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Vox se suma al desembarco del trumpismo en Europa y América Latina

Washington tutela el realineamiento de las ultraderechas europea y latinoamericana con apoyo de Abascal

Miguel González
Vox
El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, con el líder del Vox, Santiago Abascal, en enero pasado en Madrid.VOX SPAIN (via REUTERS)

El pasado día 28 el mexicano Eduardo Verástegui se fotografió en Madrid con el líder de Vox, Santiago Abascal, ambos con un puro en la mano. Verástegui es un conocido actor y excantante, con una legión de seguidores en las redes sociales, reconvertido en activista del integrismo católico. Defensor de la castidad antes del matrimonio y del llamado Rosario de Hombres, un rezo en lugares públicos reservado a varones, ha puesto en marcha el movimiento Viva México, con el que amaga presentarse a las elecciones mexicanas de 2024. Sigue los pasos de Abascal y, como decía del PP el líder de Vox hace pocos años, tacha de “derechita cobarde” al PAN, el gran partido de la derecha mexicana.

Verástegui pasó por Madrid camino de Budapest (Hungría), donde los pasados 4 y 5 de mayo se celebró una cumbre de la CPAC (Conferencia Política de Acción Conservadora), el gran foro de los republicanos estadounidenses cuyo encuentro anual sirve de escaparate para grupos ultras y supremacistas. En los últimos años, ha saltado las fronteras de su país para convertirse en un lobby global y, ya con Donald Trump autoproclamado candidato a la Casa Blanca, en cabeza de playa del desembarco del trumpismo en Europa y América Latina.

Trump no acudió a Budapest, pero sí envió un vídeo en el que aseguraba estar comprometido con “una batalla contra los marxistas globalistas y los comunistas” en todo el mundo y animaba a los participantes en el evento a sumarse a él. A Hungría viajaron algunos de los más estrechos colaboradores de su etapa como presidente; entre otros, el exjefe de Gabinete Mark Meadows o el ex fiscal general Matt Whitaker, así como un puñado de congresistas afines.

El anfitrión del encuentro, el primer ministro húngaro Viktor Orbán, no ocultó su apoyo la candidatura de Trump, que aún debe ganarse la nominación de los republicanos. “Vuelva, señor presidente, haga América grande de nuevo y tráiganos la paz”, dijo, en alusión a la guerra de Ucrania, en la que Orbán juega el papel de abogado de Putin dentro de una UE alineada con Kiev.

También Abascal intervino por vía telemática, con un breve discurso en el que se disculpó por no poder asistir personalmente, ya que su “deber y responsabilidad”, alegó, lo obligan a volcarse en las elecciones del 28 de mayo, en las que “la economía, la unidad, las tradiciones, la libertad y la seguridad” de España “corren peligro” ante “la peor izquierda de Europa”. Sí envió a sus eurodiputados Jorge Buxadé y Hermann Tertsch, así como a José Ángel Soto Gómez, director del área Internacional de Disenso, la fundación de Vox.

En su discurso inaugural, Orbán presentó a Hungría como “la incubadora donde las políticas conservadoras del futuro se están experimentando, donde no solo hablamos de derrotar a los progresistas y liberales y provocar un giro cristiano conservador, sino que realmente lo hemos hecho”.

Las políticas de Orbán, que Abascal puso como ejemplo, incluyen el acoso a la comunidad LGTBI, el recorte de la independencia judicial o la falta de medidas para luchar contra la corrupción, lo que ha llevado a la Comisión Europea a abrir expediente a Hungría y a congelar la entrega de fondos. Su Gobierno ha sido también pionero en poner trabas al derecho al aborto, obligando a las embarazadas a escuchar el latido fetal, una medida que Vox intentó copiar en Castilla y León.

La cumbre de Budapest ha dejado en evidencia que se está produciendo un realineamiento de la ultraderecha europea, con el trumpismo como padrino. Además de Fidesz, el partido de Orbán, cuyos eurodiputados se sientan en el grupo de no adscritos tras abandonar el Partido Popular Europeo, estuvo presente Vox, que pertenece al grupo de los Reformistas y Conservadores Europeos (ECR), pero no sus principales compañeros de bancada en la Eurocámara: ni los polacos de Ley y Justicia, enfrentados a Orbán por su cercanía a Moscú, ni Hermanos de Italia, el partido de la primera ministra Giorgia Meloni, que ahora busca moderar su imagen. En cambio, sí asistieron representantes de Identidad y Democracia (ID), el grupo señero de la ultraderecha europea, como Jordan Bordella, presidente de la Agrupación Nacional francesa, el partido de Le Pen; o Herbert Kickl, líder del Partido de la Libertad de Austria (FPO). También estuvo el primer ministro georgiano, Irakli Garibasvili, que en marzo tuvo que retirar, debido a las protestas que había suscitado, una ley de agentes extranjeros, copiada de la rusa, para controlar a ONG y medios de comunicación.

Frente común

En vísperas de las elecciones europeas de 2019, Steve Bannon, exjefe de campaña de Trump, intentó unir a la fragmentada ultraderecha europea en un frente común. Su proyecto se estrelló contra un muro de personalismos y recelos mutuos. Pero ahora hay otra oportunidad: en mayo de 2024 se renovará el Parlamento Europeo y vuelve a hablarse de presentar listas transnacionales, integradas por candidatos de distintos países, lo que obligaría a formar coaliciones más allá de las fronteras de cada Estado.

Bannon no intervino en la cumbre de Budapest, pero sí en la que, entre el 17 y el 19 de noviembre, celebró la misma CPAC en México, donde justificó el asalto al Capitolio estadounidense de enero de 2021 y a las instituciones brasileñas de enero pasado, alimentando el bulo de un supuesto fraude electoral, y cuestionó la limpieza del voto electrónico ante las elecciones mexicanas de 2024. Al foro, cuyo programa oficial incluía una misa, acudieron el expresidente polaco Lech Walesa y los principales líderes de la ultraderecha latinoamericana, como el brasileño Eduardo Bolsonaro (hijo del expresidente brasileño Jair Bolsonaro), el chileno José Antonio Kast o el argentino Javier Milei, además del senador por Texas Ted Cruz, representante del ala más derechista del Partido Republicano. Una de las oradoras fue Polonia Castellanos, presidenta de Abogados Cristianos, una asociación dedicada a perseguir supuestas ofensas a la religión católica cuyo secretario es Jaime Urcelay Alonso, dirigente de la filial española de la secta integrista mexicana El Yunque. Abascal intervino telemáticamente.

El anfitrión del encuentro fue el propio Verástegui, a quien Trump contrató en 2020 como asesor de la Casa Blanca para intentar pescar el voto hispano y que ahora preside la sucursal mexicana del lobby de los ultraconservadores estadounidenses. Los partidos que reniegan del globalismo y enarbolan la bandera de la soberanía de los Estados avanzan a pasos agigantados hacia la formación de la internacional ultraconservadora, un trumpismo global.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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