimos casi dos años escribiendo el guion. Yo digo que la historia es un 70% como pasó y un 30% donde me tomé licencias, en lo que fue su primera misión después de haber dejado al Gobierno.
P. ¿Qué fue lo más difícil?
R. Escribir una película que la audiencia pudiera digerir. No solo digerir, sino disfrutar. Yo y mi cinematógrafo [Gorka Gómez Andreu] nos dijimos: ‘Vamos a hacer una película operática para recordar a la audiencia que está viendo lo contrario del neorrealismo”. Me acuerdo que llegué un día y vi la pelea que llevaban practicando como una semana y media los stunts y les dije no, que me parecía muy real. Es una pelea simbólica, que parezca que estás en Broadway, les dije. Era más una exploración a esta lucha entre la luz y la oscuridad.
P. Usted no solo dirige la película, sino que la escribe, pero los primeros en promocionarla fueron Eduardo Verástegui y Jim Caviezel. ¿Qué le ha hecho dar un paso al frente ahora?
R. Al principio fueron todos los que trabajaron en la película, desde el que hace la ropa, el editor, el cinematógrafo, que son mis hermanos, me dijeron: “Tienes que salir a hablar en nombre de nosotros porque nos están acusando injustamente”. Y yo, mi forma de esconderme, fue escribir. Estuve en la preproducción de mi nueva peli. Empecé a ver la importancia, de donde viene la motivación, que es lo más importante, y aunque se oiga feo, pues Jim Caviezel, Bill Camp, Javier Godino y todos los actores fueron elegidos para trabajar en la película, nosotros no trabajamos para ellos. Es como si tú eres el dueño, el CEO. Lo que ellos digan a nivel personal no representa al CEO. En este caso el autor soy yo y me llamó la atención que muchos medios no se tomaron al tiempo de escuchar al autor antes de sacar las notas con las acusaciones.
P. ¿Cree que la polémica sirvió para hacer que la película esté por alcanzar los 200 millones?
R. Sí, le sirvió, pero me da tristeza tener que depender de la controversia para llegar allí. Dicen que la controversia vende, pero se me hace una forma no muy elegante de vender un producto. Para mí lo elegante es dejar que la película hable por sí sola. Esto no fue adrede, fue muy sencillo. Gente que trabajó en la película tiene mucha pasión por expresar sus opiniones y al momento de hacerlo quitaron el trabajo mío. La película se la ofrecí a varios actores. La razón por la que no había pensado en Jim Caviezel es porque es alto de pelo oscuro y Tim es rubio y no tan alto. Un día Tim me dijo que no le había preguntado quién le gustaría que lo interpretara. Me dijo que Jim.
P. ¿Y le pregunto por qué?
R. Me dijo que Jim era un hombre de fe. Ponte a pensar que cuando los agentes encuentran pornografía infantil y la llevan a la corte no le pueden poner play porque se convierte en un crimen. Entonces el trabajo de Tim era ver videos y describirlos paso por paso. Y eso le rompía el alma. Por eso la mayoría de gente que trabaja en crímenes de niños infantiles duran uno o dos años, porque psicológicamente te destruye. Y Tim me dijo que la única forma como podía sobrevivir eso fue su fe.
P. ¿Qué tal fue su primer encuentro con Jim Caviezel?
R. Lo primero que vi fue que tenía un greñón y una barba larguísima, pelo negro. Empezamos a platicar y me doy cuenta de que sus ojos se empiezan a llenar de lágrimas y me cuenta que él es padre de tres niños adoptados y conoce muy bien el dolor a nivel personal que sufren los niños y las víctimas. Me di cuenta de que esto para él era una tema muy personal. Mi segunda pregunta fue: ¿te puedes rasurar y te puedo pintar el pelo de rubio?
P. ¿Cree que Sound of Freedom fue víctima de la llamada guerra cultural de EE UU?
R. 100%. Es un reflejo de lo que estamos viviendo el día de hoy, un espejismo de lo separado que estamos. Llevo 25 años en este país. Me gusta mucho el póquer y, como mexicano, socializar, entonces invito a casa amigos de todo tipo, de toda ideología. Al principio no había ni un problema. Ahora trata de sentar juntos a dos que vean las cosas diferentes, políticamente hablando... No puedes ni aunque abras un Chateau Lafite 1978. Tengo amigos, que son hermanos, que han dejado de hablarse. Es una división muy marcada. Tribal. Creemos que nuestra opinión es importante. Es una gran mentira, de las más grandes del mundo. Es solo importante si eres un político. Si no estás en el medio político puedes estar grite y grite lo que quieras. Tu voto va a mover las cosas, pero tu opinión no.
P. ¿No es esta una película política?
R. No. La hicieron política. Eso me duele mucho. Que la película haya sido víctima, de cierta forma, que haya caído en ese mundo. Por eso salí. Yo le tengo que ser leal a mi llamado, que es el arte. Cuando veo que agarran una obra de arte y la mueven para allá es donde digo, espérame, es una película. Federico Fellini dijo que el trabajo de un director es romper el prejuicio. Siempre pensé que se refería a cuando estás haciendo una película, no después. Ahora, después de hecha, hay que seguir rompiendo los prejuicios.
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